barcelona - Desde el despacho que tiene en su casa, ubicado en una zona de paso, ha pergeñado la escritora y guionista Laia Aguilar su nueva novela, Pluja d’estels, con la que el lunes ganó el Premio Josep Pla, un canto a la amistad, en la que trata sobre la nostalgia, el paso del tiempo y la pérdida de la juventud. Tampoco obvia lo que denomina la “tiranía de la felicidad”.

“Tengo la sensación -reflexiona- de que vivimos en una sociedad que está un poco enferma, en la que tenemos que estar todo el día proyectando lo felices que somos, lo bien que estamos, los éxitos que hemos tenido, colgando fotos con cara sonriente, una exageración, proyectando un personaje que casi no tiene que ver con nosotros”. Después de la buena recepción que tuvo con Wolfgang, novela juvenil con la que obtuvo en 2017 el VI Premio Carlemany, ahora ha optado por un relato coral, protagonizado por un grupo de amigos que hace años que no se ven, aunque desde que se conocieron en la universidad se encontraban, al menos, una vez al año. Sin embargo, ocurrió un hecho trágico, hace un lustro, que les ha marcado a todos, y lo que le ha interesado es “ver cómo ese hecho, que viene del pasado, pero que se perpetúa en el presente, los ha marcado a cada uno y entrar en la psicología de cada una de las personas del grupo, de unos 40 años”. Advierte que, sin entrar en moralinas, muestra “cinco maneras diferentes de reaccionar, porque está el que lo huye, el que lo niega, o el que no quiere enfrentarse a lo que pasó”.

Para Aguilar, que como guionista acaba de terminar un proyecto para Tele 5 y otro para Movistar, “no estamos demasiado preparados para enfrentarnos al dolor, a situaciones traumáticas, a pérdidas, a una muerte, a un accidente, a la enfermedad, a la vejez”. A lo largo de un día que acabará con una lluvia de estrellas, estos personajes se bañarán, navegarán, comerán, se lo pasarán bien, pero, a la vez, “estarán ante un conflicto latente, que ninguno de ellos se atreve a expresar, porque se trata de un tema del que no se habla, aunque se cuece por dentro”. - I. Dalmases