pamplona - ¿Con qué actitud, disposición y ánimo van a la ceremonia de este año?

-Vamos a disfrutar de esa noche. Es muy especial volver a estar nominados con El Infierno tras ganar en 2019 con Un día más con vida. Este cortometraje documental lo rodamos durante la fase final de producción de la peli sobre Kapu. Y también vamos felices porque viene buena parte del equipo: Natxo Leuza, Gorka Gómez-Andreu, Mikel Salas y Alberto López Herrero.

¿Qué me dice de sus rivales en la categoría de mejor cortometraje documental?

-Es un año de competencia fuerte, cada nominado tiene sus puntos a favor y va a estar emocionante. 2001 Destellos en la Oscuridad tiene una producción muy potente detrás y trata sobre Kubrick, con lo que es muy llamativo para los académicos; Serbia, el sueño europeo tiene un recorrido importantísimo en festivales, y Nuestra vida como niños refugiados en Europa trata un tema muy presente, y relevante? Espero que la calidad cinematográfica de El Infierno y el tema tan desconocido que trata jueguen a nuestro favor.

Unas cuantas nominaciones y dos Premios Goya, ¿de algún modo es la recompensa a tantos años de trabajo?

-Los Premios Goya están muy unidos a nuestra trayectoria desde que nos nominaron por Virgen Negra, en 2011, el primer trabajo que Raúl de la Fuente y yo hicimos juntos. Hemos estado cuatro veces en la gala: con cada una de las obras personales que hemos producido estos años en Kanaki Films.

¿Qué lugar ocupa ‘El infierno’, esta historia, en el conjunto de su trabajo?

-Desde luego, ha arrancado fuerte. En su estreno internacional ganó en el Festival de Varsovia y calificó para los Oscar del año que viene. En nuestras obras siempre tratamos de ir un poquito más allá cada vez en cuanto a calidad y riesgo. El Infierno es también muy especial por cómo surgió.

Fue durante otro trabajo.

-Sí, fue durante el rodaje de LOVE, un trabajo encargado por Misiones Salesianas en Freetown, Sierra Leona. Estábamos contando una historia de niñas obligadas a prostituirse cuando el misionero salesiano Jorge Crisafulli ofreció al equipo la posibilidad de entrar a la cárcel. El horror de descubrir menores en aquellas celdas infernales hizo que desde aquel instante tuviéramos muy claro que había que contarlo.

Eso demuestra compromiso.

-Cada vez estamos más satisfechos con los resultados de nuestros trabajos. Más allá de los festivales y premios, vemos que mueven a los espectadores a la acción, a apoyar el cambio de realidades. Tanto si son obras que nos encargan como producciones propias, cada vez provocan más cambio y llegan más lejos.

¿Va a poder venir el protagonista de El Infierno

-Hemos hecho todo lo posible para que Chennu, el protagonista, viniera a Málaga. Desde Don Bosco Fambul, en Freetown, han removido cielo y tierra, pero había todo tipo de obstáculos administrativos. Chennu está muy orgulloso de El Infierno, dice que hemos retratado lo que sucede allí. Esperamos volver a verle pronto en Freetown.

¿Tienen previsto seguir desarrollando proyectos en Sierra Leona?

-Uno de los proyectos más importantes que tenemos en desarrollo sucede en Freetown. Será nuestra primera ficción en dirección y producción. Sierra Leona y el trabajo del Salesiano Jorge Crisafulli allí nos han marcado mucho. En Don Bosco Fambul tienen en marcha un centro de rehabilitación y terapia para niños y jóvenes único en África Occidental y como parte de nuestro proyecto queremos crear dentro de ese centro una escuela de arte dramático para menores y jóvenes, de modo que la interpretación les sirva de terapia.