pamplona - Todavía quedan algunas entradas disponibles para disfrutar de uno de los grandes grupos del rock duro del Estado por última vez en Pamplona, donde recalarán este sábado (22.00 horas) para ofrecer un concierto único con el que dejar un recuerdo que, seguro, no caerá en el olvido.

Este sábado asistiremos en Pamplona al adiós de una de las míticas bandas de heavy metal madrileñas. ¿Cómo ha empezado el último vuelo

-Afortunadamente está siendo una gira muy amplia en la que se van incorporando nuevas fechas cada día, así que este último vuelo, como tú le llamas, está empezando muy bien. Los adioses en algún momento tienen que llegar pero no tienen por qué ser tristes. El rock sigue y la música de Barón Rojo seguirá durante mucho tiempo, siempre que haya una persona interesada en escucharnos.

Son 40 años de trayectoria y un buen puñado de discos de estudio los que llevan a la espalda. Escoger el repertorio con el que despedirse no habrá sido fácil...

-Escoger el repertorio nunca es fácil, ni llevando 40 años ni seis meses. De hecho, probablemente sea más difícil escogerlo cuando llevas seis meses y el público que viene a escucharte a lo mejor no sabe prácticamente nada de ti. Después de 40 años de trayectoria y una veintena de discos, por lo menos tienes dónde escoger. Nos gusta variar el repertorio según el lugar al que vayamos, aunque evidentemente la música que hicimos en los 80 tiene que sonar porque sabemos que es la parte que más atrae. Damos preferencia a las canciones que recuerda la gente y que han llegado a ser himnos de la historia del rock de este país. Pero nos gusta variar porque si no la gira sería demasiado lineal y rutinaria. Nos gusta que cada concierto suene fresco y que la gente sienta que ese es el mejor concierto que hemos dado en nuestra vida.

Aunque poner una etiqueta a todos estos años es bastante difícil, ¿podría intentarlo?

-Creo que, en general, poner etiquetas a las cosas es un ejercicio muy restrictivo porque la trayectoria vital de una o unas personas tienen muchísimas facetas que, a la hora de etiquetarlas, estamos limitando a eso, a lo que dice la etiqueta. Barón Rojo, en definitiva, es el resultado de la confluencia de las trayectorias musicales de las personas que creamos el grupo en 1980, sobre todo de Carlos y de mí, muy marcadas por el rock duro. Aunque Barón Rojo tiene muchas facetas. Hemos alterado canciones muy, muy duras con incursiones en terrenos más tranquilos. No me gustaría poner una etiqueta a estos años, simplemente decir que este es un grupo de rock que ha intentado hacerlo bien, que no se ha adherido a corrientes mucho más fáciles y que ha procurado llegar a remover el sentimiento rockero de todo el que lo escuche.

Sin duda, habrán recopilado una enorme cantidad de momentos buenos y, otros, menos buenos. ¿Alguno que recuerde con especial cariño?

-Evidentemente episodios buenos y malos hay en todas las trayectorias, aunque siempre intentes quedarte con lo positivo. Lo que me ocurre es que tengo un montón de anécdotas que, cuando me preguntan, siempre se me olvidan. Pero sí recuerdo con mucho aprecio cuando tocamos en un local que se llamaba Frontón Madrid, en abril de 1981. Yo estaba dentro del recinto del local, justo después de la prueba de sonido, cuando vi de repente la oleada de gente que iba entrando y que tenía muchísimas ganas de colocarse para coger el sitio más cerca del escenario. Me dio una especie de sacudida eléctrica por dentro y pensé: "Uy, aquí va a pasar algo, este es el detonante de tu carrera". Y es que sabes que a partir de eso todo va a ser muy diferente.

Por otro lado, entre los malos momentos imagino que se encuentra la separación de la banda en 1989...

-Sí, bueno, toda la campaña de insultos, de descalificaciones y de ponernos a caer de un burro que han tenido algunos de nuestros anteriores compañeros. Son momentos a los que tampoco hay que dar una excesiva importancia. Es mejor pensar que por qué no se dedican a lo suyo y nos dejan en paz.

¿Sigue doliendo todo aquello?

-Digamos que cuando ellos decidieron irse del grupo en el 89 pensamos que casi era la salida lógica a aquella situación, en el sentido de que la cuerda siempre se rompe por el lado más débil y, si falla el respaldo de la fama y de la economía, las personas que menos creen en el rock cada vez tienen menos razones para seguir en una banda de rock. A nosotros nos dejó todo esto un poco más despejado el camino ya que nos veíamos con las manos más libres para seguir dando al grupo la vida y la oportunidad que pensábamos que todavía le quedaba, y pensamos que había que seguir peleando por ello a pesar de que fuera un momento difícil.

¿Sintieron el respaldo del público desde un primer momento o costó levantarse de esa caída?

-La verdad es que costó bastante reemprender la continuidad. Mucha gente pensó que Barón Rojo tenía que desaparecer y, afortunadamente, no lo hicimos. Hicimos bien en continuar porque si Carlos y yo hubiéramos decidido terminar este proyecto hoy en día nadie se acordaría de que en los años 80 hubo un grupo que se llamó Barón Rojo. Gracias a que seguimos se ha mantenido la vitalidad del grupo y este sigue ahí arriba, en la mente de todo el mundo. Al final, cuando uno tiene espíritu rockero y te gusta lo que estás haciendo, por muchos baches que pases sabes que vas a sentir la llamada del rock y que nunca lo vas a poder dejar.

Barón Rojo ha tocado por todo el mundo e incluso ha llegado a coincidir con grupos tan conocidos como Judas Priest o Deep Purple. Imagino que será para estar orgullosos...

-La verdad es que ha sido una gran dosis de satisfacción haber coincidido con estas bandas. Y, sobre todo, sentir que dentro de lo que es el rock duro en general Barón Rojo es una de esas bandas que está muy bien considerada a nivel internacional. Mira, ahora me acuerdo de uno de los grandes momentos de mi vida musical. Fue cuando toda la banda de Deep Purple nos estaba esperando en el camerino a la salida de un concierto que dimos en Leganés en el año 2000 para felicitarnos. Fue una felicitación muy sincera, además. Quizás no se esperaban que un grupo de rock español fuera a tocar en la misma onda de rock internacional que ellos estaban acostumbrados a ver.

Hablando de rock internacional, ¿el inglés ha supuesto alguna vez un handicap para tener una mayor difusión a nivel mundial?

-Desde siempre el idioma del rock ha sido el inglés y en Barón Rojo sentimos en alguna ocasión ese deseo de penetrar dentro del gran mundo de rock, que es el anglosajón. E intentamos internacionalizar al máximo nuestra música haciéndola en inglés, pero en seguida nos dimos cuenta de que esto solo se puede hacer si eres realmente bilingüe, en todos los sentidos. Al final, decidimos apostar por hacer rock bueno en español y a partir de ahí tuvimos una gran proyección en todo el mercado de América del Sur. Y gracias a que apostamos por este idioma nos convertimos en una de las bandas más importantes que hacían rock en español.

Con Larga vida al Rock and Roll

-Vender discos de rock nunca ha sido fácil porque siempre hemos tenido que ir a contracorriente. Pero sí era más fácil que ahora. La llegada de Internet y de la digitalización ha dado un revolcón absoluto a todo el panorama. Sí, las ventas han caído en picado. Pero bueno, el panorama está así y hay que asumirlo. Nosotros ya hemos apostado por el directo como la forma más sutil de llegar a la gente.

Espero que esto no sea el motivo de esta despedida...

-No, por supuesto que no. Nuestra despedida tiene que ver con el hecho de que llevamos ya 40 años y que preferimos despedirnos de muy buena forma y dando buenos conciertos y no esperar a que sea el tiempo el que se despida de nosotros y nos diga que hasta aquí hemos llegado.De todas formas, uno nunca se termina de ir del todo en este mundo.

¿De verdad es esta una jubilación definitiva o la puerta se queda entreabierta a nuevos proyectos?

-Bueno, aunque Barón Rojo se despida como banda, individualmente podremos seguir. Yo, al menos, voy a estar en contacto con la música y con el rock que nos ha dado la vida. Pero sí, esta es la despedida de Barón Rojo, y estamos echando el resto en todo para que la gente se quede con el mejor sabor de boca.