- Durante cuatro años, Éric Baudelaire se reunió con veinte estudiantes del grupo de cine de la escuela secundaria Dora Maar en Saint-Denis (norte de París) para encontrar la forma de una película en la que ellos son los verdaderos temas: sus personajes, sus autores y su promesa.

De esta experiencia nació Un film dramatique (Francia, 2019), que demostró ayer el poder del cine como creador de comunidad y, a la vez, de singularidad, en una jornada que contó también con historias de reencarnación, memoria y búsqueda de pertenencia.

El largometraje de Éric Baudelaire, que el realizador presentó acompañado por dos de las jóvenes protagonistas de la película, Aissé Sacko y Rabyatou Saho, y la profesora de ambas, Héléne Mais, surge de la pregunta: ¿Qué estamos haciendo juntos? Una cuestión política -que conlleva representaciones de poder, violencia social e identidad- que llevó a los estudiantes de la clase de cine de Dora Maar a buscar una forma cinematográfica que hiciera justicia a la singularidad de cada estudiante, pero también a la esencia de su grupo. Juntos, los espontáneos creadores de Un film dramatique -veinte estudiantes que cuando se inicia este proyecto tienen 11 años de edad- experimentan, debaten, se cuestionan creencias, prejuicios, ideas, realidades duras como el racismo o el terrorismo, que les sacudió de cerca durante la creación del filme; improvisan e interpretan guiones, descubriendo el cine, a sus compañeros de escuela y a sí mismos. Siempre desde sus propias miradas.

Según explicó Baudelaire, “la película se basa en una idea de transferencia: empezó siendo una película sobre los alumnos, para convertirse durante el proceso en una película con los alumnos, y terminar siendo una película hecha por los propios alumnos”. El tema del filme es la propia fabricación del largometraje, un proyecto que rompe estereotipos. “Habitualmente, el cine francés que trata de los barrios periféricos se centra en temas manidos como la violencia o las drogas, y teníamos claro que queríamos combatir esa representación, porque esas películas estereotipadas no representan la vida real de estos lugares”, comentó el realizador francés, quien asegura que una clave para lograr la comunidad y la singularidad que consigue Un film dramatique fue “el tiempo” de convivencia y creación: “Durante cuatro años hemos podido hablar de todo. Es necesario tener mucha paciencia trabajando con un colectivo como éste, y por eso hace falta tiempo”.

Aissé Sacko y Rabyatou Saho aseguraron ayer que la experiencia de crear esta película ha “cambiado” su “manera de mirar” el cine y el mundo, que observan ahora “con más atención”, y valoraron la oportunidad que les brindó el realizador Éric Baudelaire de ser ellos mismos, interpretando el filme “con naturalidad” y “sin papeles escritos de antemano”. En un mundo que infravalora la capacidad de la infancia, Un film dramatique demuestra que “se pueden tener conversaciones muy serias con niños y niñas de 11 años”, sobre todo si, como aquí ocurre, no hay dictados de jerarquía ni autoridad, sino esa libertad y confianza necesarias para que las preguntas y respuestas -cuando las hay- broten del grupo.

En los 20 minutos que dura Aquí y allá, Melisa Liebenthal plantea desde un punto de vista que mezcla lo lúdico y lo reflexivo una historia de búsqueda de pertenencia sirviéndose de Google Earth como herramienta narrativa. El cortometraje surge “de una limitación creativa y de un requisito”: “En la residencia que estaba haciendo en Le Fresnoy, nos pedían que produjéramos trabajos incluyendo de alguna manera nuevas tecnologías”, cuenta la realizadora argentina afincada en Francia.

Melisa se interesó por la idea de la geolocalización, lo que le llevó a Google Earth, una herramienta que, dice, “apela a una ilusión impresionante: que podemos estar en cualquier lado simplemente haciendo un click”. Una ilusoria réplica de la realidad que la realizadora desarma jugando con la materialidad de la imagen, en un filme en el que bucea en la historia de su familia paterna, de origen alemán con mezcla china y argentina, y en la suya propia, que salta de Buenos Aires a Francia. “¿Dónde está mi casa? ¿Donde tengo mi cama? ¿Donde crecí, donde me formé?”, se cuestiona Liebenthal, cuya identidad está “marcada por los movimientos y las migraciones”. En su cortometraje conecta lo físico/material y lo virtual, “dos dimensiones que están cada vez más superpuestas en nuestra vida cotidiana” -analiza-, y nos deja una pregunta abierta: “¿Adónde pertenecemos?”.

La inquietante Once Removed, de Lawrence Abu Hamdan (Líbano, 2019, 29 min), acercó ayer al público de Punto de Vista la vida y el viaje en el tiempo de Bassel Abi Chahine, un escritor e historiador de 31 años que consiguió reunir un inventario incomparable de objetos, fotografías y entrevistas singulares sobre el Ejército Popular de Liberación y el Partido Socialista Progresista durante la guerra civil del Líbano. Se considera a sí mismo la reencarnación de un soldado muerto y tiene la extraordinaria capacidad de recordar detalles de la guerra, que tuvo lugar, en su mayor parte, antes de que él naciera. Una interesante historia sobre el trauma reprimido que se ocultó a una generación.

La última jornada de la Sección Oficial proyectó además el corto de tres minutos Apparition de Ismaïl Bahri (Túnez, Francia, 2019). Ejercicio de memoria materializada a través de la exploración táctil de una fotografía encontrada en el archivo del padre del artista, y que solo gracias a la sombra de las manos revela lo que la luz oculta: una multitud congregada el 20 de marzo de 1956, día de la independencia de Túnez.

“Queríamos combatir la representación estereotipada en el cine francés sobre la vida en los barrios periféricos”

Director de ‘Un film dramatique’

“Tenía ganas de desarmar la ilusión

que crea Google Earth de poder estar en cualquier sitio”

Directora de ‘Aquí y allá’