- ¿Qué sabor de boca le ha dejado esta 14ª edición de Punto de Vista?

-Me ha dejado sabores muy dulces. Por varios motivos. Primero, por ver la participación de los públicos, que han tenido un compromiso muy fuerte con el programa. He ido identificando a grupos de personas que iban a la sesión de las diez de la mañana, pero también a la de las cuatro, a la de las ocho, a las de las diez... Y también estoy muy feliz por el grupo humano de artistas que hemos convocado y sus reacciones para con el festival. Han estado encantados y siguiendo la programación con mucho interés. La verdad es que este año he logrado cumplir varios sueños.

¿Qué sueños?

-He logrado plasmar ideas que tenía desde hace años, como, por ejemplo, la conferencia performativa que ha sido ahora (por ayer), a las doce, de Rabih Mroué.

En efecto, el aumento de público ha sido visible, ¿a qué cree que se debe? ¿Han dado este año con la clave de una programación especialmente atractiva?

-Creo que tiene que ver con la fidelización de públicos. Los espectadores que ya venían han seguido viniendo y se han sumado nuevos. Eso lo he visto mucho con el público joven. Los que un día vinieron acreditados con sus escuelas de cine ya no son estudiantes y siguen viniendo. Y también tiene que ver con la diversidad de los programas. Siempre estoy pensando en los posibles grupos a los que les puede interesar cada cosa y he tratado de armar una programación lo más abierta posible dentro de los lenguajes que se están trabajando hoy en día.

¿Se han producido también esos cruces y encuentros que siempre busca como uno de los principales propósitos del festival?

-Sí, y lo he visto también en los profesionales que se han acercado al festival como público. Fíjate que ahora estoy comiendo al lado de Peio Aguirre, curador de arte contemporáneo importantísimo en España que ha venido hoy (por ayer). También han venido directores de festivales de artes escénicas. Estamos comprobando que hay profesionales que se están sintiendo convocados a Pamplona más allá de los estudiantes y los cineastas.

Ha habido sesiones, varias de ellas con estrenos, de películas de creadoras y creadores de Euskal Herria. Sin duda, este territorio ha exhibido músculo en ese sentido.

-Así es. Y son realizadores con obra muy de Punto de Vista. Muchos de ellos se han alimentado con las proyecciones del festival y es maravilloso ver que el trabajo que hace el festival desde hace ya catorce años está recogiendo sus frutos.

En cuanto a los contenidos, muchas de las películas que se han exhibido este año en distintos ciclos parecen huir del antropocentrismo y abrazar un retorno a la idea de ecosistema, de comunidad.

-Para mí es un concepto clave. Una de las palabras que más repito es comunidad y una de las ideas que me interesa promover con el festival es la de experiencia colectiva. He querido tejer redes de esa forma y apostar por trabajos que reflejan eso de una manera explícita o implícita, como, por ejemplo, lo ha hecho la retrospectiva dedicada a las cuatro cineastas Ute Aurand, Helga Fanderl, Jeannete Muñoz y Renate Sami.

¿Qué cree que definirá esta edición del certamen?

-Para mí ha sido una edición de reencuentros. Se ha visto claramente en el aniversario de X Films y en otros momentos. Este año ha sido casi como un revival. Oskar Alegria ha mostrado su película, Josetxo Cerdán presentó ayer (por el viernes) X Films, han estado los directores de este ciclo presentes toda la semana... Se ha generado como un sentimiento de regreso a casa. Ha sido muy bonito.

El año que viene Punto de Vista sumará su 15ª edición. Habrá que celebrarlo, ¿no?

-Sin duda. Hay que celebrar siempre y si hay motivos añadidos, pues con más fuerza. Trataremos de armar una edición lo más redonda posible para ese número también redondo.