La Orquesta Sinfónica de Euskadi (OSE) anunció hace unos días la celebración de un ciclo de conciertos que retransmitirá ETB desde el 30 de mayo. Los ensayos con los músicos colocados de modo que se respeten las medidas de seguridad implantadas por Sanidad no han sido sencillos, pero parece que la formación que conduce Robert Treviño ha encontrado la fórmula.La Euskadiko Orkestra es la primera orquesta del Estado que reanuda su actividad. ¿Oriol Roch comienza a ver la luz?

Lo primero que hay que hacer ante esta pregunta es definir qué es lo que entendemos por luz. De alguna manera, la respuesta es sí. En segundo lugar, nos tenemos que reinventar en cómo conectamos con el público que nos otorga la razón de ser. Nosotros tenemos la suerte de contar con una televisión pública que, no solo se fundó en el mismo minuto que la Orquesta, sino que, además, atiende a la misma población y al mismo territorio que nosotros, y depende, finalmente, de la misma institución. La coincidencia de todas estas cosas marcaba un camino que si no hubiéramos tomado, hubiese sido difícil de explicar. Es obvio que es un camino que, como orquesta de país, como orquesta nacional vasca, teníamos que tomar.

Grabarán cada jueves y ETB emitirá los conciertos.

La respuesta positiva de ETB nos ha permitido reinventarnos en este sentido y la fórmula creada es una fórmula feliz: conciertos de 55 minutos y que, por lo tanto, requieren un esfuerzo importante, porque cada jueves vamos a hacer estas grabaciones. Lo importante es la vuelta a la normalidad. Las empresas privadas atienden sus negocios y el sector público atiende al ciudadano con las medidas de seguridad pertinentes; nosotros deberíamos hacer lo mismo.

El último concierto lo ofrecieron el 9 de marzo en Estambul. Han tenido que suspender el resto de la temporada, con una agenda con 30 fechas. ¿Ha sido un duro golpe económico tener que devolver los abonos?

Estamos en el proceso de devolución de los abonos. Efectivamente, ha sido un duro golpe económico.

En los últimos dos años la Euskadiko Orkestra se encontraba inmersa en un proceso de internacionalización. ¿Es previsible que l as restricciones de movilidad entre países a causa del covid-19 afectarán a esta línea de trabajo?

¿Para el futuro? Sí, sin duda. Para el presente, ya lo sabemos. Estamos en un momento en el que cualquier vuelo que tengas se puede cancelar y para el que te dan una solución a quince días vista. En el momento actual, además, cualquier persona que entre al Estado tiene que pasar una cuarentena de catorce días. Es una situación que nos va a obligar a todos a trabajar con la planificación requerida y ser ágiles como organismo. Nosotros contamos con un equipo técnico-administrativo que es un auténtico Ferrari y hemos podido adaptarnos a las circunstancias y al medio con agilidad, con un proyecto contundente y con nuestro director titular, Robert Treviño. ¿Para qué? Para estar presentes en la sociedad que nos da cobijo y también, a través de nuestro canal de YouTube, para todo aquel que quiera ver a posteriori nuestros conciertos.

En algún momento de las próximas semanas presentarán la nueva temporada, ¿qué previsiones manejan en cuanto a los aforos se refiere?

En el último mes hemos estado trabajando sobre un escenario de un 50% de aforo. En la mayoría de nuestros auditorios tenemos listas de espera y tenemos que pensar en cómo podemos, de entrada, dar respuesta positiva a nuestra familia de abonados; una familia de abonados que no descartamos que se incremente. La gente hace, a menudo, la lectura al revés, que habrá una situación de retraimiento, de paso para atrás de mucha gente. Otros pensamos que, posiblemente, sea al contrario.

¿Se refiere a un apoyo social?

Más que un apoyo social, creo que será una cuestión de reivindicación individual. El que nunca ha hecho deporte y se ha puesto a hacerlo ahora porque, de repente, se le permite hacerlo, no lo hace por una reivindicación social, sino individual. ¿Por qué? Porque el confinamiento ha introducido en todas nuestras sensibilidades algo que está por ver, unas reacciones que están por conocer. Está por conocer cuál va a ser la reacción de posicionamiento individual en cuanto a la cohesión social, que es lo que, al fin y al cabo, acaba generando proyectos como las orquestas sinfónicas. Hay muchas derivadas que tienen bastantes componentes de psicología individual, pero también de psicología social.

¿Cómo han ensayado los músicos en este tiempo?

En el momento en el que hemos estado confinados, como el resto de ciudadanos, los músicos han estado en sus casas. A nadie se le escapa que músicos de este nivel y calidad, deben practicar cada día y que lo han hecho en casa para mantenerse en forma. No hay Plan B para una orquesta confinada. Hay proyectos simpáticos y emocionantes como el que hicimos con el Agur Jaunak. Muchísima gente nos llamó emocionada tras ver el vídeo. Pero no hay Plan B, una orquesta debe tocar junta y emitirse en televisión o en streaming por Internet. Toda esta época de confinamiento ha acelerado la reflexión sobre todos estos campos y cómo nos presentamos en Internet, sobre nuestras relaciones con las cadenas de televisión o, incluso, sobre el teletrabajo. Hemos aprendido, pero estamos esperando una vuelta a la normalidad absoluta, que va a ser cuando se pueda. ¿Se fía a largo? Sí, se fía a largo, pero por ahora esto es lo que tenemos.

¿Y cómo han vivido los músicos esta situación?

Los músicos han vivido este tiempo con cierta tranquilidad. Hemos mantenido un canal de comunicación muy cercano con reuniones semanales con el comité de empresa y también con el comité de salud, analizando cuáles son los pasos a seguir, los escenarios posibles a aplicar... También se han mantenido reuniones con el comité artístico para revisar proyectos. El propio proyecto del Agur Jaunak surgió del comité artístico y de los músicos. Me siento muy orgulloso del equipo que formamos la Euskadiko Orkestra porque hemos sabido reaccionar.

Estos ocho conciertos estarán disponibles en la plataforma de streaming Stage Access.

Esto es una gran noticia. Stage Access es una empresa norteamericana que se ha sentido atraída al conocer que nuestra orquesta arrancaba y, también, por la figura internacional de Robert Treviño. La plataforma, además, tiene una conexión con todo el sistema de salud de toda la zona de Nueva York y tiene un acuerdo para ofrecerla en hospitales. Es un lanzamiento que nos va a dar una imagen exterior de una manera muy potente en EEUU y Reino Unido.

¿Qué criterios han seguido para elegir los programas y autores de esta temporada de ocho conciertos?

Por un lado, se ha tenido en cuenta el repertorio que puede incluirse en la estructura de los metros cuadrados que tenemos. Atendiendo al espacio y combinándolo con qué literatura musical fundamental hay con esa estructura, nos situamos a un máximo de la Tercera de Mendelssohn. Por eso hemos hecho ese recorrido un poco mendelssohniano, que creemos que puede ser atractivo. Partimos de Hadyn, pasando por Mozart y hasta Mendelsshon, pero también con una mirada a obras fundamentales de principios del siglo XX como Las metamorfosis de Strauss. Por último, porque es nuestro sello y nuestra razón de ser, ofrecemos una mirada a la música vasca de hoy en día. Incorporaremos dos compositores vascos y si no hay ningún problema con la ubicación, porque requieren algo más de percusión en uno de los casos, serían Ramón Lazkano y Mikel Urquiza.

Con la limitación de espacio entre músicos, ¿cuántos se pueden subir al escenario?

Estamos entre 45 y 50 de un total de 91 músicos con los que cuenta la orquesta.

Habrá tenido oportunidad de hablar con el maestro Treviño, ¿qué sensaciones le transmite?

Tiene unas sensaciones complicadas. En el momento en el que haya alguna instrucción sanitaria que permita acercar un poquito más la orquesta a su batuta, me pide que, por favor, lo hagamos al segundo siguiente. Entre él y el primer músico hay una distancia de unos tres metros. El esfuerzo que se tiene que hacer es, sobre todo, para la articulación con claridad del sonido.