- El exdirector del yacimiento romano de Iruña-Veleia Eliseo Gil ha sido condenado a dos años y medio cárcel y a pagar 12.490 euros a la Diputación de Álava por haber “manipulado” él mismo o “por medio de terceras personas” grafitos calificados en su día de históricos porque adelantaban varios siglos la aparición del euskera.

La titular del Juzgado de lo Penal número 1 de Vitoria lo considera culpable de un delito continuado de falsedad documental en concurso con una falta continuada contra el patrimonio histórico-cultural, por el que lo condena a un año, y de un delito continuado de estafa en concurso con otro de falsedad en documento privado, penado con 1 año y 3 meses de prisión.

La jueza también condena al supuesto físico nuclear Rubén Cerdán a un año y tres meses de cárcel por un delito continuado de estafa en concurso con otro de falsedad documental, y al pago de 12.490 euros a la Diputación. A ambos se les aplica la atenuante muy calificada de dilaciones indebidas ya que el proceso judicial comenzó hace once años, en 2009.

En la sentencia se considera probado que Gil “realizó incisiones para dotar de diversas inscripciones en 36 piezas arqueológicas tardo-romanas auténticas de cerámica” con “la intención de dotar a los hallazgos de yacimiento de un pretendido valor histórico-cultural-religioso que no tenían”.

La jueza destaca que los grafitos supuestamente excepcionales fueron descubiertos “de forma exclusiva en el proceso de lavado” de las piezas. En ese momento aparecieron “inscripciones con escritura y epigrafía con distintas temáticas: motivos cristianos, frases y nombres en latín, supuestos jeroglíficos egipcios o palabras en euskera, sobre la superficie de algunas de las piezas de cerámica, ladrillo, vidrio y hueso de época romana”.

Sin embargo, ninguna de estas inscripciones “habían sido vistas en el momento de su hallazgo en la excavación, esto es in situ, recalca el fallo, que atribuye la autoría de esas inscripciones al exdirector del yacimiento, bien directamente o por terceras personas.

Además de manipular las piezas, que se dañaron “de forma irreversible”, Gil “se concertó” con Cerdán “a sabiendas de la falsedad” de las inscripciones para hacer “algún informe que pudiera corroborar la apariencia de autenticidad de los grafitos que presentaban las piezas”. Para ello, “convinieron” que los informes “versaran sobre la continuidad de la pátina superficial por tasa de cationes de las piezas arqueológicas”.

Cerdán elaboró tres informes “que no contaban con el respaldo de análisis espectroscópicos alguno”. En ellos sostenía que no había razones para creer que las piezas catalogadas como excepcionales por Gil habían sido manipuladas a pesar de ser “conocedor de que los estudios, interpretaciones y las conclusiones que hacía constar en sus informes no podían ser ciertos”.