concierto de La Pamplonesa en la ciudadela

Intérpretes: La Pamplonesa. Vicent Egea, director. Programa: obras de Turrillas, Silvano Cervantes, Clemente del Hoyo, Larregla, Sarasate y Egea. Programación: Ayuntamiento de Pamplona. Lugar: Ciudadela. Fecha: 3 de julio de 2020. Incidencias: Asistió a la inauguración del ciclo municipal, el Señor Alcalde. Público: algo más de media entrada de sillas preparadas (gratis).

ué gusto: músicos en carne y hueso! Harto ya de grabaciones y streaming (sea lo que sea eso de streaming). Vuelven los conciertos; con sus preliminares, y sus tics de acomodo en los asientos: partituras extendidas, ensalivado de las cañas, repaso a las tuberías de las trompas, ajuste horizontal de las flautas, engarce de los saxofones, soplidos de aire caliente a las trompetas, temple de los parches… La única novedad que observo es la separación entre los músicos, se me hace un poco raro que no haya ese empaste visual que -parece- facilitará el musical. Todo se irá ajustando; también el escucharse en la distancia.

La tarde estaba fresca para un entorno de sillas que, aún sin llenarse, nos invitan a recuperar el aplauso, también en directo. El escenario, acústicamente, funcionó bien: se escuchaban con claridad las obras; incluso, del fondo, surgían los metales, con sus contrapuntos graves, poderosos, pero sin avasallar. Reencuentro emotivo, de homenaje a los mejores del confinamiento, de futuro, de música, en definitiva, que siempre ha estado ahí, y ahora vuelve a sus orígenes.

Egea preparó un programa entrañable y muy de casa; pero sin caer en lo presanferminero, porque ni los ánimos ni la municipalidad están para eso. Pero ahí estaba Turrillas, compositor aglutinador, por excelencia, de los ritmos de la Montaña y la Ribera, con la música de siempre aunque no, estos días, por las calles. Abre el programa Gora Iruña, con su vaivén amistoso y unos deliciosos graves en matiz piano. Aquí la veleta, Navarra canta y Colorín, imprimen el peculiar ambiente de danza.

Toda esta música, independientemente de su compás, y forzando un poco la cosa, a menudo va hacia una especie de galop, muy de aquí, al que le viene bien el calificativo francés de Quadrille, (danza en grupo en el ballet de Lully, por ejemplo). El himno de Osasuna (que parece que se queda en primera, dijo el presentador), con aire de pasodoble, cerró la primera parte del concierto. De dos ilustres maestros pegados a la Pamplonesa -Cervantes (su fundador) y Clemente del Hoyo- escuchamos la Pilindros y Brochazos, respectivamente.

De la primera destaco el canto empastado del metal en el tema, y luego su contracanto de fondo. Brochazos es una obra compleja, va de la fanfarria solemne a la danza, con cambios radicales de ritmos. Se luce la trompeta. Viva Navarra de Larregla, siempre se escucha con devoción: es una jota solemne y serena en su parte central, sinfónica y rica. Y el Zapateado de Sarasate, es el eterno reto de virtuosismo para cualquiera, salen airosos, con un tempo asentado para no apurar. Oboe y flauta impecables.

Cierran la función Las variaciones sobre el Agur Jaunak del titular de la banda. Nos gustan las variaciones, en general, con la guía del tema que va por muchos recovecos; y las de Egea, en particular, porque siempre les saca un brillo espectacular, y, a la vez, transforma el tema principal hasta esconderlo en otros nuevos y, cuando parece que lo has perdido, reaparece esplendoroso. Aquí, la melodía se desmenuza -piccolo-, se la asienta en sonido de txalaparta, y sus poderosas notas ascendentes, pasan por el saxo, el tutti, y ritmos que rompen magníficamente su solemnidad; para volver a ella en fanfarria triunfante, en tramos remansados, en aires de jota, etc; todo vigilado por el rotundo agur de fondo en la sección más grave. Me gustará escucharla de nuevo. Todo se irá ajustando, repito. La distancia entre los músicos, y entre músicos y público, es solo física. La emotiva no existe.