No es ningún secreto que el estado de alarma ha supuesto un duro golpe para el mundo del espectáculo. Y, a pesar de que todos los pertenecientes al sector cultural se pusieron las pilas de distintas maneras para no perder el tiempo, nada podía suplantar a las funciones en vivo. Por eso, que el Festival de Teatro de Olite haya seguido en pie tras el confinamiento ha puesto un respiro para los amantes de la escena pero, sobre todo, para las compañías teatrales.

“Estamos muy contentos de volver a pisar el escenario. Nos apetece muchísimo volver a representar y a encontrarnos con el público. La de esta tarde no es una función más”, expresó el actor Ion Iraizoz, que este martes a las 22.00 horas, junto con Mikele Urroz, Irene Ruiz y José Juan Rodríguez, llevará a escena en La Cava (Olite) Catástrofe, una pieza teatral muy poco convencional en varios sentidos.

Poco convencional fue la creación del texto, pues no nació en la soledad del escritor, sino que fue una obra que surgió del trabajo colectivo entre los actores, el director Íñigo Rodríguez-Claro y el dramaturgo Antonio Rojano. “La caja flotante es una compañía de creación”, explicó Iraizoz, “nosotros no partimos de un texto ya escrito sino que nos juntamos a compartir material y a poner ideas en común. Luego, a partir de este pequeño mundo que ideamos, ponemos la obra en pie desde el texto, la puesta en escena, el mundo audiovisual, etc.”

Este tipo de trabajo en el que los actores comienzan de cero, es mucho más largo, pues la labor de búsqueda en investigación requiere paciencia. Por ello, los componentes de la obra estuvieron prácticamente un año construyéndola. “Empezamos a poner material en común en enero de 2018, y no estrenamos hasta octubre de ese año. Lo primero en lo que pensamos fue en el significado de la palabra ‘catástrofe’, qué quería decir en general y qué matiz especial tenía para nosotros. También reseñamos las grandes catástrofes de nuestra generación y las pequeñas catástrofes que habíamos vivido.”

Y aunque hace ya dos años que se estrenó -con una respuesta positiva por parte de la crítica-, lejos de quedarse anticuada, Catástrofe vuelve al escenario con un matiz especial debido a los tiempos de pandemia. “Algunos fragmentos de la obra cobran un sentido nuevo este año. En realidad, no es que la obra tenga distinto significado, sino que el público lo modifica. Porque nosotros, cuando la construimos, no podíamos prever una pandemia mundial, y no la hicimos para un público como el de hoy. Pero las cosas cambian de significado con el tiempo y eso es muy interesante y muy bonito, porque la obra sigue estando viva. Además, no es una obra que hable del virus, es una obra que trata sobre el concepto de catástrofe.”, razonó el actor.

Tampoco la trama es convencional: No tiene principio, nudo y desenlace. Intercala cuatro historias de cuatro personajes que viven su vida de forma independiente pero que se cruza con la del resto. Además está el autor. El autor es un personaje más que aparece a través de una página de Word que se proyecta en la función. Este personaje, manipula el destino de los cuatro individuos y modifica el rumbo de las historias.

Este quinto personaje, que no posee ningún actor, es el motivo principal de la importancia del contenido audiovisual, pero no el único. “Sin hacer mucho spoiler, la obra empieza con una serie de pequeñas entrevistas en las que salimos los cuatro actores-personajes, y vamos respondiendo a pequeñas preguntas, como: dónde estabamos el 11 de septiembre de 2001, cómo era la habitación de nuestra infancia, con qué soñamos recurrentemente y qué es lo que cambiaríamos de nuestra vida si pudiéramos. La respuesta a estas preguntas aparece en la pantalla. Nosotros estamos presentes en el escenario y en el vídeo”, explicó Iraizoz.

realidad y ficción

“El nombre que tiene este tipo de historias se llama en la dramaturgia estructuras abismales, que son las ficciones dentro de ficciones. En esto Borges era un maestro absoluto”, aclaró, pues igual que en varios cuentos del autor argentino, la distinción entre lo ficticio y lo real es difusa. Los personajes llevan el mismo nombre que los actores, y recuerdan experiencias que el público no sabe si son o no reales. “Lo que es real y lo que no deja de ser importante. El publico no sabe que es veraz y que es ficticio, pero creemos que da igual”, manifestó el actor.

Si bien, más allá de lo enrevesado de la historia, Iraizoz afirma que “es una obra que, a partir de los 16 años, es para todos los públicos” y, aunque, “a veces el espectador no entiende todos los fragmentos de la obra” no siempre hay que comprender racionalmente la ficción y “cuentan con ello”. No obstante, el actor piensa también que “el público ya está acostumbrado a este nuevo modo de contar historias”, y que por eso, las veces que han llevado al tablado la obra el publico ha conectado “sin problema”.

“Nos apetece mucho volver a encontrarnos con el público, esta no es una función más”

Actor