Fernando González Molina (Pamplona, 1975) pone fin a cinco años a los mandos de la dirección de un proyecto cinematográfico de tres películas -dos de ellas rodadas al mismo tiempo- y que ha recreado en la gran pantalla el universo de Dolores Redondo. Ése del que él mismo se declara “tan fan”. Por eso, echando la vista atrás, afirma llevarse “el orgullo de haber hecho algo especial, que no se había hecho antes”.

Al margen de salas de cine convencionales y dadas las circunstancias, la película se estrena hoy en Netflix. Imagino que será un estreno atípico para todos...

-Sí, al final las circunstancias son las que mandan... Después de la expectación que teníamos, porque íbamos a inaugurar Málaga y se canceló el festival, se canceló el estreno, movimos a junio... y estaba difícil encontrar el hueco que considerábamos que la película necesitaba... Y ahí surgió la oportunidad de estrenar en Netflix y hacer un estreno simultáneo en todo el mundo, con el empuje que ellos tienen y nos parecía que era lo mejor. Es verdad que claro, una parte de mí dice qué pena, porque la película no se pueda ver en Navarra en las salas…

¿Con pena por poner fin a cinco años de viaje?

-Sí, ha sido un viaje largo, que empezó hace cinco años y que nos ha ocupado muchos años de nuestra vida, así que te estás despidiendo de conocidos, de amigos… Pero es verdad que tenía ganas de poner el punto final a la historia y centrarme en otros proyectos. Es una sensación agridulce, como el momento es tan atípico, además, se une a que todo es raro.

Ahora, visto el camino recorrido, ¿qué se lleva de la trilogía?

-Me quedo con el lujo de haber podido llevar a la pantalla tres novelas de las que me considero tan fan. Es un lujo que los productores hayan confiado en mí y me siento orgulloso, porque son tres historias de una escritora que vive en Navarra, que suceden en Navarra, que se rodaron en Navarra… Y orgulloso de haber compartido ese viaje con un equipo enorme. Me llevo también sabiduría, porque he aprendido a rodar mejor, y el orgullo de haber hecho algo especial, que no se había hecho antes y que creo que quedará ahí.

En Ofrenda a la tormenta, el viaje interior de Amaia y su obsesión por la desaparición de su madre y por el caso, marcan totalmente el pulso del filme.

-Sí, creo que esta peli es casi un tercer acto todo el tiempo. Empieza frenética y no dejan de pasar cosas y es así hasta el final, porque tú te encuentras a un personaje que está obsesionado con encontrar a su madre, en un momento de crisis vital... Y ese estado mental y personal de Amaia, que está absolutamente obsesionada con la búsqueda y con los casos, hace que toda la película tenga ese nervio. Es un gran final en el que lo que intentamos, como sucedió en la novela, es dar respuestas a todas las preguntas que se han planteado en las dos películas anteriores.

¿Esa Amaia tan perdida y superada la acercará al espectador?

-Sí, Amaia se equivoca muchas veces, comete muchos errores y a veces traiciona a los personajes que ama y eso la convierte en un personaje muy interesante a la hora de retratarlo en una película. Los personajes con errores y con aristas son los que fotografían mejor cuando cuentas una historia. En este caso, Amaia ha tenido una vida en la que el sufrimiento ha sido constante, se equivoca sin parar y eso la hace empática para el espectador. Todos tenemos un lado oscuro, todos nos equivocamos y verlo en pantalla, siempre te acerca al héroe.

De ahí que, dada la crisis emocional de Amaia, nos encontremos con la entrega más oscura de la saga.

-Es la película más oscura, sin duda. En la trilogía se tocan varios temas, como es la maternidad, pero me parece que el mal es el eje central de la historia. Y Amaia lleva buceando y buceando, abriéndose entre capas y capas, y en esta peli se enfrentará cara a cara con el mal. También hay muchos picos dramáticos en la historia, sucede en la noche, en bosques, en calles… Todo iba sumando. Lo curioso es que Legado en los huesos y Ofrenda a la tormenta se grabaron a la vez y no hubo una intención estética distinta de una película respecto a otra... pero las secuencias han marcado cómo son las películas y son muy distintas entre sí: Legado es una peli que tiene mucha más acción, es más juguetona y primaveral incluso, no tan oscura... Y Ofrenda es una especie de film noir, oscura y densa fotográficamente, con mucho claroscuro.

Y entre ambas películas, Ofrenda a la tormenta también da un salto en cuanto a ritmo.

-No es porque esté de promo, pero ésta es la película que más me gusta de las tres. Creo que es la que está más cerca de la novela y del espíritu de Dolores Redondo. Quizá porque, al final, en este viaje de adaptar su universo al cine, cada vez he ido aprendiendo más y para mí esta película es la que conecta de mejor manera con las novelas, con el personaje de Amaia... También es el final y al tener todas las respuestas, es más fácil esa conexión. De las tres, es de la que más satisfecho estoy. Ya cuando montamos las dos películas , tenía la sensación de que era la más emocionante y la más redonda.

Desde ese universo literario de Dolores Redondo, ¿se ve en un futuro llevando La cara norte del corazón a la gran pantalla?

-Bueno, es una novela ambiciosa a la hora de adaptarla al cine: es compleja por el idioma, gran parte sucede en Nueva Orleans, el personaje de Amaia es mucho más joven… Es un desafío, pero las cosas difíciles me gustan, entonces no lo sé, primero me lo tienen que ofrecer (risas). No está sobre la mesa, pero no lo descarto.

De cara a proyectos futuros, ¿qué puede adelantar de Paraíso la serie de Movistar + que dirige y que se encuentra grabando?

-Es uno de los proyectos más bonitos en los que he estado implicado. Nace de una idea original mía y eso me hace muy feliz. Es la historia de cuatro adolescentes que en 1992 investigan la desaparición de la hermana de uno de ellos y se encuentran con que el mal que acecha a la desaparición no es de este mundo. Es un fantástico que bebe de la nostalgia de los años 90, de las historias y de las películas que veíamos cuando teníamos 15 años. Habíamos rodado en Valencia y Alicante antes del confinamiento, rodamos tres días en Madrid y tuvimos que parar. Tanto para Movistar +, Mediapro y todo el equipo es una maravilla que, aunque con mascarillas, podamos volver al trabajo.