- ¿Qué supuso participar en esta película?

-Interpreté a Pedro, un chico frágil al que Carlos, el protagonista, maltrata durante toda la película. Al final, junto a Roberto (Jordi Mollá) le obligan a beber whisky de una botella hasta matarlo. Aquel personaje supuso un antes y un después en mi carrera, la peli fue un bombazo impresionante. Todavía hay mucha gente que me reconoce por ese papel, en especial por la secuencia en la que me colgaba de un puente junto a Eduardo Noriega.

Era su primera vez con Montxo Armendáriz, ¿cómo fue el rodaje?

-Era la primera vez que trabajaba con él, pero nos conocíamos desde Tasio, ya que mi hermana Amaia interpretó a Paulina de niña. El rodaje fue duro porque trabajábamos casi siempre de noche, pero nos lo pasamos muy bien. Visto en retrospectiva, creo que, aunque éramos un grupo de actores muy jóvenes, supimos afrontar una película tan dura con mucha madurez.

¿Ha mantenido contacto con algunos de los miembros del reparto?

-No solo he mantenido contacto, sino una gran amistad. Juan (Diego Botto), Pilar (Castro) y Armando (del Río) se convirtieron en amigos para toda la vida. Coincide, además, que estudiamos juntos en la Escuela de Cristina Rota. De hecho, los tres participaron en Asier ETA biok (Asier Y yo) junto a otros grandes amigos. Fueron muy generosos, ya que aparecer en esa peli podría haber afectado negativamente a sus carreras. Con Montxo (Armendáriz) y Puy (Oria) también mantengo una amistad preciosa. Todo en aquella película fue un regalo para la vida.

¿Cómo describiría la historia?

-La película habla de la sustitución de valores como la honestidad y el compañerismo por un individualismo atroz. El personaje de Carlos satisface sus deseos a cualquier precio sin importarle las consecuencias en los demás. Es una llamada de atención: una sociedad cuya juventud carece de los principios más elementales está abocada al desastre.

¿Ve paralelismos en la actualidad?

-Desgraciadamente, sí. La película sigue muy vigente: Carlos hoy tendría un montón de diputados que representarían a la perfección en el Congreso español esa ausencia total de principios. También hay otra lectura muy actual: nos muestra a unos personajes masculinos cuyo sentido de la hombría es profundamente dañino. Han cambiado muchas cosas, pero en esencia la película nos sigue retando a mirarnos en el espejo, aunque la imagen que nos muestra no sea muy agradable.

¿En qué proyectos trabaja ahora? -Acabo de terminar Fantasía, un largo documental que es un retrato de mi propia familia. Trata sobre la ilusión de mantenernos vivos a través de la memoria. Han sido cinco años en los que he estado grabando a mis padres en la intimidad del hogar. La pandemia está trastocando los planes, pero esperamos estrenarlo en los próximos meses, quizá ya en 2021, dependiendo de cómo estén las cosas. Y como actor, en septiembre retomaremos los ensayos de La Vida a Hostias, obra basada en textos de Juan Carlos Rubio, Juan Cabestany y Alberto San Juan, dirigida por Diego París. Íbamos a estrenarla el 21 de marzo, pero llegó el estado de alarma y nos quedamos con la miel en los labios. Si la situación lo permite, en octubre la estrenaremos en el Teatro de las Aguas de Madrid.