ruguay cuenta con diversos autores de prestigio a nivel internacional y uno de los mejor considerados es Mario Benedetti, nacido 100 años atrás en Paso de los Toros (exactamente, un 14 de septiembre) para bien de la comunidad literaria internacional. ¿Por qué Benedetti se ganó tal popularidad? A novelas como La tregua (1959), se unen diversos ensayos como El escritor latinoamericano y la revolución posible (1974) en el viaje literario y vital que propone quien también publicara, en ese mágico 1959, cuentos como los recogidos en Montevideanos. Benedetti lograría, asimismo, darse a conocer como autor de teatro (Pedro y el capitán, 1979) y también ha ofrecido las bondades de otros géneros en libros como su Antología poética, ya de 1989.

El uruguayo, para colmo de males sufridos por los colectivos más conservadores, siempre mantuvo encendida la llama de la lucha contra lo que él consideraba todo tipo de injusticias, fruto de cuya solidaridad son su colaboración con proyectos diversos en organizaciones y fundaciones como la Casa de las Américas de Cuba. Una realidad social "tremendamente injusta" y la "globalización imperial" a las que hizo referencia en distintas citas con escritores como la que mantuvo con Manuel Vázquez Montalbán a principios de este siglo, son cuestiones que siempre mantendrían alerta a Benedetti, de quien ahora mismo Alfaguara presenta una Antología poética seleccionada y prologada por el popular Joan Manuel Serrat y una interesante biografía de Hortensia Campanella titulada Mario Benedetti. Un mito discretísimo.

Por su parte, Visor ha presentado a principios de este año Poemas de otros, libro prologado por Jesús García Sánchez, pero este septiembre es el mes en el que se cumplen los 50 años del fallecimiento de otros dos autores notables: el primer día de septiembre de 1970, perdíamos para siempre a François Mauriac; el 28, perdíamos también a John Dos Passos. El de Burdeos, perteneciente a una familia burguesa, creció huérfano de padre y vivió muchos años según la estricta concepción religiosa conservadora de su madre, algo que probablemente le ayudó a elaborar textos que le permitirían recibir el premio Nobel en 1952, después de escribir obras bien construidas, como las novelas Nudo de víboras (1925) y El final de la noche (1935) o Un adolescente de antaño (1969), libro narrativo de similar interés.

El de Chicago (quien nos abandonó hace medio siglo en Baltimore) destacaría gracias a Manhattan Transfer, original e innovadora miscelánea de 1925 sobre las distintas humanidades de la ciudad norteamericana de aquel tiempo que permite disfrutar de la literatura de John Dos Passos a cualquier tipo de público lector. Ahora bien: el retrato de Manhattan que ahora nos ocupa no es un retrato cualquiera, pues, tras el aroma portugués de su origen (el de la familia del autor) y las diminutas realidades de los ciudadanos más desfavorecidos, puede hallarse un convencido relato comprometido con la sociedad que los miembros de la `generación perdida´ estadounidense siempre desearon ayudar a cambiar.