Fecha: 12/09/2020. Lugar: La Ciudadela. Incidencias: Lleno, entradas agotadas. El concierto iba a celebrarse el pasado 7 de agosto, pero tuvo que posponerse por la lluvia. La banda que acompañó a Natalia estuvo formada por Paula (bajo y coros), Luz (guitarra), Tere (teclados) y María (batería).

os seguidores de Natalia Lacunza tenían la fecha del 7 de agosto marcada a fuego entre sus cejas. Aquella noche, el concierto que la pamplonica iba a ofrecer en la Ciudadela tuvo que suspenderse a causa de la lluvia. La desolación que se desató quedó bien plasmada en las redes sociales, entremezclada con cientos de mensajes de ánimo. Si ese es el termómetro que se utiliza hoy en día para medir el grado de éxito, el de Natalia alcanza temperaturas elevadas en diferentes países (tiene fans en Italia, Perú o Brasil). El pasado sábado, tanto ella como sus incondicionales pudieron sacarse la espina y cobrarse su cumplida revancha con una actuación en la que todo, desde la climatología hasta el último detalle, jugó a favor de la artista.

Natalia comenzó sin titubeos, cantando bien y exhibiendo su dominio del escenario. Entre los primeros cortes sonaron A otro lado, No te hago falta o Boys. Casi todos ellos eran recibidos por parte de algunos de los asistentes con unos carteles en los que podía leerse “temazo”, cosa que la cantante agradeció entre risas. Ya te vas resultó algo melancólica, pero luminosa, lo mismo que Gata negra, baladón incontestable que comenzaron solo con el piano y que alcanzó su punto álgido de intensidad cuando se unió el resto de la banda. Continuaron con No te veo, tema delicado y etéreo que el público acompañó alzando al cielo sus móviles y llenando la Ciudadela de luces diminutas. La siguiente, Olivia, fue celebrada con auténticos alaridos de júbilo. No se podía bailar, pero los movimientos de las cabezas acompasaron el sensual ritmo que imprimía el bajo. Con Llueve aceleraron y alcanzaron uno de los momentos más logrados de la noche, y precisamente por eso sorprendió tanto el amago de despedida que intentaron con Olvídate de mí (“nos vamos, pero no os olvidéis de nosotras”, dijo al presentarla). Obviamente, aún quedaba tela que cortar.

Habían reservado para los bises los cortes más animados. Dile, con ese “vamos a bailar” de su letra que hizo que algunos se levantaran durante unos segundos de sus sillas, y Hit me baby one more time, muy lucida versión de Britney Spears. Y, para terminar, la intensa Nana triste, interpretada con el único acompañamiento del piano, que puso, literalmente, un nudo en la garganta a la inmensa mayoría de los que allí se habían congregado. Fue un final atípico: casi todas las bandas suelen despedirse con un tema más “de subida” lo pero, en este caso, el adiós resultó más arrebatado y la gran ovación del público se convirtió en el emotivo cierre de la velada. Podríamos poner un único pero al concierto, y este fue su corta duración (apenas una hora). Esta claro que su repertorio es todavía escaso, pero siempre se puede incluir alguna versión más. Al margen de eso, fue una gran actuación, con muy buen sonido, una banda magnífica, un cancionero muy coherente y una sobria (pero efectiva) puesta en escena. Esperemos que en un futuro Natalia siga creciendo y consolide el éxito que cosechó en Pamplona.