i algo se palpó ayer, en el segundo día de celebración de la Feria de la Edición, Libro y Disco de Navarra, es que la gente necesita salir, conversar, vivir la cultura en persona -no a través de una pantalla-, y que cada vez se lee más. Quizá estas certezas sean positivas secuelas del pasado confinamiento.

Tanto si es así como si es pura coincidencia, bienvenidas sean.

En la feria que ha convertido la plaza del Castillo en un pulmón cultural hasta el 4 de octubre, no solo se mira y se toca -previa desinfección de manos, claro está-, como en ediciones anteriores, sino que, sobre todo, se conversa, se pregunta. ¿Una demostración de la necesidad de socialización en plena época de restricción y aislamiento? Posiblemente. Los intercambios de impresiones entre clientes y libreros/as eran ayer una constante y resonaban -a pesar de las mascarillas- más vivamente que en ferias anteriores. Podían las ganas. Por eso, el mal tiempo que ha empañado el arranque de la feria no ha impedido que la gente se acerque a disfrutar de la cultura de las letras, que se descubre en todo su esplendor en esta cita que por primera vez aúna esfuerzos de todo el sector.

"Sorprendentemente, la gente se está animando a salir contra viento y marea. Estamos contentos", valoraba el librero de Ménades Manu Barceló.

En los expositores de libros, la ilustración luce especialmente. "Cada vez se valora más el libro como objeto, con un diseño cuidado", comentaba Raquel Anocíbar, de Chundarata. Mucho cómic, mucha novela ilustrada y, también, en cuanto a los temas, mucho feminismo, mucha obra escrita por mujeres. Por supuesto, también una amplísima oferta de libro histórico, tanto en ensayo como en novela, y de obra de temática navarra y vasca. Mucha letra en euskera, también, algo que se ha logrado por la presencia de las editoriales en la feria.

En la parte del libro antiguo, los visitantes pueden encontrar obras desde precios tan asequibles como 5 euros, hasta lo que uno quiera y pueda invertir en valiosos ejemplares que se guardan con mimo y que llegan a rondar los 3.000 euros. Libros antiguos, usados, que están agotados, fuera de catálogo y de segunda mano. De todo puede encontrarse en esta feria, que pone a disposición del público lector fondos de armario que en muchas ocasiones no encuentran su hueco en las librerías, que apuestan tanto por las novedades del momento.

ilusión y resistencia

Frente a las crisis, ganas renovadas

Para Letras a la Taza, librería de Tudela que regenta Miguel Iglesias, esta es la primera experiencia en la feria de Pamplona. "Nunca hemos hecho una feria tan larga... venimos muy ilusionados, con muchas ganas", comentaba Iglesias en su expositor, en el que destaca una amplia colección de Anagrama y mucha novela y obra para el público infantil. También es el debut en esta feria de La Valeta, librería de Ripagaina que ha subido hasta el corazón de Iruña para dar a conocer sus fondos, especializados en literatura infantil y juvenil y obra ilustrada.

Un resistente es Patxi Goñi, de GOR, única discográfica participante en la feria. "Es importante estar aquí para enseñar las cosas de la temporada", dice, reconociendo que el momento para su gremio es "malo, pero llevamos mal diez años, así que casi ni se nota, ya hemos aprendido a vivir en una crisis continua". La bajada de la venta de CD's y la subida de los vinilos y del tema digital, así como de la venta por correo e Internet desde la pandemia, son una constante en su gremio.

"Lo importante de esta feria es que da una visión global del sector del libro de Iruña. Culturalmente hablando, la oferta de la feria este año es más justa. Hay mayor presencia del euskera, al haber venido las editoriales, y se ve mucho más en los expositores que las novedades del año", destacaba ayer Unai Pascual, editor de Cénlit/Denonartean, valorando el esfuerzo que se ha hecho para estar presentes en la calle en un año en que pocas ferias de este tipo se van a celebrar.

Como curiosidad, el editor de Igela, Lander Majuelo, regalaba puerros con cada compra literaria. "Es un guiño a una anécdota que se cuenta de Fernando Aramburu, que al parecer dijo que todavía hay miedo a comprar su libro Patria, que ha vendido un millón de ejemplares, y que la gente compraba el libro en Donosti y al volver al pueblo lo escondía entre los puerros. Y ya que se unen literatura y puerros a propósito de Aramburu, he pensado en regalarlos aquí", contaba ayer este editor que arrancó más de una sonrisa a sus clientes.

"Sorprendentemente, a pesar del mal tiempo la gente se está animando a salir. Estamos contentos"

Librero de Ménades

"La ilustración está en alza. Cada vez se valora más el libro como objeto, con un diseño cuidado"

Librera de Chundarata

"Culturalmente hablando, la oferta de este año es más justa, y hay mayor presencia del euskera"

Editor de Cénlit/Denonartean

25 años, vecina de Pamplona

"Siempre voy a la feria del libro. La de de este año ha sido una sorpresa porque no esperaba que hubiese", decía ayer esta joven lectora que compró La Caja de Pandora, un libro de Panofsky sobre la evolución de este mito a lo largo de la historia.

57 años, vecina de Pamplona

"Esta vez la feria es muy completa, veo cosas que me gustan más que otros años", aseguraba esta amante de las letras que adquirió ayer dos libros: El infinito en un junco de Irene Vallejo y un ejemplar de segunda mano de Viaje al optimismo de Eduardo Punset.

66 años, navarro afincado en Barcelona

"Estoy de paso, he venido de Barcelona y me he encontrado con la feria", comentaba este lector "asiduo de librerías" y amante de la novela y de algunos autores del género negro como Andrea Camilleri, de quien se llevó ayer su último libro, Tirar del hilo.

38 años, vecino de Pamplona

"Veo en la feria de este año más opciones, al haberse juntado también las editoriales", destacaba este lector y asiduo comprador de libros que acudió ayer en familia y llenó bolsas con varios ejemplares, entre ellos Ene herri txikia de Gaël Faye que compró al editor de Igela.