- La Real Federación Española de Caza (RFEC) y las federaciones autonómicas dieron en septiembre un paso más en su propósito de impedir que otro confinamiento implique la prohibición de la actividad cinegética, tal y como ocurrió los primeros meses del estado de alarma, hasta que las comunidades fueron conscientes de que la falta de control de las poblaciones se estaba convirtiendo en un problema de proporciones gigantescas.

Con el objetivo puesto en el jabalí, una especie de compleja gestión en Europa, que causa efectos medioambientales, daños en la agricultura y ambientales, accidentes de tráfico, riesgos para la salud pública y crecientes conflictos entre la ganadería y la sanidad animal, Nicolás Urbani, asesor técnico veterinario de la RFEC, y Christian Gortázar, catedrático en sanidad animal y miembro del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos, elaboraron un informe que detalla los fundamentos de la necesidad del control de estos animales en España, además de apuntar una propuesta para optimizar su gestión poblacional mediante la caza.

El documento, presentado en el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, ya ha recibido el beneplácito del Gobierno, que ha manifestado que es necesario mantener como esencial el control de determinadas especies, muy especialmente la del jabalí. Esto supone un relevante punto de partida para que, ante otro confinamiento, las autonomías dispongan de una clara hoja de ruta que impida actuaciones tan nefastas como la emprendida en primavera por el Ejecutivo foral, que publicó hasta cuatro regulaciones para tratar de solucionar el problema sin contar con el actor más efectivo, el cazador.

Este respaldo del Gobierno llega, además, en un momento de máxima actualidad de la sanidad animal en Europa, tras la aparición en Alemania de casos de peste porcina africana y su amenaza para la industria ganadera y la economía europea. No obstante, ese no es el único motivo que convierte la caza de jabalíes en una actividad esencial, ya que se vuelven tangenciales aspectos como la salud pública (con patologías como la tuberculosis), argumentos ambientales (el jabalí provoca un impacto tremendo en las aves que nidifican en el suelo) o daños agrícolas.

En opinión de Urbani, "hay que tener en cuenta que la benevolencia climática, junto a parámetros agroambientales como el incremento de superficie de cultivo de maíz o la arbustización del monte por el abandono rural, están favoreciendo unas mayores tasas de reproducción de muchas especies y, entre ellas, la del jabalí. Paralizar la caza en esta época repercutiría en un aumento de ejemplares a corto plazo, porque ahora es el tiempo más idóneo para practicar actividades cinegéticas colectivas con perros (monterás, batidas, ganchos€). En la época de veda ordinaria es cuando se puede realizar un mayor control poblacional de forma eficaz y eficiente".

Esta reflexión sobre la efectividad no es baladí, debido a que en el informe presentado en el ministerio se adjuntó un decálogo de propuestas para aumentar la eficacia de la función cinegética, una de los cuales es precisamente apoyar la caza con perros. "Hemos demostrado con datos que, cuantos más perros participen en las cacerías, más jabalíes se abaten, con lo que se incrementa la efectividad. Por ello, la regulación sobre tenencia responsable y la ordenación zootécnicosanitaria de perros de caza se han de desarrollar proporcionalmente conforme a un análisis del riesgo y teniendo en cuenta las ventajas que supone tener un número importante de perros en una rehala o en una perrera para poder controlar el jabalí", subraya Urbani.

Del mismo modo, cabe destacar que, pese a que las modalidades más usuales de caza del jabalí son acciones colectivas, la actividad no se ejecuta en grupos, ya que cada puesto es individual. Como es sabido, se guarda una distancia de seguridad entre los puestos, dentro de unas medidas asociadas a la precaución en el empleo de armas de fuego. "Asimismo -apunta el asesor técnico veterinario-, desde las federaciones se han transmitido guías y recomendaciones para los momentos clave en los que se da un trabajo en equipo, como la extracción de las piezas en el monte, la junta de carnes, etc. Y después están todos los protocolos higiénicos que se han impartido en Navarra en los cursos de cazador formado en sanidad animal, que ahora son de plena aplicación para la prevención de infecciones víricas como el covid-19".

Por último, entre esas indicaciones trasladadas al Gobierno se incluyen tanto una labor de concienciación al público sobre las consecuencias negativas de la sobreabundancia del jabalí y la necesidad de su control, como una imperiosa prioridad de actuar en la educación, la imagen y la percepción social de la caza, un sector tan vulnerable como estratégico. "Presta un gran servicio a la sociedad y al medioambiente, y genera ocio, cultura y riqueza. Debe haber una estrategia conjunta de comunicación entre el sector cinegético, los actores implicados y la Administración. Y su labor tiene que empezar ya", sentencia Urbani.