- La escritora ecuatoriana Mónica Ojeda, incluida en la lista de los 39 mejores escritores de Latinoamérica menores de 39 años, se estrena en la narrativa corta con su primer libro de cuentos, Las voladoras, que inscribe en lo que denomina "el gótico andino".

Ojeda (Guayaquil, 1988) se dio a conocer a un lector selecto con Nefando, y publicó posteriormente otra novela, Mandíbula, que tomaba rasgos del thriller psicológico para desarrollar las razones que motivaban a una profesora con estrés postraumático a secuestrar a una de sus alumnas. Esos cuentos están atravesados por criaturas que se suben a los tejados y alzan el vuelo, una adolescente apasionada por la sangre, una profesora que recoge la cabeza de la vecina en su jardín, una joven que no se separa de la dentadura de su padre, dos gemelas en un festival de música experimental, mujeres que se lanzan desde una montaña, terremotos apocalípticos o un chamán que pretende revivir a su hija.

Las voladoras (Páginas de Espuma) reúne ocho cuentos que, explica la autora a Efe, se ubican en ciudades, pueblos, páramos, volcanes donde la violencia y el misticismo, lo terrenal y lo celeste, pertenecen a un mismo plano ritual y poético". Ojeda justifica su paso al relato como una "necesidad en este momento" y describe la experiencia como "intensa y estimulante". Para la autora, "los relatos de un libro pueden tener varios elementos en común que los haga formar parte de un mismo paisaje: la atmósfera, los temas, la estructura, los lugares, los personajes; y en el caso de Las voladoras se trata de la zona geográfica: los Andes ecuatorianos". En ese contexto físico recrea "un tipo de atmósfera que bebe directamente de lo que en Ecuador se denomina gótico andino". Ojeda identifica ese "gótico andino" que cultiva con "un tipo de literatura que aborda el miedo natural y sobrenatural desde los paisajes y mitos andinos". Y añade: "Quiero incidir en el asunto del paisaje porque, como dijo Lovecraft, el horror es la atmósfera; y en los cuentos de Las voladoras las montañas, los volcanes y los cóndores lo significan todo: de ellos emerge lo atávico, lo visceral, lo que inquieta por antiguo y perverso".

La escritora guayaquileña entrevé otros rasgos típicos del gótico andino, además del tema del paisaje, "por ejemplo, el terror al incesto", un tema que ya ha trabajado antes en sus novelas. El gótico andino, resume la autora, es un miedo muy particular de esa zona de los Andes, que proviene de "convivir con volcanes, de sufrir el frío y el calor extremos, y el desamparo que hay en esas zonas".