- El escritor Eduardo Mendoza, que ayer recibió el Premio Barcino en el marco de la semana Barcelona Novela Histórica, considera que "la historia es un teatro inmóvil" sobre el que el novelista trabaja con "datos reales y cosas inventadas".

En una conferencia de prensa telemática, Mendoza recordó que en La ciudad de los prodigios se inventó la ciudad de Barcelona que va desde 1888 a 1929, entre las dos Exposiciones Universales, de acuerdo con datos reales. "Sin embargo, en la novela los hechos que parecen más absurdos y extravagantes son los reales, y por ello necesitas de cosas inventadas para que se aguanten los hechos tan absurdos que ocurrían en la vida real", apuntó. Confesó Mendoza que se lo pasa muy bien escribiendo, aunque atraviese por "momentos difíciles", porque no hay trabajo sin esfuerzo y, en ese sentido, reveló que en su proceso creativo "cada palabra pasa por su control, cruza la frontera y paga peaje, ha de demostrar su valía".

Volviendo al género, Mendoza afirmó que siempre tuvo intención de "llevar la historia al terreno narrativo" y asegura: "Era y sigo siendo un gran lector de la historia, porque me interesa saber de dónde venimos, qué ha pasado en otros países en el pasado y qué semejanzas tenemos con ellos".

Preguntado por la pandemia, dijo: "Angustia al ver algo incontrolable que estaba haciendo mucho mal, después me he acostumbrado y pienso que será un tiempo largo hasta que vuelva la normalidad". Aunque acaba de publicar Las barbas del profeta, Mendoza respondió con ironía: "No soy profeta y no tengo ni idea de qué pasará en el futuro, pero mi impresión es que no producirá un cambio sustancial y las relaciones entre las personas continuarán siendo las mismas".