asili Kandinsky trató de pintar vinculado al mundo espiritual, con formas y colores relacionados con emociones concretas, unos colores vibrantes que podrán verse a partir de hoy en los 62 cuadros de la exposición del artista ruso en el Museo Guggenheim de Bilbao.

Kandinsky, abierta al público hasta el 23 de mayo de 2021, recorre la vida y la obra del precursor de la abstracción y uno de los principales renovadores de la pintura de comienzos del siglo XX. Ha sido comisariada por Megan Fontanella, curator de Arte Moderno y Procedencia de la fundación Solomon Guggenheim.

“Trató de pintar de otra manera, sin ningún vínculo al mundo natural, sino al espiritual. Esto siempre fue lo más importante para él”, explicó ayer la curadora de la pinacoteca Lekha Hileman, en la presentación de la exposición.

“En sus obras siempre vemos algo que incluye su gesto, algo muy personal, y por eso sigue siendo, cien años después de sus primeros trabajos, tan importante”, subrayó Hileman.

La muestra cuenta con 62 obras, la mayoría pinturas, aunque también hay algunos grabados y tres acuarelas sobre papel, procedentes de los fondos de la Fundación Solomon R. Guggenheim de Nueva York.

En cuanto al momento en que se presenta, el director general del Guggenheim, Juan Ignacio Vidarte, incidió en que los aspectos logísticos para sacar adelante la exposición han supuesto un “desafío”, pues su organización y gestión han coincidido con un período en que el Museo de Nueva York ha permanecido cerrado.

“Inauguramos esta exposición en una situación en que las visitas al museo están muy restringidas. Confiamos en que las circunstancias mejoren para todos y que en los próximos meses podamos acoger a muchos visitantes”, deseó Vidarte.

Además, el director de la pinacoteca definió a Kandinsky como un “precursor de la idea del poder transformador del arte en las personas y en las sociedades”, y recordó que precisamente ese es un concepto con el que el museo está “muy vinculado desde sus orígenes”.

La exposición traza un recorrido paralelo entre la trayectoria creativa y la vital del artista, al situar las obras expuestas en cuatro secciones geográficas: Munich, Moscú, de nuevo Alemania (Desau) y París, lugares donde residió.

Arranca con sus comienzos en Múnich, en la primera década del siglo XX, donde empieza a explorar las posibilidades expresivas del color y la composición. Sus más tempranas obras son paisajes -fruto de la observación en sus viajes por Europa- con influencias postimpresionistas.

Grupo con miriñaques (1909), donde recoge una escena de la sociedad de París, representa su transición al mundo abstracto, aunque Líneas negras (1913) es la que se considera su primera obra abstracta.

“Podría ser una obra pintada hace dos años, por la luminosidad que hay y lo brillante que es”, destacó Hileman.

El estallido de la Primera Guerra Mundial obligó a Kandinsky a abandonar Alemania y regresar a su Moscú natal, donde la vanguardia busca formular un lenguaje universal a través de las formas geométricas.

Posteriormente, Kandinsky formó parte del elenco de docentes de la Bauhaus, la escuela alemana de arte y diseño aplicado, aunque nuevamente tuvo que abandonar el país en 1933, debido al ascenso del nazismo, y se trasladó a las afueras de París, donde se vio influenciado por el surrealismo.

Un aspecto particular de la muestra es que las dos obras que abren y cierran el recorrido han sido seleccionadas teniendo en cuenta la situación que el planeta está viviendo debido a la pandemia.

La montaña azul (1908-1909), con el caballo y el jinete en el centro -que se repetirá en obras posteriores- y con colores primarios muy vivos, es “un símbolo de la esperanza”, contó Hileman, recordando la idea que le trasladó Megan Fontanella, comisaria de la muestra y curadora del Guggenheim neoyorquino.

Este “sentido de esperanza” presente en muchas de las creaciones de Kandinsky también se observa en Alrededor del círculo (1940), “muy brillante y dinámica” -pese a ser oscura-, realizada cuatro años antes de su fallecimiento, y en la que hay un “sentimiento de esperanza”, aunque el artista atravesaba “un momento muy difícil de su vida”, explicó Hileman.

A mediados de 1942, las penurias de la guerra llevaron al artista a realizar pequeñas obras sobre tabla, muy alejadas de los grandes lienzos de su anterior trabajo en París. Sin embargo, Kandinsky continúa creando composiciones imaginativas que reflejan cada vez en mayor medida su interés por las ciencias, extrayendo inspiración de revistas y enciclopedias.

Durante la Segunda Guerra Mundial, las autoridades alemanas confiscaron la obra de Kandinsky y la de otros pintores modernos, declarándola como “arte degenerado”. Los estalinistas de la Unión Soviética clausuran museos y enviaron las pinturas de Kandinsky a los almacenes. El artista falleció en 1944 a la edad de 78 años, dejando tras de sí una prolífica obra.

“Kandinsky fue un precursor de la idea del poder transformador del arte en las personas y en las sociedades”

Director general del Guggenehim