a batalla política por el poder se libra de formar clamorosa en los medios de comunicación, singularmente en las cadenas de televisión, convertidas en ring dialéctico que acompaña la azacaneada vida de los ciudadanos atenazados entre la pandemia y sus consecuencias, y la crisis económica generada por un desolador devenir del ataque coronavirus.

Tirios y troyanos saben que las peleas ideológicas y las dialécticas partidistas se libran en los medios mayoritarios de consumo y conformación de la opinión, que finalmente se resuelven en intenciones de votos de cara a la cita con las urnas. Por ello, tener una buena cuota de tiempo en pantalla junto a la eficacia de los comunicadores de cada fuerza política es imprescindible para dejar buena huella en los futuros votantes.

Los periódicos han recogido el clamoroso bofetón que varios periodistas norteamericanos han propiciado al candidato republicano Trump al retirarle la palabra, que usaba y abusaba continuamente para reiterar la existencia de fraude electoral, sin aportar prueba alguna, y así los valientes periodistas se negaron a propagar una información interesada y manipulada.

Y todo ello ocurrió en una tele aparentemente favorable a la derecha republicana. Hartos los periodistas de amplificar la acusación torticera de fraude electoral, apelaron a su dignidad y decidieron cortar el chorro de acusaciones falsas y sin pruebas de Trump y así dejar de alimentar la estrategia del candidato perdedor. La decisión profesional de cortar el directo presidencial ha levantado ampollas y la determinación salomónica de tres cadenas ha creado un precedente con el ánimo de frenar el chorro de falsas acusaciones y veladas amenazas de la Casa Blanca. La poca credibilidad de algunos políticos se vería frenada por comportamientos semejantes. Que cunda el ejemplo. Periodistas, un paso al frente. Confirmar, contrastar, verificar. Manual sencillo del buen periodista.