Orfeón Pamplonés (Igor Ijurra, dirección). Sofía Esparza, soprano. Maite Beaumont, mezzosoprano. José Luis Sola, tenor. Simón Orfila, Bajo. Luis Miguel Méndez Chaves, dirección. Programa: Imágenes de Beethoven, capricho sinfónico, de Koldo Pastor (1947), estreno encargo de la Fundación Baluarte y la OSN. Novena Sinfonía de Beethoven. Programación: Día de Navarra. Lugar: Auditorio Baluarte, sin público. Retransmitido por Telenavarra. Fecha: 3-12-20.

odo estaba bien pensado: se terminaría el año Beethoven, con un estreno homenaje al compositor, y su novena sinfonía, obra emblemática de todos los parabienes musicales y humanistas. Todo arropado por el fervor popular que siempre suscita la obra coral. La pandemia ha evitado el acogimiento cercano del público, pero no que sonara lo previsto. Aunque sea como mensaje en una botella -TV- que destapamos, gozamos, y luego dejamos que siga su navegación, que será por los siglos de los siglos. Incluso, desde el sofá, podemos dirigirlo y tararearlo. A pesar de todo, hemos tenido un buen año Beethoven, -Ciudadela, Mendigorría, Fidelio -. Y, este broche final, coincidiendo con el día de Navarra. Lo local proyectado a lo universal, como debe ser. Y si no, que se lo digan al Orfeón, que tiene la Novena -creo yo- como la obra más cantada, y en más lugares.

Koldo Pastor, consigue con sus capricho sinfónico Imágenes de Beethoven, una partitura de agradable escucha, que fluye y engancha al oyente, -quién no conoce sus sinfonías- con citas del maestro, a veces, apenas insinuadas, pero que le mantienen en el vilo beethoveniano; todo dentro de una orquestación compleja que se agradece por su aportación novedosa. No es un corta-pega, sino que adquiere entidad propia. Como ocurre con todos los estrenos, me gustaría una segunda escucha, ojalá que, ya, en vivo. Tanto el titular de la velada, como la orquesta, se la tomaron muy en serio. Llegados a este punto, hay que descubrirse ante el esfuerzo de Luis Miguel Méndez Chaves, al abordar este concierto con muy poco tiempo y debutando la novena, en el podio; como clarinetista se la sabrá de memoria, claro. La pasada semana ya comenté la excelente forma de la orquesta. Lo reitero. En cuanto a la dirección, me pareció estupenda, porque la abordó con honradez, sin aspavientos, dejando que todo sonara a su tiempo, sin prisa. En el primer movimiento ya hubo detalles de que iba a prevalecer la música, sobre lo espectacular superficial, así, los compases, en otras versiones, muy cortados, aquí aguantan el sonido. En el segundo, aún aportando ligereza, dejó que la trompa -excelente-, el fagot, los oboes, -muy activos y exactos-, se oyeran sin apuros. La cuerda, exacta, rítmica. También supo captar un tempo apropiado al tercer movimiento, romántico pero no cansino, y, de nuevo, la trompa impecable en su descarada y comprometida escala. Y en el cuarto -el coral-, optó por un muy acertado término medio entre los dos extremos con los que se aborda el Freude: el de dar a la marcha un ritmo y fraseo más ligado, más, digamos, civil -(Roberto Benzi, decía al Orfeón que no quería un desfile militar)-, o más marcial, destacando y cortando las palabras de la frase. Un hermoso término medio. Todo el mundo sabe que la escritura vocal de Beethoven es endiablada; en este caso la dificultad, para el coro, se multiplicaba, por la mascarilla, y por no poder contar con más efectivos -p.e, en el Über sternen de hombres, cuantos más, mejor-. Pero todo se solventó bien. Con buenos detalles, como el calderón de sopranos (Wohnen), en matiz piano. El cuartero lo tiene igual de difícil, y todo fue equilibrado y de alto nivel, en general. Sofía Esparza, estuvo valiente, y dio el “si” agudo, un poco abierto, pero seguro. En este tramo de la soprano, hemos escuchado de todo, desde las más sublimes, las que hacen también calderón en ese si apianando el regulador, hasta las que “rodean la nota”. Maite Beaumont mostró su categoría porque se oyó perfectamente, en su tesitura, algo bastante infrecuente en este solo. Simón Orfila, estuvo grande vocalmente, con decisión y autoridad en el Freude. Y José Luis Sola, estupendo, porque su timbre salió muy limpio y con garra, y, no sé si porque el titular retuvo al coro, o por la transmisión -o ambas cosas- no quedó tapado en la Laufet. No es que Beethoven necesite un año especial para programarlo, siempre estará ahí, pero, es que lo queremos tanto…