oaquín F. Roa nació en 1890 en la churrería La Estrella, ubicada en la calle Hilarión Eslava del Casco Viejo pamplonés. De vocación artística, desde crío puso su empeño y alma en ser actor y en convertirlo en su profesión. Y no lo intentó en Madrid o Barcelona, quizá escenarios más propicios para la interpretación allá por 1900 -y también ahora-. No, se lo propuso en Pamplona. Y lo consiguió: Roa comenzó en el teatro, para abrirse paso en el cine en los años 70, trabajando con directores como Luis Buñuel y Rafael Gil, y hacerse un hueco televisivo en programas como El último café. Todo ello sin dejar de lado la creación literaria y trabajos musicales en la zarzuela y ópera. Es la suya una incansable vida artística desconocida para muchos, que protagoniza el segundo volumen de Colecciónlibros de cine de la Filmoteca de Navarra y que ha elaborado por el crítico cinematográfico Francisco Benavent.

La edición, a la venta en la Filmoteca de Navarra al precio de ocho euros, es un recorrido por la trayectoria artística de Joaquín F. Roa, que reúne su participación en 71 películas y centenares de obras de teatro, además de acercar ciertos aspectos desconocidos de su vida privada. Una reconstrucción que ha exigido una ardua tarea de documentación por parte de Francisco Benavent, ya que la bibliografía en torno a la figura del actor navarro era prácticamente inexistente. “Ha sido un trabajo largo de investigación, de casi un año, porque no había ninguna publicación suya editada y había que verificar fuentes, ya que incluso había datos falsos en Internet”, explica el autor pamplonés, habitual colaborador de la Filmoteca de Navarra, sobre un proceso en el que han trabajado con material de archivo y periódicos de la época.

Esta labor de investigación, en la que han colaborado familiares de Roa, ha reconstruido la carrera artística del actor pamplonés, interesado por las artes escénicas desde joven, cuando iba a la puertas del teatro Gayarre a escuchar las funciones desde la calle, para después embarcarse en un periplo escénico como parte de compañías de teatro ambulantes. Era 1909 y “eso era la escuela del teatro y de la vida”, apunta Benavent sobre una etapa que llevó a Roa a actuar día sí y día también en diferentes pueblos tanto de la geografía foral como de otras comunidades, acumulando tablas. Unas vivencias que el propio Joaquín plasmó escribiendo para la revista Pregón, herramienta fundamental para acercarse a esta etapa del actor navarro.

Fue en 1919 cuando Joaquín F. Roa debutó en la gran pantalla, con Vida Nueva, cinta portuguesa rodada en Barcelona y de la que en la actualidad no quedan copias, dando pistoletazo de salida a una carrera cinematográfica en la que destacan sus papeles en los largometrajes Marcelino pan y vino (1954), de Ladislao Vajda; Viridiana (1961), de Luis Buñuel o El camino (1964), de Ana Mariscal. Precisamente esta cineasta fue quien le dio a Benavent su único papel protagonista en toda su trayectoria, con La Quiniela (1959). Es la suya una etiqueta de actor de reparto -llegó a hacer una docena de papeles como cura-, injusta ya que según señala el biógrafo Benavent, “Joaquín Roa es mucho más que cine”. Y se explica: “Son los libros que escribió, las óperas y zarzuelas que cantó....”.

Porque hijo de familia con inquietudes musicales, “Roa era tenor lírico y miembro del Orfeón Pamplonés, estudió música y piano...”, repasa Benavent, sobre una faceta desconocida del actor pamplonés, que compartió carrera con Alfredo Landa -“le tomaba el pelo a Landa con que éste presumía de ser de Pamplona, pero cuando iba a San Sebastián decía que era de allí”- y Pedro Osinaga. “Eran los tres tenores, hicieron alguna obra de teatro juntos”, recuerda. Una faceta personal de Roa que también recoge el libro, en el que junto a fotografías de archivo, se repasa su vida privada. Se casó tres veces y tuvo una hija, y según asegura Benavent, el actor pamplonés siempre regresó a la capital navarra para cuidar de los suyos.

Un lado quizá más desconocido de Roa, a quien la mayoría reconocerá por sus papeles en la televisión, donde contó con protagonismo en la serie La familia Colón (1967) o El último café (1970-1972), emitida en TVE. Fue aquella su etapa profesional más popular, la que le llevó a que “le parasen por la calle” y el broche a una carrera artística incansable, a quien siquiera detuvo en su momento la Guerra Civil española.

Porque la suya es una vida que sirve también como un breve recorrido histórico, “una recreación del siglo XX, ya que él vio todas las guerras, la dictadura, la democracia...”. Y todo ello sin renunciar jamás a acercarse a la capital foral en Sanfermines. “Siempre estuvo muy vinculado con Pamplona y con los Sanfermines. También era muy osasunista...”, recuerda Benavent. De hecho, Alberto Cañada, director de la Filmoteca de Navarra, destaca cómo Roa tuvo un rasgo que otros actores navarros que han viajado por el mundo no lo tuvieron: volver a su casa en sus últimos años. Así, Roa permaneció en la Casa de la Misericordia durante cuatro años, donde finalmente falleció.

Joaquín F. Roa protagoniza el segundo volumen de Colección Libros de Cine, cuyo primer tomo está dedicado a Camino Garrigó. La serie, que impulsa la Filmoteca de Navarra como una vía para acercar figuras navarras desconocidas relacionadas con el mundo cinematográfico, contará con un nuevo ejemplar en los próximos meses, dedicado en esta ocasión a José Germán Huici, guionista navarro.

Autor:

Francisco Benavent. Editorial:

Filmoteca de Navarra.

Año:

2020

Páginas:

189 páginas.

Precio:

8 euros.

“Joaquín F. Roa es mucho más que cine. Es los libros que escribió, las óperas y zarzuelas que cantó...”

“Ha sido un trabajo largo de investigación, no había ninguna publicación suya editada”

Autor de la biografía ‘Joaquín F. Roa’