l año que ya nos deja pasará a la Historia como el 2020 en que la crisis del coronavirus nos cambió literalmente la vida. Hemos sido confinados, distanciados de nuestros seres queridos, privados de hábitos de ocio, nos han obligado a llevar una mascarilla, a darnos cada dos por tres hidrogel; a cuestionarnos, y, en el mejor de los casos, reinventarnos. Y en esas seguimos.
También los profesionales de la cultura, y su público. Un sector lamentablemente acostumbrado a la crisis que en este 2020 lo ha tenido más difícil todavía. Más virtual que nunca y con menos público que nunca, la cultura está sufriendo este golpe de la única manera que sabe hacerlo: siguiendo adelante. Luchando por no morir. Porque, más que nunca, el arte y la creación son alimento vital. Y esta certeza es uno de los mejores legados de este año.
Un funesto viernes 13
El primer estado de alarma que trajo consigo el confinamiento de toda la población entró en vigor el viernes 13 de marzo a las 00.00 horas. Todo se paró. El año cultural que en Navarra había arrancado y se prometía fuerte, dejó de transcurrir. Auditorios, salas de conciertos, casas de cultura, teatros, museos... todos los equipamientos echaron el cierre. Los artistas y demás profesionales del sector veían cómo se cancelaban y caían proyectos, conciertos, representaciones teatrales, giras, exposiciones, temporadas enteras. La incertidumbre era el estado general. Incertidumbre y preocupación. Porque, la mayoría de las y los profesionales de la cultura, si no trabajan, no cobran. Sin saber por cuánto tiempo se prorrogaría el confinamiento forzoso, pero intuyendo que iría para largo, el sector decidió sobrevivir de manera virtual. Seguir siendo visible y conectarse con el público, aun sin su calor.
Surgieron así iniciativas como el festival de música Si no fuera por estos raticos Pamplona Music Fest, que se celebró on line los días 20, 21 y 22 de marzo, impulsado por músicos navarros. Las redes y demás sitios virtuales fueron el escenario por excelencia de proyectos con hashtag: #yoelijopintarencasa, #MUNencasa, #Civicanencasa, PoesíaEnTuSofá... Fueron meses en que casi todo tuvo que ser a través de la pantalla. En que la oferta cultural fue on line. Las exposiciones, en Instagram. También, meses en que se disfrutó más de la lectura de libros en papel, y en que se escucharon discos enteros en los hogares.
Repensando el valor social de la cultura
A finales de abril, y viendo que la crisis iba para largo, casi 900 profesionales de la cultura vasca y navarra llamaban a la huelga digital, a no impulsar ningún contenido on line, como protesta reivindicativa. Pedían medidas urgentes y algo que también sigue demandando hoy el sector: "una reflexión sobre el valor social de la cultura y el modelo".
En paralelo, los agentes del sector cultural navarro mantenían reuniones telemáticas con las instituciones de la Comunidad foral con el mismo objetivo en el horizonte y con la presión de una enorme previsión de pérdidas económicas por la crisis del coronavirus que más tarde se conocería: el sector cultural navarro dejó de facturar 900.000 euros en el primer trimestre de este año que termina.
De la oferta virtual al contacto presencial
Este año, el Día del Libro (23 abril) fue virtual, como también lo fueron el Día de la Danza (29 abril) y, en su gran mayoría, las celebraciones con motivo del Día de los Museos (18 mayo).
La fecha del 11 de mayo fue importante: reabrieron las librerías y galerías de arte navarras, en un esperado retorno de una parte de la cultura presencial. Las artes escénicas -un sector para el que Cultura del Gobierno de Navarra anunció más ayudas a principios de mayo- seguían siendo las más perjudicadas, junto a los cines, cerrados a cal y canto.
La música seguía sonando en su mayoría on line, con iniciativas como el Km Zero Musik Fest, que arrancó el 21 de mayo con directos retransmitidos en streaming y disfrutables a un precio de 1,99 euros cada uno. Una exploración de un nuevo formato de difusión de la cultura que desplegó actuaciones hasta el 20 de junio.
También en mayo, el día 28 mayo, reabrió sus puertas el Museo Universidad de Navarra (MUN) con visitas a cuentagotas y muy espaciadas en esos primeros días, y le siguieron, el 2 de junio, la Fundación Museo Oteiza y el Museo de Navarra. El 9 de junio reabrió la taquilla del Teatro Gayarre.
A finales de mayo, se instaló en el pabellón multiusos Navarra Arena un autocine, iniciativa promovida por los cines Golem y NICDO para suplir la falta del séptimo arte en las salas.
Cada día un poco más crítico, el sector, en especial de las artes escénicas y de calle, lanzó un SOS el 12 de junio con una concentración en la plaza del Ayuntamiento. Siete días después, el 19 de junio, los amantes del cine podían volver a la pantalla grande en las salas de Yelmo, en Itaroa. La esperada reapertura de Golem llegó algo más tarde, el 3 de julio.
Nutrida oferta estival
En unos veranos atípicos y sin Sanfermines, la cultura se dejó disfrutar especialmente, gracias a una apuesta institucional decidida y al esfuerzo, las ganas y la entrega de todo el sector. Tras meses de un gran parón, y aunque con muchas cancelaciones y un aforo reducido a menos del 75%, volvió el Festival de Teatro de Olite (17 julio-2 agosto), que celebró su vigésimo primera edición con una clara apuesta por las compañías navarras.
A mediados de julio arrancó Kultur, que este verano acercó en su 25ª edición música, danza y arte a 36 localidades, en espectáculos tanto al aire libre como en espacios cerrados que siguieron estrictamente el protocolo sanitario. También por esas fechas estrenó el Museo de Navarra un ciclo con nueve acciones artísticas en su mirador, y el 28 de julio nació una nueva cita musical: el festival Pamplona Reclassics, que celebró hasta el 1 de agosto su primera edición con un balance positivo (4.000 asistentes, un 15% procedentes de otras comunidades autónomas).
Otros nuevos programas de este año fueron Con los pies en las nubes (artes escénicas) y el Anaim Club Fest, iniciativa promovida por la Asociación Navarra de la Industria Musical que arrancó el pasado 29 de agosto con una programación de 21 actuaciones de 30 artistas hasta noviembre en recintos adaptados al formato club, es decir, con aforo reducido. Navarra Arena, Zentral, Baluarte, Indara y Tótem son los escenarios de esta programación, a la que la covid-19 ha afectado -está afectando- con aplazamientos y cambios de fecha constantes.
El Flamenco On Fire arrancó este año en Tudela (26 agosto) en una edición que congregó a 7.500 asistentes, una cifra marcada por la pandemia y muy por debajo de los 62.000 asistentes que se alcanzaron en 2019.
El Ayuntamiento de Pamplona programó este pasado verano más de 200 actividades culturales, con epicentro en la Ciudadela pero que llegaron también a los barrios, eso sí, cumpliendo las garantías de aforo y seguridad. Hicieron lo propio también un buen puñado de municipios de la comarca, que colmaron las ávidas ganas del público lanzando programaciones especiales y actuaciones en sus enclaves más idílicos para todas las edades, tanto en euskera como en castellano. Un empujó con el que se quiso mostrar el apoyo al sector.
El público respondió
Más de 50.000 personas asistieron a los eventos culturales programados por el Ayuntamiento de Pamplona este verano. Una oferta que incorporó novedades como el nuevo escenario del Palacio de Ezpeleta, el programa Noches en la Ciudadela, el ciclo de Salas de Música en la Calle (SMC), el ciclo Artes de calle del Gayarre, y la apertura de las exposiciones en horario de mañanas. También hubo espacio para el Festival Pim Pam Ville, al que asistieron mil personas; para citas con el folklore y el jazz, o para el festival Danzad, danzad, malditos.
La Feria de las Letras
También fue hijo de las complicadas circunstancias de este 2020 el ciclo Ser o Ser-Izan ala Izan, que se desarrolló del 13 al 26 de septiembre con seis espectáculos de artes escénicas en Baluarte. Una apuesta por las producciones navarras en un momento delicado para el sector.
El 5 de septiembre se inició el ciclo de 18 conciertos de la Semana de Música Antigua de Estella, con Raquel Andueza como nueva directora artística del festival; ese día la Red de Teatros levantó de nuevo el telón con espacios limpios y seguros. Se pudo disfrutar de una nueva edición del festival de danza contemporánea DNA, del Ciclo de Música para Órgano, y del programa de arte y ruralidad Landarte, que desde agosto hasta finales de octubre llevó propuestas a siete localidades: Beire, Sada, Arano, Mendaza, Lizoain, Vidángoz y Tulebras-Barillas.
También se programó el Festival de Música Contemporánea de Navarra / NAK, y la Feria del Libro que se aplazó en verano se retomó a finales de septiembre en una gran cita fruto de la unión del sector de las letras. Editores, librerías y libreros de antiguo, además de la discográfica Gor, aunaron fuerzas para celebrar una feria conjunta en el corazón de Pamplona (plaza del Castillo), donde se levantaron 28 expositores y se desplegaron más de 40 actividades. Una cita que ofreció bonos de descuento en un recinto con estrictas medidas de seguridad y que se cerró con un balance "muy positivo" de los libreros y editores y con cerca de 20.000 visitantes.
En el terreno audiovisual, este año el Conecta Fiction se volvió Reboot -on line- en una primera parte que se celebró a finales de junio; la segunda parte tuvo lugar a primeros de septiembre en Baluarte.
Otro jarro de agua fría
Llegó octubre, y, a mitad de mes, un nuevo jarro de agua fría para el sector cultural. Las medidas decretadas por el Gobierno de Navarra para garantizar la seguridad sanitaria seguían perjudicándo a la cultura, pese a haberse demostrado con creces que es uno de los sectores más seguros. Pero manda la situación sanitaria, y el aumento de contagios en Navarra obligó recientemente a tomar medidas que dificultan todavía más la supervivencia de muchos proyectos y colectivos profesionales de la cultura. Que precarizan todavía un poco más al sector.
En esa tan nombrada e incierta nueva normalidad andamos. Redefiniéndola casi cada día. Y los profesionales de la cultura, que entienden lo serio de la situación y están dando una respuesta ejemplar, insisten en que ahora es momento de abrir nuevos cauces para abordar lo que pueda venir y crear un marco en el que la cultura reciba atención y ayudas como el resto de sectores afectados.
Una atención constante y equilibrada. Es lo que, al fin y al cabo, siempre ha demandado este sector, siempre de los más perjudicados con cada crisis. Los aforos siguen reducidos, y salas de conciertos, cines, teatros, museos, bibliotecas y otros espacios culturales continúan readaptándose para no parar. Para no morir.
Y en ese intento constante, la música sigue sonando. El pasado día 25, para celebrar esta atípica Navidad, arrancó el festival SantasPascuas, con un cartel que reúne a destacadas figuras como Silvia Pérez Cruz, María Arnal y Marcel Bagés, María José Llergo, Pablo Und Destruktion, Belako o El Columpio Asesino. La 5ª edición de esta esperada cita con la música en directo se celebra hasta el 9 de enero.
Su final será un nuevo comienzo, el de la cultura navarra de 2021. Deseamos que un año más fácil y con recompensas a los enormes esfuerzos del sector.
Ha sido un año de dificultades pero también de ingenio que ha dado como fruto nuevos programas, en especial en las artes escénicas
En esa tan nombrada y todavía incierta 'nueva normalidad' andan los profesionales de la cultura, redefiniéndola casi cada día