e cumplen cinco años hoy de la muerte de un icono musical que dejó como testamento un disco, Blackstar, reconocido por crítica y público como uno de los mejores de la Historia. Algo de lo que pueden presumir pocas estrellas, pero es que eso queda solo al alcance de personajes tan carismáticos como David Bowie.

El músico británico, conocido también como El Duque Blanco, pionero del glam rock y referencia de legiones de artistas, moría el 10 de enero de 2016 a los 69 años (dos días después de su cumpleaños) en Nueva York, a causa de un cáncer de hígado que padecía desde hacía 18 meses. La noticia de su muerte dejó en shock a miles de personas, ya que tres días antes había publicado su último álbum: Blackstar.

Fue su vigésimo quinto álbum de estudio, que visto con retrospectiva, contiene según sus estudiosos referencias a su propia muerte. ¿Un presagio o la última gamberrada del artista sabedor de su suerte?

Bowie se llevó la respuesta a su tumba, pero la letra del primer sencillo del álbum, Lazarus, no deja duda: "Mira aquí arriba, estoy en el cielo, tengo cicatrices que no se ven, tengo drama, no puede robarse, todo el mundo me conoce ahora". Además, el videoclip muestra a un Bowie pálido y con los ojos vendados, en la cama de un hospital.

Con solo siete canciones y unos 45 minutos de duración, el disco póstumo es el único trabajo que no presenta una imagen del músico en la portada. En su lugar aparece una estrella negra, que si se pone a la luz del sol se transforma en un campo de estrellas brillantes, y si se pone bajo rayos UV, se ilumina como si fuera una galaxia con estrellas azules.

El disco, que llegó a vender 146.000 copias en su primera semana en el Reino Unido y más de 181.000 en los Estados Unidos, alcanzó el primer puesto en la lista de descargas de iTunes en 25 países, y se convirtió en el primer álbum de Bowie en llegar a la primera posición de la lista Billboard.

La fama ya había sonreído a David Bowie más de cuatro décadas antes, en 1972, cuando publicó su quinto álbum de estudio The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars, lleno de letras misteriosas y electrizantes, y acompañadas por su imagen, tan espectacular como ambigua.

Sus grandes éxitos, convertidos en clásicos de la música y referencias de culto, incluyen títulos como Let's Dance, Heroes o Under Pressure. Bowie tenía una vocación artística innata que lo llevó a tentar la pintura, el diseño y la escritura, y a alternar la música con el cine.

Más allá del triunfo que supuso la película juvenil Laberinto (Jim Henson, 1986), el artista participó también en La última tentación de Cristo (1988) de Martin Scorsese; El hombre que vino de las estrellas (1976) de Nicolas Roeg; Feliz Navidad, Mr. Lawrence (1983) del japonés Nagisa Ôshima; El ansia (1983), de Tony Scott; o en la cinta de Christopher Nolan, El truco final (2006), que trata sobre la rivalidad de dos magos de principios del siglo XX. Toda una paradoja para el considerado mago de la música pop de las décadas de los años ochenta y noventa.

Cinco años de su muerte, la magia de David Bowie sigue viva. Desde 2002 figura en la lista de los 100 británicos más importantes de la historia y en 2004 la revista Rolling Stone y le situó también entre los cien artistas más importantes de todos los tiempos.