- La ley Foral de Protección y Gestión de la Fauna Silvestre y sus Hábitats tiene establecido en su articulado que las Administraciones Públicas tienen el deber de velar por el mantenimiento de la biodiversidad mediante medidas para la conservación de la fauna y de sus hábitats naturales, lo que conlleva, tanto las acciones positivas encaminadas a su potenciación como las destinadas a la prevención y eliminación de las conductas y actividades que supongan una amenaza para ello.

Sin embargo, si nos atenemos a lo que en la práctica se está haciendo, desde Adecana vemos que los pasos que se están dando en la estepa cerealista son demasiado lentos solucionar los problemas que existen, y si bien es cierto que en lugares concretos el Departamento de Medio Ambiente está realizando mejoras en hábitats ligados a especies en peligro de extinción como los trabajos de reintroducción del águila perdicera, echamos en falta que se implanten a nivel general, salvo la labor que se está haciendo con gran ilusión y dedicación las juntas de las asociaciones de cazadores en sus cotos, en parte subvencionadas por la Administración, obteniéndose resultados que si se extendieran al resto del territorio mejorarían mucho estos problemas.

La conservación de las aves ligadas a la estepa cerealista están amenazadas por muchos y diversos factores, como son el uso de productos plaguicidas y herbicidas, la recolección de las cosechas y la recogida de la paja, el excesivo número de especies predadoras que habitan en el medio, siendo afectadas por ello a lo largo de todo el año, ya que los efectos de la siembra con semillas tratadas y el herbicida que se echa en los campos les afecta a lo largo del crecimiento del cereal, cuando anidan en los cultivos muchos nidos son destruidos por la maquinaria, y las que consiguen nacer desde su nacimiento hasta el otoño tienen que sortear el ataque de muchos predadores que intentan comérselas. Por ello a Adecana no le resulta nada extraño que las contadas avutardas que hay en Navarra no aumenten, que el número de sisones que había en Navarra, haya disminuido de los 1.000 machos que había hace unos 10 años a los 50 que estiman que hay ahora, o que las perdices no aumenten como debería de constatarse por los cuidados que reciben por parte de los cazadores.

La pérdida de hábitat y la intensificación de la agricultura han sido muy perjudiciales para muchas especies de fauna asociadas a los territorios agrícolas. El uso de productos plaguicidas es una de las principales amenazas para la conservación de las aves que viven en ambientes agrícolas, siendo una práctica muy extendida el tratamiento de las semillas de siembra con productos insecticidas y fungicidas, siendo este una de las grandes asignaturas que el Departamento de Medio Ambiente tiene el deber de resolver, sustituyéndolos por otros menos nocivos para la fauna.

Muchas aves utilizan las semillas blindadas con las que se siembran los campos de cultivo como fuente de alimento, especialmente en épocas de escasez, ya que buena parte de ellas se queda en la superficie de los campos agrícolas tras la siembra, y esto según los estudios realizados afirman que suponen un riesgo para su salud.

Un trabajo experimental del equipo de López-Antia, Ortiz Santaliestra, Mougewot, Camarero y Mateo publicado en 2021 basado en escenarios reales de campo demuestra que la ingestión de semillas de cereal tratadas con el fungicida tebuconazol reduce el éxito reproductor de las aves granívoras, lo que supone un alto riesgo para su conservación.

Una familia de productos plaguicidas muy utilizados para el tratamiento de semillas de cereal son los fungicidas triazoles, de los cuales el más utilizado en España es el tebuconazol. En mamíferos, existen estudios que apuntan a que este compuesto altera los niveles de hormonas esteroideas con consecuencias negativas para la reproducción. En aves, un trabajo previo del proyecto regreseeds desarrollado por el IREC ya apuntaba a que el mismo tipo de disrupción hormonal sucedía tras la exposición de perdices rojas a semillas tratadas con este compuesto.

Ahora, investigadores de la Universidad de Amberes y del Grupo de investigación en toxicología de fauna silvestre del IREC, han completado los estudios, constatando que las perdices sometidas a una exposición alta a semillas tratadas con tebuconazol presentaron niveles reducidos de colesterol y triglicéridos, mientras que las sometidas a una exposición baja presentaban niveles reducidos de triglicéridos afectando a la producción de las hormonas esteroideas, y por tanto a su reproducción y al desarrollo del embrión, confirmando una menor tasa de eclosión de los huevos fecundados y puestas menores. En trabajos previos de campo se observó que las semillas de cereal representan una media del 53,4% de la biomasa ingerida por las perdices silvestres en la época de siembra, pudiendo alcanzar hasta un 89% en ciertas regiones.

Otro ejemplo son los estudios que desde hace años Lopez-Antia y sus colaboradores están realizando de los efectos del Imidacloprid en la perdiz roja, fitosanitario se utiliza en las “semillas blindadas de cereal”, semillas que pueden ser ingeridas por las perdices dado que no todas quedan introducidas en la tierra, siendo los resultados contundentes: Todas las perdices que ingirieron la dosis recomendada de uso murieron durante el otoño , y las que comieron el 20% de la dosis no murieron, pero los análisis realizados mostraron valores fisiológicos alterados por dicha ingestión.