- En el marco de Dokbizia, el festival acogió ayer por la tarde la presentación como performance de Un guion para Laburu, a cargo de Oier Etxeberria.

Un proyecto dedicado al post-jesuita Padre Laburu, pionero del documentalismo vasco, que transcurre en un futuro-pasado en el que la Basílica de Loyola y buena parte del mundo han sido subsumidos por el Adicionador de Voluntades, un artilugio que Laburu diseñó para El Pedigree, un teatro de ciencia ficción de su amigo Ricardo Baroja. Este trabajo trata de entender y dar a conocer el funcionamiento de esa máquina óptica conocida por su capacidad de proyectar modelos antropológicos (seres vivos) y no meras representaciones. “Es una herramienta que es una metáfora del propio cine, que no produce meras representaciones sino que es capaz de producir vida”, comentaba ayer Oier Etxeberria, artista y músico natural de Azpeitia, donde se ubica la Basílica de Loyola en cuyo archivo histórico-musical empezó a investigar en 2008. “Así di con la fascinante figura del Padre Laburu, un jesuita interesado en todos los campos del saber, una de las primeras personas que grabó en 35 mm unas películas de carácter antropológico con ritos de magia, acercamiento a la ciencia y al hipnotismo animal”, apunta Etxeberria, quien añade que el legado de audio y vídeo de este jesuita “sorprende porque se adentra en zonas inestables para el pensamiento racional”.

Un guion para Laburu, proyecto que nace a raíz de una instalación que Oier Etxeberria llevó a cabo y exhibió en distintos espacios artísticos y en la que invitaba a adentrarse en el cerebro y en la anatomía del Padre Laburu, es “un ensamblaje entre películas y composición sonora” que el propio creador de Azpeitia hace en vivo.