Han sido diez meses de lucha y 61 jornadas de paros en defensa de algo tan básico como un convenio digno y unas condiciones laborales aceptables para la plantilla de Moventis TCC (las villavesas). Diez meses de compromiso, de unidad y de lucha colectiva como pocas veces se ha visto. Todos los sindicatos y toda la plantilla, hombro con hombro, demostrando que cuando se pelea con dignidad se puede mirar a los ojos a cualquier compañero o compañera.
Y, sin embargo, se ha perdido una oportunidad histórica. No por falta de fuerza ni por falta de razón, sino por la actuación de quienes, una vez más, han demostrado que su lealtad no está con la clase trabajadora, sino con la empresa. UGT ha vuelto a retratarse. Su tendencia a ponerse de perfil –o directamente del lado del patrón– ha quedado más clara que nunca.
A esta traición sindical hay que añadir la actitud de la empresa, Moventis TCC, que no ha dudado en emplear todas las artimañas posibles para reventar la huelga. Cambios arbitrarios de servicios a quienes querían ejercer su derecho, imposición de servicios mínimos decididos a dedo, llamadas y presiones al personal recién incorporado, con amenazas más o menos veladas de no renovación. Se ha empujado, se ha gritado y se ha agredido a piquetes informativos y a cualquiera que no se plegara a su voluntad. Se han pisoteado derechos fundamentales, como si no tuvieran ningún valor.
Mientras tanto, algunas personas con puestos de responsabilidad, colocadas por su obediencia y agradecimiento a la dirección, se pasean por los pasillos haciendo chistes, faltando al respeto y riéndose mientras la plantilla, chantajeada y forzada, firma un acuerdo indigno. No representan a nadie más que a sí mismas y a quienes les prometen recompensas futuras a cambio de su servilismo presente.
Y todo sin olvidar el papel de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona. Lo que ha sucedido en este conflicto laboral esconde la realidad de las privatizaciones de los servicios públicos. Dejar en manos de empresas privadas servicios como el transporte público permite ganar dinero a empresas como TCC Moventis a base de explotar a su plantilla. En concreto, la adjudicación del transporte público se realizó para diez años con un 14% de rebaja respecto de la adjudicación anterior. Además hay que recordar que los días previos a San Fermín, y en uno de los momentos críticos del conflicto, la Mancomunidad sacó un comunicado posicionándose a favor de la empresa, diciendo que la propuesta de la oferta de la empresa era “suficiente y que la huelga era injustificable”. El hecho de que la Mancomunidad se posicione con la empresa dejando tirados a sus trabajadores y trabajadoras, cuando ha sido la propia Mancomunidad la que ha provocado esta situación bajando el precio de la licitación anterior, no tiene defensa alguna.
Lo decimos alto y claro: esto no ha terminado. La dignidad no se firma, la lucha no se vende y la memoria de estos diez meses no se borra con una firma. Porque mientras algunos se arrastran, otros seguimos de pie, con la convicción intacta de que los derechos no se conceden, se defienden.
ELA