ras el parón y un bloqueo creativo causado por la crisis de pandemia y el confinamiento, Belén Arévalo (Pamplona, 1959) se motivó de nuevo después del pasado verano, mientras revisaba su estudio. "Mirando carpetas, vi cosas de proyectos que no las sacas a la luz, un montón de material interesante al que se le podía dar una vuelta. Yo procedo de la gráfica, así que me dije: voy a dejar un poco el mundo del dibond y voy a volver al papel", cuenta.

Y lo ha hecho, creando una nueva serie en la que ve "todo un mundo por explorar", reconoce con brillo en los ojos. Son sus arquitecturas sobre papel -así las llama-, que pueden disfrutarse este mes en la Galería Ormolú de Pamplona. "Pequeñas esculturas creadas a partir de imágenes y de collages que tenía en el estudio y sobre las que te puedes pasear", cuenta la autora. Porque la visión de un lado y de otro son diferentes, y están los recovecos que forman en el papel los pliegues, las arrugas, las dobleces y los volúmenes creados por la artista en este proceso y juego en el que vuelven a estar muy presentes, como motivos, la naturaleza, la sociedad que rodea a Belén Arévalo y la arquitectura.

Una naturaleza que, ahora, tras la vivencia del confinamiento y con fuertes restricciones todavía vigentes no se sabe por cuánto tiempo, se nos antoja más exhuberante y atractiva que nunca. "Parece que ahora valoramos más la naturaleza, aunque yo no sé si al final será así, porque hablamos mucho pero no la cuidamos tanto, y ahora la gente está saliendo mucho y también la estamos invadiendo", reflexiona la artista mientras recuerda que "la naturaleza se recuperó mientras no estábamos metiéndonos con ella", dice en alusión a los meses de confinamiento obligado.

Tsunami o Calima son algunas de las palabras que pueden leerse en estas arquitecturas sobre papel, y a las que dan título. "Empecé a trabajar imágenes con una naturaleza de gran fuerza: tempestades, tsunamis, tormentas, el mar muy bravío... yo creo que era lo que me pedía, por algún sitio tenía que salir toda esta viviencia de esta crisis, y dije: venga, voy a romper todos los trastos", cuenta sonriendo.

La exposición Una vuelta más pone en diálogo estas nuevas arquitecturas de Belén Arévalo -impresiones digitales sobre papel conqueror de las que se muestran un total de 17- con obra fotográfica anterior, desde algunas de la serie Emakumeak del año 1999, pasando por trabajos de Escenografías que realizó para la UPNA, de la serie centrada en Portugal Mirar un viaje y de Gárgolas, que es lo último que hizo para una muestra en El Sario. En total, 18 fotografías lucen en las paredes de Ormolú, evocándonos sensaciones, visiones y momentos de viajes de la artista por toda la geografía. Roma, Nueva York, Cuba que tiene una presencia significativa, Portugal, Bilbao o Barcelona, entre otros lugares.

Aunque a Belén Arévalo nunca le ha interesado especificar los sitios. "Me interesa crear un viaje onírico, una poesía visual; busco que el espectador se relaje, que esté disfrutando de la imagen y le evoque momentos, recuerdos, que a cada uno le lleve a un lugar", dice.

Ya usamos demasiado la razón, de ahí que la artista nos invite aquí a cultivar la lírica y la emoción, a dejarnos llevar y tomarnos el tiempo para disfrutar de lo que tenemos ante nuestros ojos.

El arte como objeto de belleza e intimidad

En este momento especialmente complicado para mostrar obra y para llegar a establecer el diálogo deseado con el público, Belén Arévalo reivindica en esta exposición el arte como objeto bello e íntimo. Cada obra que ha creado en papel tiene su estuche personalizado. "Todas las obras son únicas. Se pueden colgar en la pared, poner sobre una mesa o estantería, o guardar en su estuche y sacar cuando uno quiera", dice de estas sugerentes arquitecturas, algunas de las cuales ya están en su propia caja, desde la que se despliegan. La artista apuesta por creaciones íntimas y asequibles -ha puesto un precio de 300 euros a cada arquitectura de papel que se vende con su propio estuche personalizado- para que la gente se anime a hacerse con una obra de arte en un momento en que la venta es casi un imposible.

En cuanto a las oportunidades para exponer, Belén Arévalo cree que no han cambiado tanto desde la pandemia: "En Iruña tenemos los espacios que tenemos, y por lo menos ahora parece que la gente, al no poder irse fuera, está yendo a las cosas culturales cercanas. Por lo menos en Ormolú se está notando que entra más gente", celebra.

Eso sí, lamenta que la cultura siempre sea "el último elemento, a pesar de que se ha demostrado en esta pandemia y en el confinamiento que hemos sobrevivido gracias a ella". "Está muy bien decir que la cultura es imprescindible, que ha sido nuestra tabla de salvación, pero al final son solo palabras. Lo que se necesitan son hechos", afirma la artista pamplonesa.

Ella, amante de los viajes, se ve ahora mismo "atrapada". "No tener esa libertad para moverme es una sensación que me está pesando... Me acuerdo de cuando hablaba con los cubanos, que no tenían libertad para poder viajar, y les entendía, pero ahora que estoy en esta situación lo entiendo más. Solamente con poder cruzar la muga a Gipuzkoa y ver y oler el mar, aunque solo pudiera hacerlo un día... Cargaría pilas. Sueño con eso, y con volver a Costa Nova -el pueblo pesquero de Portugal que frecuentaba-. Allí soy libre. Allí soy feliz. En el momento en que abran la puerta...".

Mientras, para Belén Arévalo la vía de escape son "estas ventanas" -dice mirando sus obras- a las que se asoma y casi se lanza con necesidad vital.

Título. Una vuelta más.

Artista. Belén Arévalo (Pamplona, 1959).

Obra. Collages fotográficos y arquitecturas sobre papel.

Lugar. Galería Ormolú de Pamplona (Paulino Caballero, 42 - bajo).

Fechas. Inaugurada el pasado día 6, puede visitarse hasta el 30 de este mes en el horario habitual de la galería: de lunes a jueves de 9.00 a 14.00 y de 18.00 a 20.00 horas, y los viernes solo en horario de mañana, de 9.00 a 14.00.

"Me interesa crear un viaje onírico, poético, que a cada uno le lleve a un lugar y le evoque algo"

Artista plástica