El pamplonés Txema Berruete Cilveti acaba de publicar Redención. Prisión-Fortaleza San Cristóbal 1937, una novela basada en hechos reales, con rigor histórico, que recoge lo acaecido en esta prisión, incluyendo la fuga de 795 presos, hasta su cierre definitivo.

Muchos son los libros y artículos de prensa que se han escrito sobre el Fuerte de San Cristóbal, ¿qué novedades cree que arroja esta obra?

-Hasta que no me decidí a escribir este libro sobre la Prisión-Fortaleza de San Cristóbal, no podía darme cuenta del material escrito existente: los trabajos del historiador José María Jimeno Jurío publicados en la revista Punto y Hora de Euskal Herría, los libros sobre la vida en la prisión y la mayor fuga de presos de Europa la historia, fruto de largas investigaciones realizadas por Félix Sierra, Iñaki Alforja, Fermín Ezkieta, Amaia Kowasch, Francisco Etxeberría, Koldo Pla. Y, por supuesto, de aquellos que han ayudado a la recuperación de la memoria histórica. Esta novela, por un lado, describe la vida inhumana en la prisión con relatos ya publicados en otros libros, y otros nuevos que fruto de la investigación he recopilado en casi cuatro años de trabajo. Por otro, aporto la visión del capellán de la prisión, una perspectiva desde alguien que tenía un pie fuera y otro dentro de la prisión.

Ese es el testimonio de su tío, José Manuel Pascual, de quien recibió un manuscrito allá por los años 90. ¿Cómo es?

-Mi tío José Manuel Pascual Hermoso de Mendoza, el tío José para la familia, era párroco de la localidad navarra de Sorlada y al comenzar la guerra fue voluntario como capellán de la IV Brigada Navarra, participando en el frente del Norte, en el de Madrid y en el del Ebro. Tras la fuga de presos de San Cristóbal el 22 de Mayo de 1938 el obispo de Pamplona, monseñor Marcelino Olaechea, decide nombrarlo capellán del Fuerte con dos objetivos: la propia función pastoral de su condición y humanizar la prisión. El sacerdote comienza una nueva labor y realiza muy diversas gestiones para mejorar las condiciones de los presos. Sus memorias nos las dejó escritas a la familia y en los años 90 llegó a mis manos. En las mismas, aporta una visión diferente de la vida en prisión, que complementa a las aportadas hasta la fecha por diversos reos que sufrieron el encarcelamiento en el alto del monte Ezkaba.

El libro comienza con la llegada al fuerte, ¿qué estructura sigue y cómo es la historia que cuenta?

-Un chaval de Azagra de la UGT es detenido en su pueblo por el Chato de Berbinzana y lo llevan al Fuerte de San Cristóbal. Allí conoce a un preso gallego, Antonio Sastre, que hace de sacristán de la capilla, quién le va presentando a presos de muy diferente ideología: socialistas, comunes, anarquistas, comunistas, nacionalistas y hasta falangistas. Se hace amigo de dos jóvenes militantes del PNV de Iruña, Pablo Redín y Saturnino Ichaso, con quienes emprende la fuga el 22 de Mayo de 1938, con fatales consecuencias para los tres.

En ese sentido, dentro de este relato ficcionizado, ¿qué hechos históricos encontramos en la novela?

-Los episodios que desvelo, entre otros, del herrero de Mélida, del apoyo externo del PNV, de los fusilamientos de Echalaz, de la casa de la Cándida, de la función de las monjitas, de las actividades que promovían desde el Patronato, o la organización de la primera Javierada€ son todos reales y están relatados como ocurrieron. En algunos casos, he situado episodios fidedignos de forma ficcionada.

¿Quiénes son los protagonistas?

-El actor principal e hilo conductor de la historia es el sacristán Antonio Sastre Guede, un preso real, que cuenta las vivencias del penal. También tienen importante protagonismo El muete, el joven preso de Azagra, así como el Capellán y el Obispo de Pamplona. Algunos reales son conocidos como el pintor Javier Ciga, el miembro de ANV Peio Irujo -hermano de Manuel de Irujo-, el artista Álvaro de Retana, el falangista Alcázar de Velasco o el exministro Miguel San Andrés. También son reales, pero más anónimos, los mencionados Pablo Redín y Saturnino Ichaso, el cura rojo Juan Marco, el exjugador de Osasuna Txomin Meaurio o el escritor Joaquín Embún. Bien es cierto, que otros figurantes son inventados.

En el libro aparece uno de sus abuelos, Rufino, quien era miembro de la UGT. ¿Qué puede contar de él?

-Mi abuelo Rufino Cilveti, un hombre popular en el Casco Viejo pamplonés, huyó al comenzar la guerra amenazado por ser de la UGT. Tuvo que dejar solas a mi abuela y a mi madre con 6 años. Tras pasar a Francia, se enroló en el ejército republicano en el levante español. Al acabar la guerra, fue detenido por el ejército de Franco y trasladado a África. Saltó de un camión cuando lo llevaban a fusilar y se libró de una muerte segura. Tras vagar por Marruecos, por mediación de la Cruz Roja y la ayuda de un cuñado falangista, consiguió regresar a Iruña sin cargo alguno, y volvió a llevar una vida normal.

Junto al relato, incluye una serie de anexos a modo de cierre. ¿Qué información extra suman?

-Los diez anexos recogen una serie de documentos y de cartas que se cruzan solicitando las mejoras en las condiciones de la prisión. Cabe destacar la carta que le envía el obispo Olaechea a Franco, en la que solicita mayor prisa al fallo de las causas y un aumento de la asignación diaria a los presos.

Apunta que con material como este, se fortalece la memoria histórica que durante cuarenta años fue silenciada. ¿Ya era hora de que saliera a la luz?

-Sin duda, toda aportación que se ofrezca para dar a conocer los sucesos reales que sucedieron en este penal, o en cualquier otro lugar, es una obligación moral facilitarlo a los familiares y autoridades. Por ejemplo, uno de los datos que se recogen en el libro sobre el fusilamiento junto a la localidad de Ibiriku, se puso en conocimiento del Instituto de la Memoria, y junto a otros datos facilitados posteriormente, se han podido exhumar varios cadáveres. Gracias a los nuevos avances en las pruebas de ADN, dos cuerpos han sido identificados y entregados los restos a sus familias.

¿Están previstas presentaciones o charla en torno a la temática?

-Estoy haciendo presentaciones no comerciales en residencias de la Tercera Edad, exclusivamente para residentes. He hecho en la residencia San Jerónimo y la Casa de Misericordia de y tengo otras previstas en otras localidades de Navarra y de la CAV. He creído que las personas más mayores, que sufrieron la guerra y muchos conocieron a presos que estuvieron encarceladas en el Fuerte, son las primeras que deben conocer los trágicos sucesos que cuento en el libro, con rigor histórico. En estas presentaciones estoy disfrutando del intercambio de información, ya que algunos de nuestros mayores me están contando relatos desconocidos hasta la fecha.