Simpático, humilde y con mucha paciencia para firmar autógrafos. Matt Damon llegó al Festival de Cannes como una estrella, pero también como un ser humano preocupado por la realidad para presentar Cuestión de sangre, fuera de competición.

"Estamos viviendo una realidad muy inhumana" por "la falta de contacto". "No es así como se supone que debemos vivir", reflexionó Damon, al ser preguntado por su sensación al estar en Cannes tras los dos últimos años marcados por la pandemia de coronavirus.

Anoche fue la proyección de gala de la película en el Gran Teatro Lumière y Damon se emocionó hasta las lágrimas por la ovación que todo el público le dedicó al finalizar la película. "Estoy muy contento de estar aquí, después de tanto tiempo viendo las cosas por televisión, estar en una sala de cine con 2.000 personas, que son extraños pero que forman parte de la misma comunidad...es un gran recuerdo".

El actor llegó a Cannes para presentar fuera de competición Cuestión de sangre, una historia sobre el Estados Unidos de hoy a través de Bill, el personaje que interpreta Damon, pero también sobre las relaciones y sobre una posible redención, como explicó su director, Tom McCarthy, Óscar al mejor guion por Spotlight (2015).

Una película llena de capas que cuenta cómo Bill, un taladrador del sector petrolífero, viaja a Marsella (Francia) para ver a su hija Allison (Abigail Breslin), quien cumple condena por un asesinato que asegura no haber cometido. Y allí se encuentra con una realidad desconocida para él. Porque Bill es una persona muy concreta de un sitio muy concreto y con una vida muy cerrada, como explicó el actor. "No queríamos hacer un alegato político", dijo al referirse a la personalidad de un personaje claramente de la parte estadounidense que apoya al expresidente Donald Trump.

"Situarlo en Oklahoma fue esencial" porque "todo está lejos en Oklahoma", donde la gente es calurosa, pero apenas ha salido de allí. De ahí viaja a Marsella, ciudad multicultural que es todo lo que él no ha conocido. El choque cultural es una de las partes más interesantes de la película, con un Bill que perdido que encuentra apoyo en Virginie (Camille Cottin) y su hija, interpretada por Lilou Siauvaud.

El filme muestra una relación "que no es la típica de un padre y su hija, es extraña", señaló Breslin. Pero no fue difícil de interpretar para Damon, que como padre se sintió identificado con la lucha de Bill por sacar a su hija de su problema: "Cualquier padre puede sentirse implicado con una historia así, aunque la película es sobre un hombre muy concreto en un lugar muy concreto que se ve totalmente superado", explicó.