Paco Ibáñez, a sus 86 años, quiere insuflar esperanza a su público y a sí mismo. En su paso el sábado por el festival TerraCeo en el Auditorio del Mar de Vigo, intentó ofrecer un poco de calor en tiempos de zozobra, desorientación y vacío.

Definió el cantautor y activista este último año y medio como "horrible, tremendo, peligroso" y lamentó que se haya llegado "a una frivolidad inaguantable".

Con la terraza llena, pues no había ni una silla vacía, Ibáñez fue presentado por Abel Caballero, el alcalde de la ciudad, que definió al cantante como su "ídolo", al tiempo que aplaudió su música, por ser la que le daba "ánimo y fuerza", tanto en tiempo atrás como en esta etapa.

La más bella niña, de Luis de Góngora, fue el tema elegido por Ibáñez para el comienzo. Y, a continuación, La poesía es un arma cargada de futuro, de Gabriel Celaya.

Acompañado por Mario Mas a la guitarra, Ibáñez, que admiró la belleza de la ría y bromeó con las temperaturas poco veraniegas - "el sol os acompaña a todas partes, ¿eh?"-, ahondó en la necesidad de concienciar de lo importante, algo que seguirá haciendo hasta que muera, como ha avisado.

Citó a Messi, y aludió a los sueldos de los futbolistas, para concluir que en lo suyo, en lo que él hace, "no se trata de millones, se trata de emociones". "Hay que volver a cantar no pasarán", arengó. "Anticonformistas hasta el final", prosiguió.

Al escenario subió Antonio García Teijeiro, un poeta en lengua gallega, gran amigo de Ibáñez, al que musicó cuatro poemas. Su parte conjunta se abrió con Qué ocorre na terra y se cerró con Pomba, en la que Teijeiro también hizo de vocalista.

Paco Ibáñez, que habló en gallego y en euskera, idiomas que domina, honró después a Celso Emilio Ferreiro con Chove y compartió su tristeza por no haber podido hacerlo ante la mujer del escritor, llamada Moraima. "Pero se la canto donde esté", espetó.

A continuación, Lorca, al que asesinaron, remarcó Ibáñez, con Si tú vienes a la romería y Canción de jinete.

No faltaron Soldadito boliviano, Andaluces de Jaén, La mala reputación, Érase una vez (por aclamación popular) y, para el cierre, A galopar, con la que el público se irguió y elevó el tono. "Nos veremos pronto", se despidió Ibáñez.

"Esperemos verlo muy pronto. Esto ha sido muy especial, inolvidable", fue el comentario más repetido en las escaleras y los ascensores de bajada del recinto, que nadie abandonó al galope.