- Las nuevas Historias para no dormir, que presentaron ayer en el Festival de Cine de Sitges sus directores Paco Plaza, Rodrigo Cortés, Paula Ortiz y Rodrigo Sorogoyen, ensalzan la figura de Chicho Ibáñez Serrador como “un gran cineasta” con solo dos películas. Esta producción para Amazon Prime Video y RTVE, recupera el formato de suspense con el que Ibáñez Serrador revolucionó el panorama audiovisual de los años 60 y de momento se han hecho cuatro episodios, que se estrenarán en la plataforma de pago el 5 de noviembre.

Paco Plaza, que ha dirigido Freddy, es el único que ha prescindido de la historia original para imaginar un capítulo que nunca se llegó a hacer y en el que aparece el propio Chicho, interpretado por Carlos Santos, que para meterse en el papel llevó incluso la ropa del creador del 1,2,3... Lo que más le gustaba de Freddy era la presentación de Chicho, al que quería “convertir en un personaje de ficción, alguien que para mí fue uno de mis grandes maestros”. Plaza, igual que Cortés, quería reivindicar además “al Chicho cineasta”, su influencia con solo dos películas, La residencia y ¿Quién puede matar a un niño? Cortés ensalzó “al Chicho cineasta, que es gigantesco con solo dos películas, sus angulaciones, la atmósfera, las lentes, la narrativa”; y se queda además con el papel de “prescriptor” que Chicho hizo a través de Mis terrores favoritos. Rodrigo Cortés, director de La broma, en la que el plan de una esposa y su amante para deshacerse del marido bromista desembocaba en una trama inquietante e imprevista, señala que “actualizar aquellas historias casi surgió solo” y lo único que tuvieron que hacer los cuatro directores fue “meter la mano en el cofre del tesoro y escoger una historia que se adaptara a nuestra expresión”. El director de Buried asegura que “no sentimos que estamos bajo la sombra alargada de Chicho, sino bajo su paraguas”.

En El doble, Rodrigo Sorogoyen, también afrontó el proyecto como “un divertimento” y le apetecía usar “este formato, que no es una película en duración” y le permitía explicar la historia de los androides con un enfoque diferente: “cómo los humanos utilizan los robots para sobrellevar las dificultades de sus relaciones afectivas”.

En un plano diferente se mueve Paula Ortiz en El asfalto, entre el drama social y la comicidad a partir de la vivencia de un hombre que se dedica al reparto a domicilio en bicicleta, que acaba literalmente engullido por el asfalto ante la impasibilidad de los ciudadanos, que prefieren inmortalizarlo en las redes sociales antes que ayudarlo.