Sex o no sex. Ésa es la cuestión que la clown Virginia Imaz lleva a escena con su último espectáculo, donde bajo ese título, se ríe de "la asignatura pendiente del placer sin culpa", entre otros tabús y prejuicios relacionados con la educación afectiva sexual. "Cuando consigo que la gente se ría de eso, creo que estamos ya en un proceso de sanación y de comprender que el sexo y la masturbación no es sucio ni es pecado, sino que incluso es saludable", explica la cómica vasca, en vísperas de su actuación en la Escuela Navarra de Teatro. Porque la ENT acoge este miércoles la puesta en escena de Sex o no sex, con motivo de la primera edición de Narices, el primer Festival Internacional de Payasas de Navarra. La cita comenzará a las 19.00 horas y la entrada tiene un precio de 11 euros.

"Es un honor enorme poder estar en el festival con este espectáculo, ya que creo que en general casi todo lo que hemos visto de sexo a nivel de humor tenía un enfoque masculino", apunta Virginia Imaz Quijera (San Sebastián, 1962) en relación a Sex o no sex, montaje protagonizado por Pauxa, el personaje que ha aparecido en infinidad de sus espectáculos a lo largo de su dilatada trayectoria. En esta ocasión, la cómica vasca lleva a las tablas "el tema de la educación afectivo sexual que hemos recibido", tanto hombres como mujeres, para defender particularmente "el empoderamiento femenino a través del cuerpo y del placer sin culpa".

Bajo estas premisas la payasa ha dado forma a un show dirigido a público adulto y en el que mediante el código clown se ríe de "cosas que me dijeron de niña y de la censura" que puede existir en relación al sexo.

Recuerda en ese sentido cómo cuando tenía 6 años y se estaba preparando para la comunión y mantenía encuentros con el cura para confesar sus pecados: "Yo era súper inocente y en una de las confesiones, el cura me preguntó si acostumbraba a introducirme algún objeto en algún orificio de mi cuerpo... Y yo no entendía nada y le dije que sí y el objeto era un tapón de boli bic en la oreja. Y se enfadó muchísimo, fue terrible".

Esa inocencia se traslada a Sex o no sex, donde tirando de cierta exageración y ficcionalizando los hechos -avanza que en algún momento incluso mantiene una conversación con Dios- reivindica tanto el sexo como "el tema de la masturbación femenina". Un tema que bien puede ser tabú y que hace que el espectáculo funcione, porque "esos temas nos mueven rápidamente a una risa visceral".

Desigualdad de géneros

Acerca de su actuación en Pamplona, la veterana payasa Virginia Imaz -"en abril cumpliré 60 años, llevo más de media vida en esto"- destaca la relevancia de citas como el festival Narices, que ayudan a visibilizar el trabajo de todas las mujeres que están en el mundo del clown, quienes en muchas ocasiones no encuentran espacio para poder compartir sus propuestas: "Yo tuve el honor y responsabilidad de ser una de las primeras mujeres payasas de clown, pero a menudo pasa que estamos cinco o seis y con nosotras cubren el cupo en la programación", critica sobre un hecho que define como "el síndrome de la pitufina". Y explica: "Entre los perfiles de pitufos está el gruñón, el investigador... pero las pitufas estamos representadas sólo en un único personaje".

En ese sentido, asegura que esto se debe en parte a que muchos de los programadores de festivales sean hombres, por lo que "sin mala fe" escogen proyectos con "los que más se identifica", en este caso realizados por hombres. Y por ello festivales de payasas como Narices "vienen para cubrir ese vacío y compensar esa infrarepresentación, con búsquedas y voces diversas de un montón de payasas, que gustaremos más o menos, pero tenemos mucho a poner en valor nuestro trabajo y que el público lo conozca".

Precisamente ese poso reinvidicativo femenino y la perspectiva de género han estado muy presentes en los espectáculos de Imaz, que en 2017 recibió el Premio Emakunde a la Igualdad en reconocimiento a su labor. Y desde la experiencia que atesora, realiza una radiografía del mundo del clown, que ha permanecido "en stand by" durante los últimos dos años debido a la pandemia. Y, recuerda, según estadísticas realizadas acerca de cómo esta pandemia ha afectado al sector y a sus trabajadores, "el paro y la precariedad ha afectado cinco veces más a mujeres que a hombres artistas". Y es que, lamenta, "cuando a todo el mundo nos va mal, a las mujeres nos va peor en general".

Por ello destaca la importancia y el valor de "educarse y reeducarse con criterios de programación que sean cada vez más inclusivos, no sólo con hombres y mujeres, sino también con propuestas de nuestra tierra y de fuera".

Unas propuestas que a su juicio se están abriendo a diferentes temáticas: "Una de las novedades es que los chicos están trabajando el tema de la paternidad responsable y es muy bonito", señala y mirando al trabajo de mujeres clowns, destaca cómo se están tratando temas como la maternidad, la búsqueda del amor y de la pareja junto a otros como el cambio climático, personajes históricos que se rescatan... "Tenemos mucho de lo que reírnos y eso está genial", concluye. Y hoy, en la ENT, habrá ocasión para ello.