Más de cuatro décadas han pasado desde que el 11 de junio de 1980 desapareciese el pamplonés José Miguel Etxeberria Álvarez Naparra. Tenía 22 años, era miembro de los Comandos Autónomos Anticapitalistas y se había refugiado en Iparralde. A los días, su familia recibió una llamada de la policía francesa, comunicándoles que habían encontrado su coche en Ziburu. Y antes de que el vehículo se envíase al desguace, Patxi Etxeberria, el padre de Naparra, sacó un destornillador, desmontó el volante y se lo llevó a casa. Quería tener algo de su hijo. Ese volante da título a Bolante baten historia (Historia de un volante), el documental de Iñaki Alforja e Iban ToledoBolante baten historia (Historia de un volante) que reconstruye la herida abierta con la que ha convivido la familia Etxeberria Álvarez desde que Naparra desapareció, sin abandonar su búsqueda por encontrarlo. La película, que indaga en la memoria y en la necesidad de enterrar a los difuntos para poder superar el duelo, se estrena este viernes en los cines Golem.

A lo largo de sus 85 minutos de metraje, Bolante baten historia (Historia de un volante) reflexiona también "sobre el conflicto que nos ha tocado vivir y de cómo queremos pasárselo a las siguientes generaciones", explica Alforja. El filme está protagonizado por Eneko, hermano de Naparra, capitán de una búsqueda que inició con sus padres, Patxi y Celes, que ahora comparte con su mujer Amaia y su hijo Oier, y que desde un inicio estuvo marcada por versiones contradictorias: algunos comandos autónomos acusaron a ETA de la desaparición de Naparra, la Agencia EFE dijo que habían sido sus propios compañeros, el Batallón Vasco Español reivindicó en cinco ocasiones el acto... y en medio, la familia.

Una "familia tradicional de Pamplona que de repente se ve involucrada en esto", cuenta Alforja, que agradece a los Etxeberria Álvarez "su generosidad y honestidad, ya que no han construido un relato oficial, sino que también han mostrado sus contradicciones, lo que piensan, sus miedos, sus dudas...".

En pantalla se reconstruye el caso y cómo, perseverante, la familia dialoga con la cúpula de ETA, acuden a la Audiencia Nacional o viajan a Ginebra (Suiza), invitados por la ONU a una comisión del Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias. Así, el documental, rodado en euskera y castellano, recoge también los testimonios del reconocido forense Paco Etxeberria; el ex miembro de los Comandos autónomos anticapitalistas Enrique Zurutuza; el coordinador del grupo de trabajo de la ONU sobre personas desaparecidas, Luciano Hazan; o el ex miembro de ETA Eugenio Etxebeste, entre otros.

Los directores del documental, Iñaki Alforja e Iban Toledo, con el cartel de la película.

Exhumación en Las Landas

Uno de los puntos clave de la historia y de la película es el momento en que la familia localiza a un ex miembro del Centro Superior de Información de la Defensa (CESID), que desde Brasil les comparte unas indicaciones exactas de una zona donde, dice, podría estar enterrado Naparra.

Fue así como, siguiendo estos datos, en 2017 se inició una exhumación en un terreno en Las Landas que se abandonó por falta de hallazgos. Sin embargo, estas mismas indicaciones también encajaban con otra zona, muy cercana al lugar donde se excavó, pero a día de hoy no se ha realizado ninguna nueva excavación. "El final del documental no es el que nos hubiera gustado", reconoce Toledo, ya que durante todos estos años han estado esperando a ver si se realizaba esta segunda exhumación, pero "no ha sido posible".

Más hechos y menos perdones

De ahí que a la pregunta de si sendos directores consideran un paso la petición de perdón a las víctimas de la violencia policial y del Estado hecha por el portavoz de UPN, Iñaki Iriarte, Alforja se ha mostrado crítico: "A estas alturas, los gestos... Lo que construye la realidad son los hechos, eso es lo que se necesita", ha apuntado el realizador navarro, para invitar al Parlamento foral a que "se implique en pedir que exista sea segunda exhumación en Las Landas".

Además, como ha recalcado Toledo, casos como el de Naparra están ahora mismo sujetos a la reforma de la Ley de Secretos Oficiales, cuyo planteamiento conduce a que "como mínimo hasta 2050 no vean la luz todos estos secretos de la memoria reciente que ha pasado en este pueblo". Y entonces, si no se es posible acceder todavía a esos secretos oficiales que podrían arrojar luz a los casos pendientes, "¿qué vamos a dejar, una herida abierta a las siguientes generaciones", cuestiona Toledo sobre un interrogante presente en la película.

De ahí la importancia entonces de proyectos como Bolante baten historia (Historia de un volante), que han definido como "una pieza" más que se suma al puzle que es la reconstrucción del relato. Porque, concluyen, "han ocurrido muchas cosas y es importante que se sepa para que algún día no nos puedan decir que eso no pasó".

Por ello tanto Alforja como Toledo se muestran "contentísimos" del recorrido de la película, que tras su paso por los festivales de San Sebastián y Zinebi, llega este viernes a las salas comerciales: "Hemos hecho el documental para que la gente lo vea, valore, reflexione y se genere preguntas más que respuestas", resume Alforja. Porque esta es la Historia de un volante muy cercana a muchos y muchas.