El 30 de junio, y después de 33 años al pie del cañón, Miguel Bayo Reyes bajó la persiana de su Pastelería Panadería Reyes en Lodosa. Y es que, a sus 68, y tras llevar tres años alargando la despedida para intentar buscarle un relevo al negocio, llegó el momento de jubilarse. Con sentimientos encontrados, aunque con más alegría y satisfacción que nostalgia, asegura que “me quedo con el contacto con la gente, con la clientela que ha pasado por aquí y que, al final, era familia”.

Bayo, como lo conocen en el municipio, cuenta que empezó con 14 años en la Primicia, otro establecimiento lodosano, y que después se marchó a trabajar a Pradejón. “No es que me gustase este mundo, pero había que trabajar en algo. La verdad es que no me imaginaba llegar hasta aquí”. Después, y una vez que decide emprender su negocio, “no fue sencillo, sobre todo a nivel económico, porque no tenía dinero. De hecho, tuve que pedir un crédito y pagué un interés del 17%; la única forma de salir adelante era trabajar todas las horas que podía. Estaba en Lodosa e incluso repartía por los pueblos de la zona”.

Aunque duro, también recuerda aquellos años como “un tiempo muy bonito. Este era un barrio, un poco más alejado de la plaza, en el que había muchos vecinos y nos acogieron muy bien. Ahora es cierto que las cosas y los gustos han cambiado, pero la gente sigue siendo fiel a la calidad. Además de la pastelería también introduje el pan, que era el complemento perfecto”.

La evolución

Entre sus productos estrella, precisamente, “están el pan y el goxua, así como la tarta de frutas y el Roscón de Reyes. Lo que funciona, no se toca, pero es cierto que, por ejemplo, antes las personas mayores consumían mantecados, y eso a la juventud no le va”. De hecho, si algo bueno le han dado estos últimos años de trabajo, expone, “ha sido el trasnocheo de los jóvenes; cuando vuelven de fiesta, vienen y se comen un bocadillo. Ha sido una gozada, una de las mayores satisfacciones de un tiempo a esta parte. Lejos de dar guerra, creaban un ambiente buenísimo, hemos tenido mucho feeling y ya me han dicho varias veces que a ver qué van a hacer este verano”. Y es que su persiana se levantaba a las 4.30 horas y solo cerraba el 25 de diciembre y el 1 de enero (y vacaciones, cinco días seguidos, como mucho).

Tras pasar una muy mala época durante la pandemia y de seguir adelante con el negocio después de dos operaciones, entiende que nadie haya querido seguir el legado. “Tienes que tener vocación e ilusión. Además, hoy en día nadie quiere hacerse autónomo. Yo nunca he venido amargado o cansado; y no me ha importado madrugar porque me encanta mi trabajo; siempre evolucionando, haciendo amistades, aprendiendo fórmulas de colegas de la profesión, etc”.

Su hija, un pilar

Junto a él estaba en la despedida su hija María, de 35 años, y que también ayudó cuando era más joven en la tienda. “Tengo recuerdos de estar de pequeña jugando en los cestos de pan como si fuese un txiki park. Después me tocó arrimar el hombro, pero, una vez que estudié Trabajo Social, Sexología y Psicología (la mitad), encontré un trabajo fijo, y lo dejé. En ningún momento me planteé quedarme aquí”.

Además, y en cuanto a la jubilación de su padre, “estoy encantada porque creo que ahora va a empezar a vivir. Por su bienestar personal, le va a venir genial; estoy segura”. En este sentido, añade además, que “una cosa bonita que yo he notado es que, como él vino de Andalucía muy joven, siempre lo he visto muy integrado con la comunidad extranjera; ha tenido mucha empatía”.

De hecho, muchos eran los clientes que se iban despidiendo de una u otra manera… Hubo quienes en broma le pedían que no les cobrarse el pan, quienes le dijeron que “tienes que cambiar el chip, aunque te va a costar dormir”, y hasta quien le dijo: “Eres la persona más mítica de Lodosa”.

Nuevas aficiones

Aunque no le ha dado tiempo de asimilar que no tiene que ir a trabajar, Miguel tiene claro que seguirá activo: “No madrugaré tanto, pero me iré con la bicicleta o a la piscina. También tengo un huerto que hasta ahora no lo he podido atender ni disfrutar”.

Sin quedársele nada en el tintero, aunque echando mucho en falta a quienes se han marchado, agradece el trato de la gente y la compañía; “ha sido una gozada compartir con vosotros estos 33 años desde que abrí el obrador. Sois algo muy importante en mi vida”. Para terminar, asegura que “si volviese a tener 14 años elegiría de nuevo esta vida porque me ha gustado y lo he disfrutado muchísimo”.