Cuando Francisco de Goya y Lucientes falleció durante su exilio francés en 1828, su cuerpo fue enterrado en el cementerio local de Burdeos. Nadie desde España, ni siquiera su familia, reclamó su cuerpo. Pasaron décadas hasta que el cónsul español en Burdeos encontró por casualidad la tumba del artista y tras años de trámites, consiguió el permiso para exhumar el cadáver y trasladarlo a España. Pero al abrir la lápida, la sorpresa fue grande: la cabeza de Goya había desaparecido. ¿Dónde estaba? Responder a a esa cuestión es el motor de Oscuro y Lucientes, el documental de Samuel AlarcónOscuro y Lucientes que, en clave detectivesca, arroja las claves de qué ocurrió con el cuerpo del pintor tras su muerte. Y el enigma se resolverá este viernes en la Filmoteca de Navarra, donde a las 19.30 horas se proyectará la película en una sesión que contará con un coloquio posterior con el propio director y cuya entrada tiene un precio de 3 euros.

Explica Samuel Alarcón (Madrid, 1980) que era sólo un niño cuando su padre le contó que Goya estaba enterrado en el cementerio de San Isidro, próximo al barrio madrileño donde vivían, y que yacía ahí sin cabeza. “Con los años pensé que era buena idea investigar el asunto y descubrí que la historia era mucho más fascinante de lo que mi padre me había contado”, explica el realizador, que también dirige el espacio radiofónico El cine que viene en Radio Nacional de España.

Las desventuras de qué sucedió con la cabeza del ilustre pintor, de quien este año se celebra el 275 aniversario de su nacimiento, son el hilo de la película, que se aleja de ser un documental al uso. Es una única voz, a la cual no ponemos rostro, la que guía el relato sin desvelar su identidad, pero sin dudar en interpelar al propio Goya en ocasiones: “Me pareció el recurso más adecuado para acercarnos a una historia difícil de seguir, pensé que iba a ser más fácil que el espectador se sintiera aludido pudiendo ser partícipe de esa conversación”, explica Alarcón sobre esa voz que sumerge al espectador en 83 minutos donde además de investigar qué sucedió con su cuerpo, también se ofrecen pinceladas de su vida, como sus últimos días en Burdeos o la relación con su familia.

El realizador Samuel Alarcón, en un rodaje.

Todo ello en clave detectivesca y de misterio, casi acercándose a un thriller: “Como es una historia misteriosa, utilicé elementos de cine de género negro o policial”, explica el director madrileño, para destacar el peso de la banda sonora creada por Eneko Vadillo, que potencia ese misterio.

Con la película se inicia así un viaje para averiguar qué sucedió con la cabeza de Goya que llevará al espectador desde Burdeos, el punto de partida, a Madrid, Zaragoza, Santiago de Compostela... Las imágenes grabadas en diferentes puntos de las ciudades se combinan con fotografías de archivo y cuadros de Goya, siempre con esa voz que narra qué sucedió y contextualiza históricamente cada momento, etapa y persona presentadas en el documental.

Los testimonios de quienes acudieron a la exhumación de Goya y descubrieron el cuerpo decapitado, el propio cráneo desaparecido -o que quizá no estaba tan perdido, como se descubre en la película- y pinturas que retratan esa calavera son alguno de los ingredientes que dan forma a Oscuro y Lucientes, que se estrenó en 2018 en el Festival de Sevilla.

Un capítulo representativo

La muerte de Goya, su olvido en el exilio francés y cómo su cuerpo decapitado llego años después a España es un capítulo desconocido para muchos y muchas, ya que quizá se queda eclipsado por su obra, pero en opinión de Alarcón es también muy representativo: “Me parece muy representativo de cómo España trata a sus artistas, algo que todavía está vigente. Se toma la cultura con una especie de desprecio y cuando pasa el tiempo, se da la vuelta y se hace bandera”, reflexiona.

Destaca, además, que si Goya es universal y conocido “no es por la obra oficial con la que ganó dinero” sino más bien por “su obra más íntima, la que hacía para él”. Y explica: “Son obras que no pasan de moda porque hablan de nosotros mismos y las personas no cambiamos tanto: nuestros peores fantasmas, la envidia, la soberbia... Eso se mantiene y está en la psicología de los personajes que dibuja y pinta Goya”. Un Goya sobre cuya muerte, Oscuro y Lucientes arroja cierta luz.