El bailarín, director y coreógrafo Nacho Duato regresa a la Compañía Nacional de Danza once años después de su abrupta salida de la dirección, cargo que ocupó durante dos décadas, con una nueva coreografía, Morgen, en la que aborda el suicidio: "Nadie habla del alto índice entre los jóvenes durante la pandemia".

Duato tiene en el tono y el movimiento la serenidad que otorga la edad (65), pero cuando ríe surge de su mirada la picardía y la osadía de aquel niño que quería salirse con la suya y dedicarse a la danza. El actual director de la Compañía Nacional de Danza (CND), Joaquín de Luz, le ha invitado a volver para presentar un nuevo trabajo, Morgen, que se estrenará en el Palacio de Festivales de Cantabria el 25 de febrero.

"Conozco a todo el mundo, desde la señora de la limpieza a los técnicos, a todo el equipo de sastrería. Estoy fenomenal, como si estuviera en mi casa, como si no me hubiese ido", dice relajado. Confiesa que está en una edad en la que se tienen que decir las cosas "sobre todo las bonitas", por eso no duda en destacar su trabajo.

Pegado y preocupado por la situación social, Duato ha plasmado en sus coreografías la tortura, la droga, el atentado de Atocha, en Morgen (Mañana), coge el nombre de un aria de Richard Strauss sobre el amor que se profesa una pareja, sin embargo, el ballet que precede a esa pieza está dedicado al suicidio. "Nadie habla del alto índice de suicidios que ha habido entre los jóvenes durante la pandemia", ni el gobierno ni los medios de comunicación, se queja, una razón por la que decidió tratarlo en esta coreografía de una manera abstracta, con música de Pedro Alcalde, teniendo como referencia Resume, un poema de Dorothy Parker.

Duato cuenta que contiene en tono humorístico la historia de Parker, que intentó suicidarse, pero "el gas le olía mal, conseguir una pistola era ilegal... Finalmente, un amigo le dijo: ¿Por qué en lugar de intentar matarte, vives y te dejas de tonterías?" Una coreografía en la que describe un proceso que lleva a la "esperanza, a un punto y coma en la vida", el símbolo que se tatúan aquellos que han intentado quitársela, pero que han decidido continuar. "No pusieron el punto y final sino la coma a su vida", cuenta.