Antes feminista que rapera. Así se presenta La Furia (Cascante, 1983), que acaba de publicar su cuarto álbum, Post Mortem Son diez canciones de rap ecléctico escritas desde la vulnerabilidad porque, dice, “para vivir de manera plena hay que caerse y probar la mierda”.

¿Qué ha matado a La Furia para dar con este álbum Post Mortem

-Situaciones y gente a lo largo de la vida. Hay que aceptar que a veces hay que rendirse, que hay caminos que seguimos que no nos llevan a estar bien... Y decidir que eso no es adecuadas son maneras de morirse y de dejar atrás cosas que nos parecían vitales. Porque te puedes quedar ahí, anclada -que no digo que sea por gusto- , o tomar otro camino y decidir que esa parte de ti va a morir y va a nacer otra.

¿Quizá más fuerte?

-No sé si más fuerte, pero sí más consciente. A veces pienso que la fortaleza está sobrevalorada, que ser fuerte parece que nos invita a aguantarlo todo... Y en la vulnerabilidad está también la sabiduría. Es más interesante a veces afrontar la vida desde la conciencia de la propia vulnerabilidad que del yo puedo con todo.

Imagino que esto se resume en su rima “hace tiempo que sé que para vivirla hay que probar la mierda”, de la canción Solo un cuervo

-Exacto, para mí esa canción es de las que más define el lugar en que me puse a escribir el disco: que para vivir lo bueno de manera plena, hay que caerse y hay que probar la mierda. Eso no quiere decir que agradezca los dolores, si hay que agradecer algo es primero a mí misma por enfrentarlos y querer seguir luchando. También a la gente, sobre todo a las mujeres que me han cogido la mano en momentos muy jodidos y me han llevado hacia la luz. Y la gente que tú te das a ti misma para hacer esos procesos más nutritivos, como en mi caso, por ejemplo, mi psicóloga.

Y si este disco es un viaje musical, ¿a dónde ha llegado La Furia?

-Aunque suene muy cursi, a la vida. A la vida con mayúsculas. Y es justamente el lugar que se nos niega a las mujeres. Sigo teniendo mis momentos oscuros como todo el mundo, pero con herramientas para salir de ahí e incluso estar un rato instalada en un dolor que haya que pasar -porque hay que vivirlos también-. Pero este viaje me lleva a la vida, es la reivindicación de que por muy grandes que sean las grietas que tenemos en el alma, nuestra venganza es ser felices. En este sistema patriarcal capitalista que nos lleva hacia la muerte, ir hacia la vida es una revolución. Ser felices es nuestra venganza, porque no se nos pinta el mundo como para serlo. Y hacer espacios habitables para nosotras y que esto sea posible viniendo de donde venimos, es una victoria.

Ha señalado que el feminismo está de moda. ¿A qué se refiere con eso que llama feminismo mainstream

-El feminismo no está donde estaba hace veinticinco años. Cuando era pequeña, ser feminista era ser la pesada de siempre, tenías la etiqueta puesta y era más bien un estigma. Y ahora está mal visto no declararse feminista, cosa que me parece súper buena. El feminismo ha llegado a un punto de visibilidad interesante y como todas las cosas con carácter transformador que llegan al gran público, corre el peligro de que el propio sistema lo absorba, vacíe de contenido y lo venda como un eslogan y no como algo transformador porque va contra él. Es súper positivo que chavalas de 15 años estén el 8 de marzo gritando por sus derechos y que el feminismo sea mainstream hace que pueda llegar a muchísimas más casas. Lo negativo es que se puede diluir el mensaje real y nos lo pueden vender como una camiseta de Zara. Todas las revoluciones corren el peligro de ser asimiladas por el sistema y de perder su capacidad transformadora.

Al margen de lo musical, durante estos años se ha dedicado a impartir talleres de rap como herramienta de empoderamiento feminista en diferentes ciudades de España. ¿Qué conclusiones ha sacado?

-Primero algo que ya sabía: que el rap es una herramienta maravillosa para expresar y que es una herramienta combativa. Que es necesario conocer los orígenes de aquellas culturas a las que nos acercamos, como en este caso el hip hop, para no apropiarnos de algo que no nos pertenece. Otra conclusión es que el rap surgió como la voz de quienes no tenían voz y esto tiene que ver con el feminismo. Entonces vincular rap y feminismo nos lleva a expresar, con perspectiva feminista, quejas y anhelos con un lenguaje diverso, coloquial, poético, crudo...

Con este disco, el cuarto en su particular discografía, se acerca por primera vez al euskera en sus rimas, ¿por qué ahora y no antes?

-Porque es la primera vez que el euskera está presente en mi día a día. El euskera ha estado presente desde mi infancia, mi madre y mi padre han peleado para que estuviera integrado en mi vida. Y siendo de Cascante no fue una tarea fácil. Peor no he vivido en euskera hasta que no he sido madre y ahora estoy quitándome la vergüenza, lo hablo todos los días, con mis límites... De momento hacerlo de forma pública me cuesta, porque tengo mucho respeto a la lengua... El otro día me preguntaron sobre esto y dije que lo último que quiero es acercarme a algo tan importante para mí como es el euskera para poder estar en ciertos sitios y sacarle una rentabilidad. Es algo que veo también con el feminismo y me horroriza.

Lo mira desde el respeto.

-En su día la discográfica me propuso hacer dos canciones en euskera y dije que no por esto. Me parecía que tenía que ver con que si cantas en euskera, puedes estar en otros escenarios además de en los que estás ya, como que te puede abrir puertas. Pero ha ido pasando de forma orgánica que el euskera se introducido en las letras, sobre todo en la canción de Ama, que precisamente es la que sale de mi maternidad. La escribí sin contrastar y sin pedir a nadie que me tradujera nada, por eso para mí ha sido natural y es mío. Mal o bien, pero hablo así.

Y, además, ¿en este disco hay menos furia de La Furia respecto a sus trabajos anteriores?

-Hay otra furia. La Furia es un lugar en el que yo, en un momento en que estaba muy enfadada, pude darle legitimidad a un enfado. A veces a las mujeres no se nos permite mostrar el enfado -y mira si tenemos motivos- y con La Furia he podido enfadarme de forma pública y explícita, evitando ese rollo de “sois unas histéricas y unas locas”. Pues lo digo yo: soy una Furia. En este disco sí que hay menos rabia... pero La Furia soy yo, aunque ahora esté menos enfadada. Y me ha permitido mostrar lo que he necesitado: en un momento dado ha sido la rabia y en este disco vulnerabilidad, pero para eso también necesito furia. No es menos valiente mostrar la vulnerabilidad que la fortaleza, ¿no?