- Una eternamente melancólica Charlotte Gainsbourg completó ayer con Les passagers de la nuit la ronda francesa de la Berlinale, un festival dominado numéricamente por producciones del país vecino y al que el cine español se incorpora hoy, en la recta final de la lucha por los Osos.

“La nostalgia es mi lenguaje cinematográfico de adopción”, afirmó el director francés Mikhaël Hers acerca de su película, donde todo apunta a ese factor, desde la música hasta las voces radiofónicas que se escuchan o las imágenes de archivo que intercala a la ficción.

Gainbourg, en el papel de una mujer recién separada, con dos hijos adolescentes y una muchacha de la calle acogida en el trastero de la casa (Noée Abita), es la principal transmisora del sentimiento de vulnerabilidad y la melancolía, tanto cuando ríe como si llora. “Es un personaje en busca de la felicidad, aunque no sabe exactamente cómo alcanzarla o hasta qué punto ello implicará nuevas sacudidas en su vida”, explicó la actriz francesa.

Una Emmanuelle Béart masculinizada es su jefa en el programa radiofónico nocturno donde trabaja y por el que deambulan invitados, o pasajeros de la noche desvalidos. “La radio tenía por entonces el monopolio de la noche”, explicó el director parisino. Entre esos personajes necesitados de ternura estará Talulah, la muchacha a la que deja entrar Gainsbourg en su casa, sin calibrar sus posibles efectos en el hijo que quiere ser poeta o sobre ella misma.

Hers lanza su cámara por el París de los 80, partiendo de la victoria electoral del socialista François Mitterrand, en 1981. Retrata la euforia de esa noche y reproduce la estética de entonces, hasta adoptar para su película un tono deliberadamente descolorido, a imagen de las fotos de entonces. Su película redondeó la nutrida presencia del cine francés (o francófono, si se le suman el filme la canadiense Un éte comme ça, de Denis Coté, aún por descubrir) entre el total de 18 aspirantes a los Osos del festival.

Había abierto la ronda, el pasado jueves, un Peter von Kant donde François Ozon convierte en drama de celos y dominio entre dos hombres homosexuales las Amargas lágrimas de Petra von Kant, de Rainer Werner Fassbinder. No tiene el factor transgresor que, en 1972, supuso la historia de amor lésbico filmada por el fallecido director alemán, pero se recibió como un tributo del francés a su “hermano mayor” cinematográfico.

De Francia llegaron también las necesarias dosis de estrellato intrínsecos a todo festival (Juliette Binoche y Vincent Lindon, pareja de lujo en Avec amour et acharnement, o Valeria Bruni Tedeschi, en La Ligne). Incluso algo de francés tenía la película de Nicolette Krebitz A E I O U - A quick alphabet of Love, una historia de amor entre una actriz de 60 años y un adolescente que de robarle el bolso de un tirón pasa a ser su alumno en clases de dicción interpretativa.

El cine asiático conmovió en la jornada de ayer con Yin ru chen yan (Return do dust), dirigida por Li Ruijun, que convierte en una historia de amor y respeto lo que arranca de un matrimonio concertado por la familia entre dos desventurados. Era la tercera película de la jornada, pero logró encontrar su espacio y tocar la fibra.

Al cine español le corresponde entrar en liza en la recta final. Hoy se estrena Un año, una noche, de Isaki Lacuesta y mañana le seguirá Alcarràs, de Carla Simón.

‘Les passagers de la nuit’. La cinta, caracterizada por la nostalgia y la melancolía, cerró la ronda francesa con Charlotte Gainsbourg como actriz y Mikhaël Hers de director.

‘Peter von Kant’. Fue la película que abrió la ronda el pasado jueves, un drama entre dos hombres homosexuales dirigido por François Ozon.

El cine español estrena hoy ‘Un año, una noche’, de Isaki Lacuesta, con Nauel Pérez Biscayart como protagonista; y mañana le sigue la cinta de Carla Simón, ‘Alcarrás’.

Dirigido por Li Ruijun, el filme convierte en una historia de amor y respeto lo que comienza como un matrimonio concertado por la familia entre dos desventurados.