Acaba de terminar de rodar Sin huellas, una serie para Amazon Prime Video en España, país al que ha decidido trasladarse a vivir un tiempo con toda su familia, y está trabajando en Cualquier parecido (Paramount+), la primera serie creada por ella, que también producirá y protagonizará.

Venir a España, ¿ha sido un nuevo comienzo?

—Definitivamente es un nuevo comenzar. He sido muy gitana toda mi vida y no le tengo miedo a los nuevos comienzos para nada. No conozco a nadie y nadie me conoce. Pero también la emoción y la felicidad de conocer gente nueva, de estar pisando otra tierra, de hablar diferente y conocer proyectos distintos. Es como cuando eres niño, una mezcla de emoción y miedo, pero estoy contenta.

¿Se respira más tranquilidad al no ser reconocida por la calle?

—Nunca he vivido la fama como algo que me afecte en mi vida personal. Siempre he ido por la vida haciendo como que esa parte no me toca tanto. Pero hay una sensación de libertad distinta en Madrid que no tengo en México y no tiene que ver con la fama, tiene que ver con el nivel de seguridad. Tener a mis hijos caminando libres o que se vayan al cole en metro, esas cosas no pasan en mi país. Es una tristeza, pero es realidad. Estoy viviendo una fantasía de libertad y quiero quedarme más tiempo.

¿Se mudó toda la familia, incluido el padre de los niños (su expareja, el actor Diego Luna)?

—Sí, toda la familia nos mudamos. Vamos y venimos porque tanto él como yo trabajamos en México y tenemos familia y mil cosas. Siempre tendremos un pie en nuestra patria. Pero lo real es que me quedo dos años aquí y ya veremos. Decidimos dos años por hijos, escuelas, familia... Uno es poquito, tres mucho compromiso y dos es lo justo.

Cuénteme de sus proyectos después de ‘Sin huellas’

—Creé una serie. Escribí una serie y la voy a producir y también la protagonizo. Es la primera vez y estoy muy emocionada. Me asocié con una amiga mía que se llama Natasha Ybarra -Klor y juntas lo escribimos y lo creamos. Es una historia muy personal, pero de mucha risa. Te ríes un poco de que no le va tan bien a la chica.

Háblenos de las diferencias de ‘Sin huellas’ y de Cata, una limpiadora en plena huida y sin maquillaje ni artificios, con respecto a otros proyectos.

—Yo venía de hacer Rubí. Es un viaje porque personalmente soy una mujer muy consciente de los estereotipos y de los arquetipos y de a lo que jugamos las mujeres muchas veces. Y como actriz tienes que estar dispuesta a transformarte de cero a cien y me habían tocado últimamente personajes muy sexualizados y hechos desde el punto de vista masculino. No solo porque los hombres lo hayan escrito o dirigido sino porque las mujeres caemos en este juego en donde nos vemos a nosotras mismas con ojos de quien nos está viendo, no con ojos propios.

¿Es entonces un antes y un después?

—Yo creo que este es de los pocos personajes que he hecho en donde hay un desparpajo absoluto y brutal y no me importa si a los hombres les parezco atractiva o guapa o no. Es un momento de mi vida en donde paso de ello y prefiero hacer a la gente reír, emocionarse, sentir cosas, y eso va más allá del físico. Además, ya no soy un pollo, y con el tiempo las mujeres más que los hombres, y su viaje de envejecer, vas poniendo tu valor en un lugar en donde va a residir por siempre porque tu carita preciosa se va, tu cuerpito se va. Todo eso es un poco ficción. Entonces, cuando estás como yo estoy ahorita tan plantada en tu centro, en tu ser, ya no tienes miedo de dejar de ser la guapa, la bonita.

¿Están cambiando los papeles destinados a los latinos en la ficción?

—Yo creo que siempre habrá proyectos que tengan esta idea de encasillar y estereotipar, no solo a los latinos sino a todo el mundo. Pero cada vez existe más gente creativa que está tomando el control de estos grandes proyectos y que es muy inteligente y lo está dejando de hacer. Poco a poco va a ir permeando y ganando esta gente que la verdad lo hace muy bien. l