Colores, formas, dibujos realistas o abstractos, sombras y luces, retratos y paisajes. Con los lienzos en blanco que han recogido por la mañana, 203 participantes han plasmado su arte en ellos acompañados por el buen tiempo veraniego y el inspirador paisaje que conforman el río y la naturaleza en el Molino de San Andrés de Villava, donde se celebraba el XXIII Concurso de Pintura al Aire Libre de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona.
Una cita ineludible y muy esperada para todos los amantes de la pintura y que, tras dos años de parón debido a la pandemia, ha vuelto a reencontrarse de la mejor forma.
Y es que el arte está para mostrarlo, y los paseantes curiosos han podido caminar por el parque rodeados de lienzos y observar el proceso de los pintores a lo largo de la jornada hasta que han tenido listos sus trabajos y han podido entregarlos al jurado.
El paisaje natural del parque, con los árboles, el río y la vegetación como protagonistas, ha sido el motivo de muchos de los cuadros que se han pintado hoy y cuyos autores se han dejado cautivar por el entorno; pero también ha habido quien ha preferido traerse la inspiración de casa, recurriendo a una idea anterior o a una foto traída para plasmarla en el lienzo.
Y es que el tema era totalmente libre, y por ello las obras de los artistas han destacado sobre todo por su diversidad y variedad. Así, han compartido el espacio pinturas que hablaban de naturaleza y vegetación con las que empleaban los colores más variados para formar figuras y trazos desconocidos.
Los 203 participantes han competido entre sí por el primer premio del concurso, dotado con 2.000 euros, que finalmente se ha llevado Eduardo Alsasua, natural de Vitoria y ganador también de la edición de 2018. En esta ocasión ha sido un cuadro de acrílicos que representaba a un niño en la orilla de un río, con contrastes muy marcados entre los tonos claros y los oscuros, en el que ha trabajado Alsasua durante la jornada. El jurado ha decidido adjudicar los accésits, dotados cada uno con 1.000 euros, a los trabajos de Irantzu Vides y Fermín Asurmendi. La exposición con las obras ganadoras y otras 26 seleccionadas se llevará a cabo en el Molino de San Andrés entre el 7 de junio y el 5 de agosto.
Entre los participantes se encontraba Ruth Layana, de Estella-Lizarra, que ha dedicado el día a un vistoso cuadro de rosas y amarillos fosforitos de estilo serigráfico que mezclaba los edificios y la naturaleza. "Nunca hago bocetos, vengo aquí y lo que me salga", explicaba la artista, que siempre trabaja con su temática: "La dualidad entre lo artificial y lo natural; lo humano y lo no humano; los edificios y las plantas; lo orgánico y lo no orgánico".
Esa realidad representa a los dos mundos de Layana, ya que pasó de vivir en un pueblo a vivir en una ciudad. Layana pinta por afición y no se acercaba a este concurso desde hacía 20 años, pero no ha podido resistirse a la oportunidad de este año.
Por su parte, Maite Astiz ha decidido plasmar en su lienzo una parte del paisaje que veía en el parque, donde los árboles se unían al río. "Todavía le tengo que dar un poco de luz", contaba la artista, que hacía años que no se presentaba al concurso.
Hija de una madre pintora y con la carrera de Bellas Artes, llevaba casi toda la vida pintando, aunque "normalmente pinto en casa y lo hago más despacio, con más tiempo y más relajada", ha explicado. "Aquí vas como rápido, nerviosa, no estoy acostumbrada a pintar así, pero de momento estoy muy contenta", ha afirmado Astiz.
Astiz ha venido sin saber muy bien lo que pintar: "No tenía nada en la cabeza y he venido a ver qué me decía el sitio". Un lugar que no conocía demasiado pero que ha sabido retratar de una forma muy realista, compartiendo su pintura con un rincón del parque.
"Yo estoy de aficionada, es más, estoy muy aficionada a este concurso", contaba María Jesús Aguirre, y por ello lo echó de menos en la pandemia. "Siempre he participado y me apetecía un montón", ha afirmado, destacando el agradable ambiente que se creó ayer en el Molino. A pesar de vivir en San Sebastián, Aguirre ha querido acercarse al concurso para no faltar a su cita anual con la pintura, en la que ha decidido plasmar en su lienzo una foto de su sobrino que había escogido el día anterior.