Compartir los sentimientos de irrealidad y extrañamiento que sienten muchas personas, que han aumentado con la pandemia, es el alma de Tenéis que venir a verla, la nueva cinta de Jonás Trueba que se estrena hoy, un drama nostálgico e intimista que pide volver a los cines y que participará en la 56ª edición del Festival Internacional de cine de Karlovy Vary (República Checa).

Una cinta concebida en plena pandemia y rodada por la necesidad de sentir que la vida continuaba pese a las mascarillas, cuenta a Efe el cineasta en una entrevista. “La película nació en pleno confinamiento. Ahí salió la idea de hacer una peli pequeña, posibilista, con la que nos pudiéramos volver a juntar, siguiendo los protocolos”, explica. Cuatro actores (la navarra Itsaso Arana, Vito Sanz, Francesco Carril e Irene Escolar, con la que Trueba trabaja por primera vez), pocos escenarios y 64 minutos componen la cinta en la que, pese a que “me dolía incluirlas”, aparecen las testimoniales mascarillas.

“La situación se cuela en la película. Me parecía muy raro en ese momento no hacerlo. Siempre será la película que hicimos durante la pandemia y la huella está ahí”, explica Trueba (La virgen de agosto, La reconquista). Sesenta y cuatro minutos que chocan con los 220 que duraba su disertación sobre la juventud de Quién lo impide y una sencillez que contrasta con su futuro proyecto, que rodará a finales de año en Granada, “una película con más presupuesto, con escala grande”, explica el hijo de Fernando Trueba.

Aunque se considera “un cineasta independiente”, contaba recientemente en una rueda de prensa en el festival Lo que viene de Tudela -donde se exhibió por primera vez la cinta ante el público-, “en ciertos momentos me gusta poder ser grande”. Producida por Los Ilusos Films, Tenéis que venir a verla cuenta la historia de dos parejas de amigos que se reencuentran y charlan sobre sus vidas y sus crisis, mientras escuchan música, hablan, leen, comen, pasean o juegan al ping-pong. Bautiza la cinta esa frase que dicen dos de ellos en referencia a su nueva casa, ubicada a las afueras de Madrid, a la que se han trasladado para llevar una nueva vida alejada del tráfico y la polución. Una disyuntiva común a muchas parejas -la de vivir en el centro o en las afueras- y que ha crecido con la pandemia, aunque en la película solo es “la excusa para hablar de otra cosa”.

“La idea de la película es hablar de hasta qué punto nos encontramos extrañados en nuestra vida cotidiana, en donde quiera que estemos, da igual que sea en el centro de una ciudad o en el campo. Nace de ese descoloque que yo tenía y que compartíamos muchos amigos”, explica Trueba (Madrid, 1981).

Es una película “muy sencilla que, aunque nos podamos ahora cargar de teorías, nace de una cosa poco intelectual, de una cosa sensorial, de un estado de ánimo raro de extrañamiento que venía antes de la pandemia pero que se ha intensificado. Una cosa que no es generacional sino que es algo muy humano”, dice el cineasta.

“Para mí la película engrana con una cosa mía personal que tiene que ver con la pandemia y con un momento de transición extraña que estamos viviendo”, explica a Efe por su parte el actor Vito Sanz. Un momento en el que “ciertos paradigmas se desmontan y estamos navegando en una serie de nebulosa”.

Pese a su sencillez, la película cuenta con el sello inequívoco de Jonás Trueba, la música y la literatura engranada con la historia. Con el piano de Chano Domínguez como arranque, en la cinta flotan la poesía de Olvido García Valdés, el ensayo antropocéntrico Has de cambiar tu vida de Peter Sloterdijk o canciones que cuentan irónicamente historias como Let’s move to the country de Bill Callahan.

Con distribución de Atalante, Tenéis que venir a verla -cuyo título hace alusión también al imperativo de ir al cine- llega hoy viernes a los cines, con una distribución particular, una única sala por ciudad, las que se comprometan y apuesten por el proyecto en estos tiempos grises para los cines. “Esta es la primera película que he hecho con una conciencia distinta pensando en que, cuidado, ni siquiera podemos dar por hecho que una película vaya a ir a una sala de cine”, apunta Trueba.