La Federación Navarra de Caza (FNC), en su ánimo permanente de intentar resolver los problemas a los que se enfrentan los cazadores de la Comunidad foral y de divulgar a nivel social la esencialidad de la caza, celebró este pasado miércoles una jornada formativa en torno a la gestión cinegética y el control de los daños provocados por los jabalíes en Navarra. Como ponentes, impartieron las charlas dos asesores del organismo que agrupa a los cazadores en Navarra, Aitor Merino, ingeniero forestal de referencia en la gestión cinegética navarra, y Nicolás Urbani, veterinario experto de ámbito nacional en la materia. Ambos expusieron en el Ayuntamiento de Fitero todo lo relativo en cuanto a la legislación que rige en la comunidad, de la que se ocupó Merino, y acerca de la situación cinegética del jabalí, desarrollada por Urbani.

Lo primero que se expuso a los asistentes fue la taxonomía de este ungulado y su distribución geográfica por casi toda la península ibérica, donde en algunas regiones lleva tiempo convertido en un frecuente quebradero de cabeza para el colectivo cinegético, que tiene que lidiar con poblaciones muy elevadas de estos animales. De hecho, Urbani remarcó que, pese a que España ha sido tradicionalmente un país jabalinero, nunca se habían alcanzado cotas tan altas en cuanto a número de ejemplares abatidos.

Las gráficas, en este caso, son tremendamente claras a la hora de reflejar la situación que se vive con el jabalí en España. Desde las cifras de alrededor de 31.000 jabalíes que se cazaban anualmente a comienzos de los años ochenta, se ha pasado a un incremento arrollador, hasta el punto de que, a medidos de la década pasada, ya se superaba el umbral de los 327.000 ejemplares por año. Y no solo es el aumento lo que importa, sino que hay que tener en cuenta que la velocidad de crecimiento de las poblaciones también está aumentando, lo que agrava todavía más la problemática.

Aunque la coyuntura con el jabalí no es una traba exclusiva de España (otros países, como Estados Unidos, tienen que hacer frente igualmente a situaciones peliagudas con estos animales), sí que en nuestro país hay una serie de factores que han contribuido a que la expansión de este ungulado se potencie sobremanera. En este sentido, por ejemplo, cabría referirse a las legislaciones restrictivas con el control poblacional, como algunas normas de caza autonómicas, la Ley 42/2007 de Patrimonio Natural y Biodiversidad, o la prohibición total en el 2020 de la caza en los parques nacionales. En este sentido, Merino analizó e informó sobre la normativa navarra vigente.

Sin embargo, existen muchas más circunstancias que han propiciado el crecimiento de las poblaciones de jabalíes. Una de las más importantes, tal y como destacó Urbani, es la evolución de los ecosistemas, dentro de la que se da una realidad incontestable: refugio más comida es igual a aumento de jabalíes y sus movimientos. Es decir, que si el medio natural cambia (con una arbustización forestal, una intensificación agraria, un incremento de los recursos para los grandes ungulados, una disminución de la ganadería ovina…) y lo hace a favor de las características del jabalí, resulta lógico deducir que sus poblaciones se dispararán. Y no solo hay que referirse a las modificaciones en los ecosistemas, sino también, como un factor muy relevante, al éxodo rural y, con él, al recorte en el número de licencias de caza, lo que ha provocado un gran crecimiento en las poblaciones de especies de caza mayor.

Llegados a este punto, toca analizar, asimismo, la figura del cazador, cuya labor se ha fijado en las últimas décadas en una actividad lúdico-deportiva, al tiempo que el colectivo se ha convertido en uno de los mayores garantes de la correcta evolución de la naturaleza y de su protección frente a los riesgos que la amenazan, como es el caso de las sobrepoblaciones de jabalí. Los informes que durante los últimos años han estudiado los incrementos poblacionales de estos animales llegan a una conclusión palmaria: si existiendo la caza, el número de ejemplares continúa en ascenso, sin la función cinegética, este incremento sería catastrófico.

Los problemas asociados a unas poblaciones tan desmesuradas van desde los daños agrícolas, hasta el incremento de los accidentes de tráfico ocurridos por atropellos de jabalíes, pasando por su impacto ambiental, con graves afecciones a especies protegidas, como el urogallo, o algunas aves esteparias; la expansión de enfermedades animales que pueden llegar a afectar a la salud pública o golpear terriblemente la economía de determinados sectores, como el ganadero; o, incluso, los ataques al ganado, que ya se están registrando en diversas zonas de España; o las crecientes incursiones de estos animales en núcleos urbanos, con la peligrosidad que ello conlleva para los ciudadanos.

Una vez sentadas todas estas bases sobre la problemática en torno al jabalí, Urbani indicó al público que asistió a la charla, organizada con la colaboración del consistorio fiterano y de la asociación de cazadores del municipio, las claves en cuanto a las posibles soluciones. Y entre ellas, la caza se ha revelado como la herramienta más eficaz y, también muy relevante, como la más sostenible tanto en el ámbito económico, como si se toman en consideración los factores sociales y medioambientales. Ahí, la labor de la FNC es clave, al funcionar como una herramienta de coordinación entre los agentes implicados.

No es de extrañar, por tanto, que el Gobierno de España, en una carta enviada a los ejecutivos regionales de las comunidades autónomas en el año 2020, les aconsejara que mantuvieran el control de los jabalíes para prevenir los daños en las explotaciones agrarias y evitar la propagación de las enfermedades animales. Se hizo evidente que la caza tenía que ser considerada como una actividad esencial, y así es como debiera recogerse en la normativa cinegética.

La jornada finalizó con una breve presentación del Decálogo sobre el control de las poblaciones de jabalí, un estudio elaborado por el Grupo Operativo sobre la Peste Porcina Africana (Proyecto PREVPA), que pone sobre la mesa las principales medidas para el control sostenible de las poblaciones de jabalíes en España. Entre esas diez medidas, la que encabeza el documento es, precisamente, la que avala que la caza resulta insustituible para afrontar el problema y prevenir que vaya en aumento.