Disfrutar de hermosos paisajes de Navarra en un doble sentido, recorriéndolos a pie y con la vista a través del arte pictórico de creadores de la tierra, es lo que se propone cada verano en la zona del Bidasoa, donde coinciden diversas exposiciones estos meses.

Juan Carlos Pikabea protagoniza desde este miércoles una de ellas en su Lesaka natal, concretamente en su casa-taller –Casa Irisarri Etxea–, donde vuelve a exponer tras el parón obligado de dos veranos “truncados por el covid”, dice de esta cita estival que ya es para él una tradición desde hace veinte años. Durante todo este mes de agosto lucen allí más de una treintena de obras, la mayoría en gran formato, con la naturaleza como protagonista. Hay cuadros nuevos, realizados en este mismo año, de estampas de Eugi, Roncesvalles, el Puente de Reparacea en Oieregi que da a parar al Señorío de Bertiz; de retratos, también, entre ellos del violonchelista Iñaki Etxepare; y un par de marinas.

Paisajes vividos y sentidos por el pintor bidasotarra, algunos de los cuales pudieron disfrutarse el año pasado, en octubre, en el Condestable de Pamplona, donde Pikabea expuso junto al escultor Fernando Lesagibel; y otros nuevos que dan muestra de la vitalidad artística de este autor que sigue pintando cada día, y que, cada vez más, busca como reto “la calidad del resultado, más que la cantidad” en su producción. “En los últimos años busco temas originales, exclusivos o particularmente hermosos, que garanticen que el resultado sea óptimo. Prefiero pintar menos pero ir a una selección de cuadros, aunque sean cinco o seis, que digan algo de mí”, explica Juan Carlos Pikabea, consciente de que “el mejor resultado posible se logra buscando el mejor tema posible”.

 La experiencia de exponer en su casa-taller la valora muy positivamente: “Me pone en contacto con una red de personas, clientes, que se han convertido en amigos”, asegura. Un “público fiel” con el que puede tener durante este mes “un trato personal, muy diferente al que se puede dar si expones en una galería en la que muchas veces ni siquiera estás físicamente presente”, apunta en este sentido.

Para Pikabea, “la paleta que ofrece la zona del Bidasoa se parece bastante a un baile mágico de colores durante las cuatro estaciones”. Sus pinceles “han aprendido del viento, de la lluvia, de la nieve y de la naturaleza como máxima expresión de la belleza”. Y sus obras, en este sentido, nos acercan a un mundo de emociones, al amor y al respeto que este pintor siente por la naturaleza, que se palpa de nuevo en esta exposición, visitable hasta el 31 de agosto todos los días de 17.30 a 20.30 horas.

'Dos amores', la cosecha del año de Tomás Sobrino

El pintor de Elizondo Tomás Sobrino aúna sus dos pasiones, pintura y naturaleza, en la Casa de Cultura Arizkunenea de su bella localidad natal, en una muestra visitable hasta el 4 de septiembre.

Dos amores, el título de la misma, habla de esas dos pasiones que el artista “compagina y alterna fundiéndolas entre sí”, destaca Pedro Luis Lozano Úriz en el catálogo de esta exposición. “Su pintura se decanta por la belleza natural y a su naturaleza le pide valores plásticos, tanto si es un flysch en una playa, como una arboleda que puede llegar a desaparecer convertida en un juego de manchas, luces y color”, apunta en este sentido.

Es el 29º verano consecutivo que Tomás Sobrino muestra al público el trabajo de todo el año. El recorrido por las estaciones de un pintor de la naturaleza que se inicia en septiembre y se prolonga hasta primeros de julio. “Vivo rodeado de naturaleza maravillosa en Baztan y puedo vivir y sentir los cambios de estaciones. Como mi trabajo es escuchar lo que va ocurriendo a lo largo del año a través de la naturaleza, no hago muchos planes, voy dejándome fluir”, explica el autor, que este año ha disfrutado más que otros, presencial y pictóricamente hablando, del otoño: “Ha sido muy bueno, ha hecho muy buen tiempo y me ha permitido alargarlo” .La primavera también está presente en los cuadros realizados en pintura al óleo con espátula que comparte con el público en Elizondo, y que contienen estampas de rincones, muchos de ellos con árboles, que llaman su atención y en los que no suele haber intervención humana. “Generalmente es la luz la que define la sensación que me mueve a pintar”, dice este artista y caminante al que también le inspiran los reflejos de agua –“un tema que me da para jugar con la abstracción”, cuenta– y las marinas que contempla en sus escapadas a Hendaya, Biarritz o San Juan de Luz.

Su experiencia como pintor del natural le hace ser testigo del cambio climático, y, lamenta, “este año está siendo abrumador”. “Ahora, cuando tendría que estar todo muy verde, el paisaje aquí da mucha pena, todo amarillo, quemado, seco. Parecen los rastrojos de la Ribera. Tiene que llover”, dice.

‘A tu lado/zure ondoan’: pasado, presente y futuro de Diana Iniesta

A tu lado/Zure ondoan es el título de la nueva exposición estival de Diana Iniesta en su taller-escuela de Erratzu, en la que este año recupera el paisaje de Baztan pintado al aire libre. Estampas de diversas estaciones del año, con el verano y la primavera especialmente presentes, aunque también hay paisaje nevado.

Es ya el 14º verano que Diana Iniesta comparte su obra con el público. En este caso, la muestra es un homenaje a personas queridas que Diana ha perdido tras la pandemia, y a su vez, la celebración de la desescalada, el reencuentro con el paisaje, sus amigos y alumnos de pintura, con quienes comparte la pasión por el arte y la belleza de Baztan a través de sus cursos de pintura en el taller y al aire libre. Más que nunca, se funden en la muestra pasado, presente y futuro. Si el presente se viste de coloristas paisajes muy sueltos pintando de nuevo bosques y flores alla prima, el pasado más inmediato rinde homenaje a seres queridos fallecidos tras su último viaje a Nueva York, con sentido recuerdo a H. W. O., no sólo modelo consagrado en The Art Students League sino actor y músico, gracias a quien surgió Barba blanca con gorra verde mientras posaba en el mítico estudio 7, el mismo en el que pintaran antes Pollock, Cassat u O’Keeffe.

La pérdida de Cox o Harvey, otras "referencias neoyorquinas máximas como profesores", pero muy en particular la repentina muerte de P. M., amiga y alumna durante más de diez años, en trágico accidente de coche a finales de mayo, son otrosde los ejes que marcan la selección de esta muestra, en la que también se evoca, con Rosas en Xubiet, al patriarca de la pintura ya fallecido Apezetxea, a partir de unas rosas del jardín de la casa familiar. Y el futuro más inmediato lo marca el reencuentro de la pintora con las personas de su entorno más próximo, con paisajes pintados al aire libre, muy abocetados y expresivos, al igual que los retratos.

La exposición es una muestra de lo vital que es para Diana Iniesta “compartir procesos artísticos”. “Ahora mismo para mí es más importante dar clases que pintar”, asegura. Por eso, y como novedad, la pintora erratzuarra muestra algunos de los trabajos de sus amigos y alumnos.