Hertzainak, La Polla y Cicatriz. Por supuesto, no fueron los únicos proyectos que nacieron en Álava entre finales de los años 70 y principios de los 80, pero, sin duda, fueron los tres nombres fundamentales que hicieron que la escena más cercana traspasase fronteras. Lejos queda aquella Nochevieja gasteiztarra de 1981 en la que los de Josu Zabala dieron su primer concierto. Muy poco después llegaron Gari y Txanpi, y se terminó de configurar la base fundamental de la banda con los ya presentes Kike Saez de Villaverde y Tito Aldama. Hubo que esperar algo más hasta que la llegada de Bingen Mendizabal.

Foto promocional del grupo Hertzainak. | FOTO: CEDIDA

Tras las primeras actuaciones llegó una maqueta de debut que se publicó solo en cassette y que si alguien tiene todavía por casa, debería guardar como el mayor de los tesoros. Casi solo se distribuyó por Gasteiz, pero sirvió para que el grupo se diese a conocer mucho más allá. Hertzainak, Hau dena aldatu nahi nuke, Salda badago... fueron dándose el relevo, aunque más allá de su trabajo en el estudio, donde la formación alcanzó todo su sentido fue en el contacto directo con el público, donde esa faz punk del grupo alcanzaba su cota máxima.

No lo tuvieron fácil, eso sí. En una ciudad en la que el euskera había sido arrinconado casi por completo, ellos decidieron hacerlo protagonista. En un momento en el que muchos músicos y buena parte del público no creía en fusiones ni en mezcla de estilos, ellos se dedicaron a saltarse unas cuantas fronteras. En unos años en los que parecía que no había que meterse en determinados charcos, a ellos les dio igual no dejar títere con cabeza.

Y así hasta que a principios de los 90, sin tampoco grandes problemas internos, se decidió poner final al camino. “La nuestra es una historia condenada a no poder ascender” dijo en su momento Zabala, que ayer, en la presentación de los dos últimos conciertos de la formación, aseguró que las composiciones de la banda “son canciones que tienen 40 años pero que pueden pasar la lectura actual”. Al fin y al cabo, los problemas siguen ahí.