Todo lo que sea incomprensible me atrae”, dice Guillermo Sarmiento (Pamplona, 1980). Sin tratar de comprender el sueño que tuvo hace más de un año, en el que se le apareció un cuadro completamente rojo de gran tamaño, el artista navarro se puso enseguida manos a la obra a buscar los materiales para hacer realidad esa obra que luce ahora en el espacio Apaindu Art de la calle Curia, y que es el germen de otras tantas que conforman la exposición que puede visitarse allí hasta el 24 de febrero, de lunes a viernes de 10 a 14 y de 17 a 20 horas.

Con un título que remite a las ferias ambulantes, Anuncio de la muestra internacional de arte y escenografías de fábricas, presenta Guillermo Sarmiento esta propuesta a modo de evocador “paseo por un parque de atracciones” en compañía de figuras en movimiento que caminan, vuelan, trabajan o se deslizan por sugerentes universos cromáticos.

 La exposición, en palabras del artista, es “un anuncio a una muestra internacional ficticia”. La muestra de ese gran cuadro rojo que reproduce el tamaño de la ventana del estudio en que el autor lo pintó, en el edificio de Matesa de la Rochapea, antigua fábrica de sedas.

“Esa ficción es el leitmotiv de la muestra. Ahora bien, contiene sus propios anuncios, publicación, invitación, cortinillas, etcétera. Su propia programación cultural. Es una mezcla de temas cotidianos con temas literarios y arte”, cuenta Guillermo Sarmiento, cuyos modelos son las ventanas –del estudio o de su casa y en las que se refleja el cielo, a veces azul, a veces naranja y rosa–.

MODELOS AUTORREFERENCIALES

Tomando como modelo la obra de Robert Morris Caja con el sonido de su propia construcción, el artista pamplonés ha creado los anuncios de ese gran cuadro rojo que es el origen de este proyecto, en el que también es clave el libro que Eduardo Cirlot dedica a “las ferias y los parque de atracciones, a los jardines de maravillas”, como el que Sarmiento ha recreado y nos invita a recorrer en Apaindu, poblado de figuras o maniquíes que recrean acciones sin fin.

“Parto de fotografías de manuales no artísticos, como manuales de boxeo muy antiguos, caducados, o de parapente..., o libros que estoy leyendo en los que salen trabajadores de las vías del tren de las granjas de esclavos. Suelo imaginarme que el fondo de estos cuadros es una obra antigua abandonada, y yo la recupero y le añado algo”, cuenta este artista que lleva años explorando las posibilidades del cromatismo y la figura humana, dos ejes de esta exposición que remite en gran parte al arte del collage, a la literatura, al cine y, más en concreto, a la animación –y la animación polaca, un referente para el autor–.

Figuras atrapadas en un movimiento sin fin, en varios de los cuadros de Guillermo Sarmiento. Iban Aguinaga

Todo ello, junto con vivencias personales del propio artista, converge en este Anuncio de la muestra internacional de arte y escenografías de fábricas; una exposición con ritmo y series diferenciadas: una inspirada en gran parte por la pintura del mundo flotante japonés y en la que las figuras vuelan, ligeras; y otra que remite a condiciones de trabajo y en la que las figuras repiten gestos mecánicos inmersas en un movimiento sin fin. Escenas cotidianas literaturizadas.

“Como la obra de Robert Morris, estos cuadros son modelos autorreferenciales, que hablan de sí mismos”, explica Guillermo Sarmiento.

"JOYAS" DE LA PINTURA ANTIGUA

El tamaño de muchas de las obras es el propio de una hoja de periódico –ya que se trata de un anuncio de una muestra– y, en cuanto a los colores, el artista comenta que “remiten a la pintura como ventana; a los reflejos que veo desde mi casa o desde el estudio” en el que ha trabajado durante el último año y medio estas creaciones.

Obras en pintura sobre tela –a base de pigmentos y óleos que el propio artista fabrica basándose en manuales antiguos de pintura– que dejan al descubierto parte del material-soporte porque “hay una pretensión de que el espectador vea cómo se reproducen los cuadros”. Cuadros-objeto con un halo escultórico.

La vanguardia constructivista de Klutsis late en estas obras, que también tienen que ver con la pintura medieval y la pintura griega antigua. “Para mí son joyas”, dice Guillermo Sarmiento, interesado también en “la pintura iraní del siglo VIII y la pintura china, de la que estoy leyendo ahora un manual del siglo XII”.

“Todo lo que sea incomprensible me atrae”, dice el artista pamplonés.

Una muestra dentro de una muestra. Así es la nueva propuesta de Apaindu, para la que Sarmiento incluso ha creado una invitación a la antigua usanza, “como se hacía en hoteles o balnearios”, y que contiene los bocetos de los que partieron las obras que expone.

Arte con el que aspira al diálogo. “Entiendo el arte como comunicación, y el espectador es el que termina de darle sentido a la obra”, concluye.