Tras la restauración, el mural tiene un brillo estupendo. A primera hora, cuando le da directamente el sol, se ven todos los volúmenes”. Se cumplen 50 años desde que José Luis Zumeta iniciase los trabajos de su gran obra cerámica en el frontón de Usurbil, unas labores que le llevaron todo un año. Tras medio siglo, la empresa Ártyco ha culminado en un tiempo récord la restauración de este mural escultórico, con el apoyo del Consistorio local y de la Diputación de Gipuzkoa.

“Han hecho un gran trabajo, está muy bonito”, opina Usoa Zumeta, hija del artista. Ártyco se ha centrado en su limpieza, en la fijación de las más de las 3.000 piezas que suman una superficie de 145 metros cuadrados y en devolverle el “volumen original”, eso sí, sin cubrir las faltas del esmalte. “Me parecía que lo más respetuoso era mantenerlo como estaba y cuidarlo para que las pérdidas que tiene no aumenten”, explica. “¿Él hubiese reintegrado el color?” –se pregunta–. “No lo sé, pero de haberlo hecho, hubiese sido él mismo quien se hubiese encargado”.

Mural de Zumeta en Usurbil. Gorka Estrada

A pocos metros del mural, en el centro cultural Sutegi, se inauguró el pasado viernes una exposición que sirve para desgranar lo que supuso el proceso constructivo de esta obra de arte que se inició en abril de 1973 y se culminó un año después. Usoa Zumeta guía a este periódico por esta exposición que cuenta una historia, la de cómo se creó esta obra monumental, desde varias ópticas.

Se trató de un “encargo” del Ayuntamiento de Usurbil, tal y como demuestra el contrato rubricado por las partes que se exhibe en una vitrina junto a la entrada de la sala. A su lado, se destaca una pintura, el boceto original, un óleo de Zumeta con unas dimensiones de 65 por 99 centímetros, que pertenece a la Fundación BBK.

Usoa Zumeta, estampadora y artista gráfica, ha sido la encargada de comisariar esta exposición, que sirve como síntesis de una amplia investigación que ha llevado a cabo con el profesor de la facultad de Bellas Artes de la UPV/EHU Mikel Onandia y que ha dado como resultado un buen número de “sorpresas”.

Una de las líneas expositivas se centra en la documentación. Además del citado contrato, se exhiben tres manuales sobre la fabricación de ladrillos y construcción de muros que Zumeta adquirió en su viaje a Zaragoza, con el objetivo de comprar un horno eléctrico de segunda mano para el bizcochado de las piezas del mural. Fue la primera vez que trabajó la cerámica vidriada. No es de extrañar que el proyecto para Usurbil supusiese un auténtico aprendizaje.

El apartado de documentación de la exposición se completa con una selección de 42 fotografías de las 60 tomadas por Antton Elizegi, que resumen todo el proceso creativo. 38 siguen el desarrollo de todo el proyecto del mural y el resto registran la creación de la ahora conocida como plaza Mikel Laboa, que también diseñó Zumeta como extensión al trabajo en la pared del frontón.

Una segunda línea expositiva se centra en los materiales, concretamente en la arcilla, y es ahí donde se hallan algunas de esas sorpresas. Una de ellas se halla frente al boceto de la Fundación BBK. Se trata de una “joya”, una pieza de arcilla pintada proveniente de una colección particular, una de las “pruebas del material” que este miembro del Grupo Gaur (1966) hizo para el mural y que, finalmente, quedó fuera del conjunto de las 3.000 que sí fueron instaladas. La hija ha conseguido localizar dos de estas pruebas y confiesa que no sabe cuántas de estas rarezas habrá en el mundo.

Detalle del contrato para la instalación del mural. RUBEN PLAZA

En otro expositor, otra pieza curiosa descubierta, además, “hace apenas diez días”: una pipa de los 70 que en su cazoleta tiene tallado un autorretrato del propio Zumeta. Tres cabezas que esculpió en 2016 completan lo referido a la querencia del usurbildarra por lo cerámico, mientras que un relieve de madera de 1969 sirve de ejemplo de ese periodo posterior a Gaur en el que el de Usurbil se sumergió en lo que denominaba “pintura-escultura”.

Obra pública

En consonancia con esa pulsión artística, Zumeta apostó por desarrollar obra pública, un camino que, salvando contadas excepciones como la de Usurbil, se vio truncado debido a la falta de infraestructura. A esta obra le precedió otra, en Irun en 1968. En aquella, de siete por cinco metros, no usó cerámica sino mármol y granito.

Durante años, José Luis Zumeta ideó sus proyectos y los materializó en su estudio ubicado en un antiguo garaje de autobuses de la localidad navarra de Arribe-Atallu.