Sentada a una mesa y como si de una influencer se tratara, Tania Blanco analiza ante la cámara una serie de productos típicos de la cesta de la compra. Todo sería normal si no fuera porque ha cambiado los envoltorios de los alimentos para resaltar los elementos que normalmente aparecen en letra pequeña alertando de ciertos ingredientes. Se trata de Dégustation UNLID, el video con el que Blanco denuncia la desinformación a la que parte de la industria somete a las/os consumidores y que forma parte de la exposición Pan y Circo, una reflexión sobre los alimentos desde el arte abierta hasta el 2 de julio en la Sala de Armas de la Ciudadela.

De clara vocación activista, pero también evidente propósito estético, la muestra aborda el tema desde un enfoque multidisciplinar, con esculturas, videos, instalaciones y fotografías que tratan de las muy diversas cuestiones que existen en torno a la alimentación. Así, hay piezas que hablan de los cánones de belleza imperantes; otras de la sobreabundancia que se da en algunas zonas del mundo frente a la absoluta escasez que se produce en otras. También se reflejan los excesos, las enfermedades, los procesos de fabricación y los estragos medioambientales que provocan, el maltrato animal, el culto a chefs y restaurantes estelares o la influencia de la publicidad en la conducta alimentaria humana. 

Un pueblo controlado

Alicia Ventura, comisaria de la exposición. Iban Aguinaga

El título de la exposición, Pan y Circo, proviene de la Sátira X del poeta romano Juvenal, en la que alude a la práctica de las autoridades de ofrecer comida barata y entretenimiento al pueblo como estrategia para silenciarlo y controlarlo. Un lema que, sin duda, está de “plena actualidad”, ya que también hoy se entiende que “si la gente está tranquila, es más fácil que sea sumisa”, apunta el director del área de Cultura del Ayuntamiento, Jorge Urdánoz. En la misma línea, Alicia Ventura, comisaria de la exposición, que ya se ha visto en Logroño y en Madrid, explica que desde que empezó a interesarse por esta temática se dio cuenta de que había muchos artistas creando obra en torno a ella.

Todo comenzó hace años, cuando “conocí en la Conservera de Murcia la obra de Rosalía Banet, que ya llevaba tiempo trabajando el asunto de la alimentación de una forma activista, haciendo preguntas y propuestas”, cuenta Ventura. Poco a poco, “ella me iba presentando a creadores que trataban esta cuestión y yo iba conociendo a otros”, hasta que hace tres años “le propuse hace una exposición que ofreciera una visión global del tema”. Y el primero en que pesó la comisaria fue en Antoni Miralda, de modo que se pusieron en contacto con Moisés Pérez de Albéniz, que cedió su emblemática obra Power Food para la muestra. Como recuerda el galerista navarro, Miralda “lleva años recuperando elementos de todos los países en los que ha trabajado”, y, en el caso de esta instalación de mesas de terraza –con conceptos escritos como azúcar, consumo, levadura, memoria, género– “se creó para la galería que abrimos en la calle Larrabide de Pamplona”, con materiales confeccionados por distintos proveedores navarros para la ocasión. 

Este artista es, sin duda, un exponente de primer nivel del arte con connotaciones sociales y políticas, como también lo es la navarra Greta Alfaro, de la que se exhiben dos piezas: el video In ictu oculi, donde un grupo de buitres devora un banquete dispuesto sobre una mesa ubicada en el campo, y Fornacalia, una exploración en torno a las mujeres que se reunían para hacer pan que puede verse en el Horno de la Ciudadela.

‘El banquete quemado’ y ‘Muk-Bang’

Rosalía Banet posa con su instalación 'El banquete quemado'. Iban Aguinaga

También destaca en la muestra La mar negra de Ángel Marcos, instalación presidida por una mesa rodeada de retratos fotográficos de migrantes. “Habla de la abundancia que tenemos en nuestro mundo y de cómo la usamos como reclamo para que vengan personas de otros lugares, a las que, sin embargo, no dejamos participar y se quedan de meros espectadores”, indica el artista.

Por su parte, Rosalía Banet alaba la “valentía” de Ventura al lanzarse a organizar una exposición sobre este tema “que nos afecta a todos”. “El alimento es vida, lo necesitamos para sobrevivir, pero a la vez es un asunto muy complejo, ya que implica cuestiones sociales, políticas, medioambientales...”, señala la artista, que presenta dos piezas. Por un lado, El banquete quemado, instalación en la que presenta una gran mesa repleta de pasteles, tartas y otros dulces reproducidos en resina, todos negros. Se inspiró en los banquetes del Bajo Imperio Romano, “que eran excesivos”, y que, de algún modo, representaban el fin de una época. “Como ahora, que espero que estemos al final necesario de la etapa del Antropoceno para empezar un momento mejor”. Banet también presenta el video Muk-Bang, donde recrea los populares videos de comida de Corea del Sur, en los que jóvenes delgados y guapos se dan auténticos atracones de comida basura “para acompañar, dicen, a toda la gente que cada día come sola ante el ordenador”. La dimensión, los colores y el sonido de esta creación generan una sensación mezcla de asco y deseo “que me parece muy interesante”.

Junto a los artistas citados, otros presentan planteamientos activistas, como el video de Basurama; más poéticos, como la propuesta de Marta Fernández Calvo o de Carles Tarrasó, o una mezcla de todo, caso del Prototipo de bicimáquinahuerta de interior, de Santiago Morilla. Como dice Alicia Ventura, “quién mejor que los artistas para, sin ser catastrofistas, trasladarnos estas ideas y hacernos reflexionar”.

EN CORTO

  • La exposición. Pan y Circo. Primera planta de la Sala de Armas de la Ciudadela. Hasta el 2 de julio. 
  • Artistas. Rosalía Banet, Saelia Aparicio, Santiago Morilla, Antoni Miralda, Asunción Molinos, Ángel Marcos, Marta Fernández Calvo, Carles Tarrasó Oliver, Luna Bengoechea, Greta Alfaro, Basurama, Estíbaliz Sádaba, Tania Blanco, Peter Foldes y René Jodoin y Winkler y Noah.  
  • Greta Alfaro. La artista navarra exhibe dos piezas en esta exposición. In ictu oculi, en la Sala de Armas, muestra a un grupo de buitres devorando un banquete, y Fornacalia, en el Horno, donde se recrean las reuniones de mujeres para elaborar pan (incluidos sus cantos).