La cantante malagueña pisará las tablas del teatro pamplonés acompañada por el actor y músico Víctor Clavijo, que no solo tocará el piano, sino que también recitará emblemáticos versos de Lorca. Ambos pondrán en escena un concierto teatralizado hecho de poesía, música y silencio.

No sé muy bien cómo llamarla, ¿Ana, Pasión? 

–(Ríe) Anita. 

Recuérdeme de dónde vino el nombre artístico de Pasión Vega. 

–Me lo puso Pedro Pérez Flores, un escritor onubense que vino a verme a varios conciertos y parece que es lo que le sugirió mi forma de cantar. En ese momento yo era muy jovencita y aun no tenía nombre artístico. Y me hizo mucha ilusión, me gustó mucho, eso sí, siempre que pudiera ponerme el apellido de mi madre.

¿Lo tuvo claro desde el principio?

–Sí, en parte porque mi primer apellido es Alías y da lugar a muchas confusiones, en eso Vega es más claro y contundente. Pero también fue es en honor a ella, a mi madre. Tengo muchas cosas de ella en mi forma de estar en la vida y también me parezco mucho a ella, así que esta era una forma de llevarla siempre conmigo.

Vuelve a Navarra, donde ha actuado en varias ocasiones y donde el flamenco y la música de raíz tiene mucho predicamento, aunque haya quien no lo crea. 

–Navarra es una tierra que acoge todo tipo de propuestas con mucha avidez de cultura y mucha sabiduría. Sobre todo la música de raíz y popular, que es lo que he hecho en mis años de carrera musical. Allí siempre me he sentido muy querida y valorada.

Llega con ‘Lorca sonoro’, título del espectáculo y también de su último disco. ¿Por qué decidió dedicarle un proyecto entero al poeta granadino en este momento? 

–Realmente llevaba mucho tiempo trabajando en esto, documentándome, buscando canciones, pensando en los arreglos... de la mano de Jacob Sureda, que es el productor del disco. Llevábamos años trabajando sin saber muy bien si la propuesta iba a ser escénica o si íbamos a grabar. Íbamos a probando, siempre ahondando en el repertorio de Federico, en el significado y en el simbolismo de sus poemas. Era algo que no podía evitar, él ha estado muy presente en mi vida desde mi infancia, y conocer su forma de innovar, los mimbres que usaba, lo mucho que le influyó la música de raíz y lo importante que es para nuestro presente y para nuestro futuro me iban conduciendo. Siempre ha sido un referente muy importante para mí a nivel creativo y a nivel humano y a este trabajo le hemos querido ir dando forma poco a poco, sin precipitarnos. Ha sido algo progresivo, y cuando he visto que tenía la forma de juntar las piezas que había en mi cabeza, lo hemos puesto en pie. 

“Fíjate si es actual que él escribió contra el férreo patriarcado de los años 20 y todavía hoy tratamos de romper esas barreras”

Años de búsqueda y de curiosidad... ¿Como un trabajo cocinado a fuego lento para sacarle todos los sabores?

–Totalmente. No me quería quedar con lo evidente, con lo que ya se supone que yo como andaluza llevo impreso “en la pátina de mi sangre”, como decía él. Y para ello es necesario vivir y también que las ideas y las sensaciones se vayan quedando como tatuajes dentro de tu memoria sentimental y de tu memoria emocional. 

El proyecto se compone de temas con las que otros músicos cantaron al poeta. ¿Cómo fue la selección de estos diez temas? 

–A excepción de la Baladilla de los tres ríos y del Réquiem por Federico, para las que ha compuesto música Jorge Marazu y que interpretamos en directo en los conciertos, el resto son canciones que ya habían creado otros músicos y que habían sido emblemáticas para la historia de nuestra música. Y rompedoras, como esa Leyenda del tiempo o ese Pequeño vals vienés, que comienza haciendo Leonard Cohen en inglés y que de repente Enrique Morente se la trae y encaja perfectamente con la música original... O esa deliciosa melodía de Ruibal para ‘ay, que trabajo me cuesta quererte como te quiero’, que yo de pequeña siempre escuchaba recitado por Lola Flores. La Canción del Jinete, esa maravilla de Paco Ibáñez... Son canciones que han marcado mi voz y mis pasos durante todo este tiempo y quería hacerlas a mi manera y trasladarlas al público ahora, en estos momentos en los que estamos.

¿A qué se refiere?

–A que estos textos están completamente vivos en cada persona que sufre, que ama o que se siente abandonada o incomprendida. Hay poemas de Lorca que nos siguen acompañando y nos ayudan a entender las emociones humanas y a la vez la vida del poeta, sus pasos por este mundo. 

¿En algún momento llegaría él a pensar que su trabajo iba a estar tan vivo tanto tiempo después?

–Es impresionante. Aunque sabía que lo estaban buscando, él decidió volver a Granada, a su lugar, donde todo había empezado. Podía haberse ido de España y no lo hizo, y yo creo que él en cierta manera intuía que su obra iba a tener mucha vida.

Todos sus poemas, sus textos tienen mucha música.

–Son muy musicales, mucho. De hecho, él quería ser músico, estudió composición y armonía y tocaba maravillosamente bien el piano. Por eso pudo grabar en esos discos de pizarra esas canciones populares con la Argentinita. Incluía música en sus obras teatrales y en sus conferencias hablaba sobre las nanas, sobre el duende... En su trabajo metía coplas, metía coros y canciones, y eso denota su interés por mezclar la dramaturgia con el pentagrama. 

¿Y a qué suena ‘Lorca Sonoro’, qué emociones nos hace transitar el espectáculo?

–El espectáculo nos lleva a varios lugares más allá de la piel del poeta, encarnada en la voz y la presencia de Víctor Clavijo. También hay muchas historias paralelas de personas que vivieron en el tiempo de Federico y a través de los cuales descubrimos cosas sobre él. Pero, sobre todo, lo que más me gusta de este espectáculo es que muestra lo vital, lo alegre y lo carismático que era. Muchas veces se habla del amor oscuro, de su parte más compleja, pero también era una persona alegre que vivía muy intensamente. Era un hombre muy luminoso y esa luminosidad queda muy bien reflejada en este concierto teatralizado.

¿Cómo fue el proceso de creación con Víctor Clavijo? ¿Cómo fueron generando la complicidad que seguramente necesitan en escena para cantar, interpretar, recitar?

–Ha sido muy divertido. La dirección y dramaturgia ha corrido a cargo de Ana López Segovia, una mujer que afronta siempre todo de una forma muy personal y especial y a la que yo quería para poner en pie todas piezas que tenía en mi cabeza. Víctor también ha ayudado mucho en este trabajo. Facilitó mucho las cosas y todo fue sencillo con él, en cada encuentro íbamos conectando y ahora ya una mirada nos vale para saber lo que estamos sintiendo. Nos emocionamos mucho escuchándonos. Tengo varios momentos en los que no canto, pero sigo en escena escuchando a Víctor y realmente me llega al corazón en cada función. Es un actor impresionante y eso hace que el público se emocione. Hay una gran fluidez entre la música y las palabras, con momentos en los que se mezclan y no se pueden distinguir. Esta es otra de las cosas que quería conseguir en este proyecto, que música y palabra se entrelazaran de manera muy natural, igual que lo hacía Federico, y creo que lo hemos conseguido, también gracias al carisma de Víctor sobre el escenario. 

Estaría genial que el poeta llegara a las generaciones más jóvenes.

–¡Sí! Otro de lo motivos que me impulsaron a hacer este proyecto es saber que hay tanta gente que ama la obra de Federico, incluidas personas muy jóvenes. Hay quien hace su tesis sobre él en universidades de fuera de España. Y poder aportar mi visión desde el pentagrama de este gran creador del siglo XX también era un aliciente. Sé que hay mucha gente amante de su obra y frikis, como yo misma (ríe), que buscamos cualquier investigación nueva que sale, cualquier artículo o descubrimiento. Y es muy bonito que haya nuevas generaciones que puedan descubrir al poeta y que a través de sus palabras podemos expresar nuestros sentimientos más profundos. Federico muestra el alma humana a través de metáforas imposibles. 

Y parece que está hablando de hoy, de ahora mismo.

–Siempre. Fíjate que él escribió sobre el patriarcado tan férreo de los años 20, y todavía hoy en día seguimos intentando romper todas esas barreras. También habló de la libertad individual de amar a quien uno quiera amar, y de la libertad de expresión. Nunca tuvo pelos en la lengua y eso le costó la vida.