La cineasta Isabel Herguera ha presentado en el Festival de San Sebastián El sueño de la sultana, una filigrana artesanal labrada a mano con una técnica de animación llamada Mehndi que interpreta los textos feministas de la escritora india Begum Rokeya, los eleva, y los convierte en aventura.

Si El sueño de la sultana solo fuera una sucesión de imágenes y música, igual mantendría al espectador hipnotizado frente a la pantalla. Sus delicadísimas imágenes, trazadas por capas, explicó la directora, que ofreció una rueda de prensa en el Kursaal acompañada de parte de su equipo, se hicieron mezclando acuarela y tatuaje temporal, con lo que se logra un efecto similar al teatro de sombras.

“Con conos de pastelero, se mete pasta de henna y, normalmente, se pinta sobre el cuerpo, pero nosotros les pedimos a las mujeres artistas de Mehndi que trabajaran sobre el papel”, explicó la donostiarra.

Al tiempo, varios equipos trabajaron en Navarra y la animación 2D se encargó a los estudios Glow, de Almendralejo, responsables de otra joya de la animación, Buñuel y el laberinto de las tortugas. Y los fondos, “se hicieron aquí en una residencia artística en Euskadi, todos a mano”, completa Herguera. Aparte, se suman las acuarelas con las que la protagonista de la cinta, e hilo conductor de una historia que se narra en capítulos, va ilustrando un cuaderno de viajes que la lleva una y otra vez a la India.

Inés (alter ego de Herguera) busca a cada nuevo destino la ciudad mítica (e inexistente) de Ladyland, creada por Rokeya en 1905, donde utópicamente las mujeres tendrían poder sobre los hombres. Una historia, en realidad, autobiográfica, que ha llevado a Herguera más de diez años de trabajos, apuntes, dibujos y entrevistas hasta que llegó la pandemia. En febrero de 2020 pudo empezar la producción, que acaba de terminar.

“Es la película por la que más noes he recibido -apunta la productora Chelo Loureiro-, imagináis por qué (...) Desde 2015, cuando Herguera ya estaba fraguando la película, este país ha cambiado mucho. La palabra ‘feminista’ no querían que apareciera”.