Sara Mesa consigue, en las apenas 190 páginas que tiene su novela Un amor, destrozar al lector con una perturbadora, asfixiante y tóxica relación sentimental entre una mujer que viaja de la ciudad al campo, y un hombre acostumbrado a la vida agreste, que sólo son capaces de mirar a su propio interior. Esto se tiñe, además, de una atmósfera llena de hostilidad, incomodidad, suciedad y privilegios androcentristas en una pequeña localidad de la España vaciada. Isabel Coixet, por su parte, convierte todo lo atrevido e incómodo de la historia de Mesa en una nadería de dos horas, que sólo remonta en su tercer acto, cuando el personaje de Nat, en la piel de Laia Costa, cae a los infiernos y las acciones se precipitan. Y aún así, la catalana, sin rehuir de su siempre edulcorado estilo, intenta concederle a la protagonista un mínimo momento de paz, haciendo al final del largometraje una pequeña concesión con respecto a la novela –ya sea figurada o explícita–, que es suficiente para demostrar que o no ha entendido el material original o, lo que sería más preocupante, que no le gustaba el material original. De cualquier modo, siempre quedará el consuelo para el cineasta de aquello que dijo Ursula K. LeGuin cuando no le agradó el resultado de la adaptación a la gran pantalla de una de sus obras: “No es mi libro. Es tu película. Es una buena película”. Aunque tampoco sería el caso.

Nat (Costa) es una mujer joven que trabaja de traductora para una organización que ayuda a los refugiados que llegan al Estado. Abrumada por las traumáticas experiencias que le trasladan los migrantes, decide abandonar su empleo e irse a una ignota localidad, la ficticia La Escapa, prefijando el arco narrativo de una urbanita que busca en lo rural la calma para encontrarse a sí misma.

El campo, no obstante, se ha cansado de que lo idealicen como un lugar exótico, al igual que ya ocurría en As bestas de Sorogoyen. Como en aquella, Nat descubre la violencia que subyace en todos los lugares, no sólo en la ciudad. Sobre todo, al encontrarse con hombres que la hacen de menos y que parecen tener sólo un objetivo. Desde su casero (Luis Bermejo) hasta su vecino vidriero (Hugo Silva), todos parecen querer aprovecharse de la fragilidad que le imprimen para acostarse con ella. Andreas, interpretado por Hovic Keuchkerian, es el único que se lo propone directamente: le arreglará unas goteras a cambio de dejarle “entrar” en ella “un rato”, no demasiado, dado que no quiere que se sienta “como una prostituta”. El papel que interpreta Costa es el de una mujer que se considera rota y, al igual que el perro que acoge, Sieso, ha sido apaleada. Busca una felicidad, que al igual que el campo, tampoco es para ella.

El rechazo inicial acaba convirtiéndose en una exploración del deseo y en una obsesión de Nat por un Andreas que, a ratos, parece mucho más cercano y cariñoso de lo que su personaje demandaba. Nat quiere pertenecer a algún lugar y a alguien que le permita autocompadecerse, pero El alemán, el mote con el que en La Escapa se conoce a Andreas, es incapaz de mirar más allá de su propio placer y del complejo de Edipo que parece afectar a todos los hombres. En cuanto a Nat, sus zonas grises son prácticamente dejadas a un lado, construyendo una quejosa, lastimosa y plana figura, una sombra que deambula de un lado a otro.

En un intento de reproducir la atmósfera de la novela, Coixet toma una serie de decisiones como la de desequilibrar los planos, apostar por el 4:3, recurrir a una ambientación y un diseño de producción que evoca a los 90 y centrarse en la fisicidad de los actos sexuales. Sólo le funciona el diseño de sonido y la banda sonora, que sí que llegan a inquietar, ligeramente, al espectador.

De la novela a la pantalla

Coixet, acompañada del equipo de Un amor, compareció ayer en el Kursaal, donde se presentó esta adaptación que ha coescrito con Laura Ferrero. Con respecto al libro de Sara Mesa, aseguró que se trata de “una gran novela”. No obstante, no considera que su adaptación les haya supuesto una gran dificultad. En este sentido, añadió que sí han vivido con dos espadas de Damocles sobre la cabeza: la opinión de la autora original y de los lectores de la novela, que ya se habían hecho “su película”. Coixet explicó que a la escritora el resultado le “ha gustado” y deseó que ocurra lo mismo con los que ya conocen la historia. Habrá que ver qué opina el jurado.